El martes 11 de septiembre, coincidiendo con la festividad de la Virgen de Coromoto, el papa Francisco se reunió con los obispos de Venezuela, que se encuentran en Roma con motivo de la visita ad limina
Prensa CEV
La cita estaba pautada para las 10:30 de la mañana, los obispos fueron recibidos al entrar a la Sala del Concistoro (Sala del Consistorio) por el mismo pontífice, quien fue saludándolos uno a uno, en un inicial intercambio de presentación.
Con solo la presencia del papa, sin sus secretarios, ni ningún otro personal del Vaticano, comenzó el coloquio con el pontífice, con unas palabras iniciales de monseñor José Luis Azuaje, arzobispo de Maracaibo y presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana.
El papa indicó a los obispos que podían hacer intervenciones espontáneas y que las respondería en medio del diálogo con ellos.
Hubo un aproximado de doce intervenciones, sobre diversos temas que el papa afrontó con total libertad y serenidad.
Se trató la situación humanitaria en Venezuela, los problemas de desabastecimiento de alimentos y medicinas, el papa refirió conocer a detalle algunos casos.
Destacó la importancia de la cercanía de la iglesia al pueblo que sufre, del episcopado que como pastores y padres acompañan al pueblo y a los sacerdotes. Inclusive hizo referencia a que, durante las intervenciones, los prelados señalaban los problemas del país y no situaciones internas en el episcopado, agradeció su preocupación por los más vulnerables en medio de la crisis.
“Se ve que es un episcopado unido, trabajando juntos (…) Un episcopado cercano a la gente (…) No se cansen de estar cerca de la gente”, precisó.
Sobre el trabajo en el país, el papa agradeció el servicio pastoral que brinda la iglesia en todos los sectores, remarcó la importancia de los laicos. Los obispos le indicaron la situación en colegios y universidades, la diáspora de miles de jóvenes que salen del país, a lo que el pontífice respondió que conocía las iniciativas de las diócesis fronterizas y los instó a seguir “contrabandeando la caridad”.
Los obispos agradecieron la solidaridad de los episcopados en el continente y le dijeron al papa que extendiera el agradecimiento en encuentros con los obispos de América, que son los primeros en recibir y velar por los venezolanos migrantes.
En la audiencia estaban presente algunos arzobispos eméritos y preguntó sobre su disposición para seguir sirviendo a la iglesia. En Venezuela durante los últimos años se han nombrado más de veinte obispos, de tal manera que casi la mitad del episcopado es mayoritariamente joven.
El papa por iniciativa propia tocó el tema sobre los abusos de menores, presentó algunas estadísticas e instó a los obispos a la vigilancia. Si bien es cierto en Venezuela no hay recurrentes casos como en otros países, el pontífice insistió en la tolerancia cero promovida desde Benedicto XVI y su compromiso a evitar, a toda costa, esos delitos.
Señaló que la vigilancia de los obispos comienza desde el seminario, en la selección idónea de los formadores, los cuales deben tener cualidades de madurez personal y afectiva, con total libertad asumió el tema.
También hubo referencia a la relación con el gobierno de Venezuela, les detalló las reuniones sostenidas con Caracas previo al diálogo de 2016, describiendo la naturaleza de la crisis y su mayor empeño en colaborar y acompañar al pueblo.
Los obispos manifestaron el sentir y pensar de los venezolanos, precisando muchos de los comentarios realizados a través de redes sociales.
Por último, Francisco se comprometió a estrechar más los vínculos con los obispos, que sintieran su cercanía, ante la difícil situación del país.
Los obispos formalmente se solidarizaron ante los últimos ataques recibidos al pontífice y personalmente el papa agradeció el gesto diciendo “ustedes sufren más que yo”.
El clima del encuentro fue de total libertad, al papa se le vio contento, sereno, muy centrado en la realidad del país y con buena memoria sobre situaciones y aspectos concretos.
Fuente: Prensa CEV
