Alfredo Infante sj
En el inicio de su misión Jesús anuncia la buena noticia del reino para todos los corazones. Está oferta universal seguirá activa por todos los tiempos. Pero en su vida pública pronto el anuncio de la Buena Noticia comenzó a ser leída como mala noticia por los poderosos de su tiempo. Su mensaje fraternal a favor de la dignidad humana y del bien común chocó contra los intereses de poder.
Comenzó el acoso, el espionaje, la persecución y el montaje de un juicio falso. Todo esto buscando que Jesús desistiera de su misión y reculara plegándose a la lógica de los poderes del mundo.
En el evangelio de hoy (Lc 9,22-25) Jesús asume el conflicto, ve claro su desenlace y prepara a sus discípulos, por eso les dice: «Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día». Es una mirada de fe al conflicto que está viviendo, es un trago pascual que concluye con el triunfo de la vida, la resurrección, pero que no lo exime de la pasión y muerte. Después de revelar su desenlace a los discípulos se dirige a la multitud sacudiendo sus conciencias «si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga».
Jesús no es populista, no ofrece bonos, ofrece un camino de amor, dignidad y justicia que los poderosos ven como amenaza. Un camino desarmado, sólo cuenta con su vida, amor y palabra. Continúa Jesús ofreciendo su verdad libre «el que quiera conservar para sí su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, la encontrara». En las encrucijadas por miedo a perder la vida ante los poderosos, podemos sacrificar y perder la dignidad. No es fácil, esa fue la tentación de Jesús en el huerto de los Olivos, el momento más crucial de su pasión.
Por eso, concluye, «quien la pierda por mi causa la encontrará», su causa es que «vivamos y vivamos en plenitud», la defensa de la dignidad humana, la apuesta por un mundo de hermanos, justo, plural, donde todos seamos reconocidos, por el bien común fundado en el amor. Dedicarse a vivir desde allí es ya encontrar la vida. Termina el evangelio de manera contundente «de que le vale al ser humano ganar el mundo, si se pierde así mismo y se destruye».
Lo dice Jesús como advertencia de los dinamismos perversos del poder, que llegan a encandilar y cegar de tal manera la conciencia, que quienes se sacrifican a él pierden su libertad y dignidad. Esta es siempre una posibilidad en todo ser humano. Por eso, es cuestión de elección, tal como nos lo presenta el libro del Deuteronomio (30, 15-20) «Mira: hoy pongo delante de ti la vida y el bien o la muerte y el mal».
El Ingeniero Benedetti y el movimiento ciudadano de Carabobo, viene denunciando desde 2008, la tragedia del sistema de agua potable y eléctrico, hoy a punto de colapsar; la razón de fondo está en que personas inescrupulosas y corruptas se han enriquecido ilícitamente dejando al país sin agua y sin luz. Ahora están gozando de grandes cuentas bancarias en paraísos fiscales y viviendo en ciudades cunas del capitalismo. Estas son las dinámicas del poder que niegan la vida de todo un pueblo. La justicia y reparación es necesaria para el bien común y también para que los corruptos no pierdan la vida y recuperen su humanidad.
Denunciar estos hechos es elegir la vida y entrar en conflicto con los poderes que la niegan.
Petición: Señor, que en las encrucijadas de la vida mantengamos siempre firme nuestra opción por la defensa de la dignidad y el bien común. Que no claudiquemos nuestros principios por miedo a los poderosos. Que siempre condenemos el pecado y busquemos salvar al pecador. Que tengamos clara tu palabra «de que vale ganar el mundo si pierdes la vida» y la dignidad.
“Sagrado corazón de Jesús, en vos confío”
Parroquia San Alberto Hurtado. Parte Alta de La Vega.
Caracas -Venezuela.