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José Gregorio Hernández contado por la hija de uno de sus discípulos

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En una tarde de visita al Cementerio General del Sur, Elena González Baldó, hija de un discípulo del Dr. José Gregorio Hernández, vivió un encuentro que marcaría sus recuerdos para siempre. Mientras visitaba la tumba de su madre, un joven recién graduado en medicina se le acercó con un cilindro negro en la mano, símbolo de su logro académico. Con emoción, le confesó que había prometido entregar su medalla de graduación al Dr. Hernández como muestra de gratitud. Sin embargo, lamentaba no poder cumplir su promesa tras el traslado de los restos del médico a la iglesia de La Candelaria. “Me quedé con la idea”, recuerda Elena, “y ahora, con la canonización, viendo la historia de José Gregorio Hernández tal como la cuentan, hay un aspecto que queda como en segundo lugar”. Este episodio, cargado de simbolismo, es solo una de las tantas historias que ilustran el impacto del médico venezolano en la vida de quienes lo veneran.

Un Legado familiar y nacional

Elena González Baldó creció en un hogar donde la figura de José Gregorio Hernández no solo era conocida, sino profundamente admirada. Su padre fue uno de los últimos discípulos del médico, lo que le permitió a Elena conocer de primera mano anécdotas y detalles que no suelen aparecer en los libros de historia. “Desde niña escuché hablar de él en casa, no solo como médico, sino como un hombre lleno de fe y compasión”, comenta Elena.

En 1949, el mismo año en que Elena hizo su Primera Comunión, se inició el proceso de canonización del Dr. Hernández. Aunque en aquel entonces ya se rezaba por la beatificación de otros santos, como Domingo Savio y el padre Claret, la figura del “médico de los pobres” comenzaba a adquirir una relevancia especial. “Yo espero que ciertos sueños se conviertan en visiones de los jóvenes”, reflexiona Elena al recordar aquellos días marcados por el fervor religioso.

El médico de los pobres

José Gregorio Hernández es recordado principalmente como el “médico de los pobres”, un título que refleja su compromiso con las comunidades más vulnerables. Su dedicación a la medicina iba mucho más allá del ejercicio profesional; para él, era una vocación de servicio. “Evidentemente José Gregorio Hernández es el médico de los pobres. Evidentemente es un santo milagrero”, afirma Elena con convicción.

Hernández no solo brindaba atención médica gratuita a quienes no podían pagarla, sino que también se preocupaba por las condiciones sociales que afectaban la salud de sus pacientes. Durante la epidemia de gripe española en 1918, su enfoque iba más allá del tratamiento médico. Según Elena, Hernández solía decir: “Lo que mata no es la gripe, sino las condiciones de la gente que tiene gripe”. Esta perspectiva humanitaria lo llevó a abogar por mejoras en las condiciones de vida de los más necesitados, demostrando una visión integral de la medicina.

Un hombre comprometido con el servicio público

Elena describe a José Gregorio Hernández como un hombre profundamente comprometido con el servicio público y la educación. Su pasión por la medicina no se limitaba a la práctica clínica; también fue un pionero en la investigación científica y la enseñanza en Venezuela. “José Gregorio se consideraba sobre todo médico y así se lo decía a su sobrino estudiante de medicina: ‘Tú estás estudiando no para investigador, estás estudiando para médico’”, recuerda Elena.

Hernández fue un visionario que impulsó la creación de laboratorios y promovió prácticas médicas avanzadas en el país. Como profesor en la Universidad Central de Venezuela (UCV), dejó una huella imborrable en sus estudiantes y colegas. Sin embargo, para Elena, su verdadera grandeza radicaba en su deseo genuino de servir a los demás. “Su orientación hacia la bacteriología no fue por ambición personal, sino por su deseo de contribuir al bienestar público”, explica.

Encuentros que trascienden el tiempo

El impacto del Dr. Hernández no se limita a su época; su legado sigue vivo en las generaciones actuales. El joven estudiante que se acercó a Elena en el cementerio es un ejemplo conmovedor del respeto y admiración que aún despierta este médico y futuro santo. Para muchos venezolanos, Hernández es más que una figura histórica; es un modelo a seguir y una fuente de inspiración.

Elena también rememora las historias que su padre le contaba sobre el carácter humilde y generoso del médico. A través de estos relatos, ha podido comprender cómo Hernández logró ganarse el cariño y la devoción de tantas personas. “Su entierro fue un evento multitudinario”, señala Elena. “La cantidad de gente que asistió es un testimonio del impacto que tuvo en nuestra sociedad”.

Un sueño para las nuevas generaciones

Con la inminente canonización del Dr. José Gregorio Hernández, Elena González Baldó ve una oportunidad para reflexionar sobre los valores que él encarnó y cómo pueden inspirar a las nuevas generaciones. En un contexto marcado por desafíos sociales y económicos, ella hace un llamado a recuperar el espíritu solidario y comprometido que definió la vida del médico venezolano.

“Hoy –en una situación muy diferente– es pertinente el reto de seguir haciendo algo semejante en medio de circunstancias con tantas dificultades y contradicciones como las que afrontaron juntos José Gregorio Hernández y sus colegas”, expresa Elena con esperanza. Para ella, el ejemplo del Dr. Hernández no solo es relevante para los médicos, sino para todos aquellos que buscan contribuir al bienestar común.

Elena sueña con un futuro en el que los profesionales de la salud trabajen juntos con un sentido profundo de propósito y solidaridad. “La amistad y excelencia profesional comprometidas en servicio público desde una educación de punta es el sueño que como ucevista confío al Doctor Hernández con ocasión de su canonización”, afirma.

En tiempos difíciles, la historia de José Gregorio Hernández nos recuerda que la verdadera grandeza radica en servir a los demás. Su legado continúa iluminando el camino para quienes buscan hacer del mundo un lugar mejor, y su canonización será un reconocimiento merecido para un hombre cuya vida fue un ejemplo extraordinario de amor al prójimo y dedicación al servicio público.

Lee también:Biografía necesaria: sobre la canonización de José Gregorio Hernández

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