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Feminicidio (global)

feminicidio-global

feminicidio-opcion2José Luis Pinilla

“La mujer se ha convertido en un arma de guerra en el Congo. Es una estrategia de guerra. El cuerpo de la mujer se ha convertido en un campo de batalla. Es una estrategia para los grupos armados beligerantes, para imponerse en los pueblos y en los lugares donde estaban. Así que desgraciadamente para nosotros las mujeres hemos sido su blanco. Y por eso tendremos que negarnos a hablar de violencia sexual y nos gustaría que el lenguaje cambiase y se hablase de FEMINICIDIO, porque la planificación es similar a la de un genocidio”.

Quien así habla es Caddy Adzuba, periodista y activista en la R. D. del Congo quien, desde el año 2000, alza su voz contra el silencio internacional que intenta tapar el drama que viven miles de mujeres violadas y asesinadas en este país africano.

“¡FEMINICIDIO!”, la palabra restalló como un látigo mientras, con amigos africanos y españoles, veía el programa “Salvados” de la Sexta, titulado “eVictims”.

La verdad es que mi interés previo venía por el tema de nuestros teléfonos móviles y la lucha por el control del coltán, imprescindible para fabricar tanto los móviles, como las cámaras y ordenadores portátiles, etc.

Por ahí empezó la cosa…  De repente, la pantalla grita la palabra “FEMINICIDIO” por medio de la voz de una sencilla locutora de Radio Okapi. En ella la citada periodista Caddy Adzuba se dedica a denunciar las atrocidades de la guerra civil de la República Democrática del Congo con una relación directa entre las violaciones a las mujeres y la extracción del coltán. La extracción de minerales ha sido una de las causas del conflicto, porque todavía hoy en las zonas donde hay grupos armados, estos se centran en los minerales y en un 90 % de los casos es allí donde cometen los crímenes, la violencia contra las mujeres, la violencia sexual, el alistamiento de los niños, su utilización en las canteras de minas.

Al terminar el programa, marchando a casa, hablaba con enteradas del tema que me decían que existe un gran debate en el movimiento de mujeres y feminista acerca de la manera de llamar a los asesinatos contra las mujeres en razón de su sexo. Una línea usa femicidio (del francés femicide), término homólogo a homicidio, que sólo significa asesinato de mujeres.

Sin embargo, para marcar una diferencia con ese término, otra línea usa la voz feminicidio para hablar de genocidio contra las mujeres, lo que lo convierte en un concepto de significación política. Y más como en este caso (y como en todos) donde las mujeres tienen un papel central, en este caso en el Congo. Es ella quien sostiene a la sociedad del país, pilar principal de las familias y buscadora infatigable de fuentes alternativas de supervivencia. La forma que tiene la guerra de atacar la economía es atacando a las mujeres. Me parecía buen tema, precisamente cuando me disponía a preparar este post en el Día Internacional contra la Violencia de Género (25 de noviembre).

Perdón por los pruritos terminológicos y analíticos, breves y un tanto cursis. Porque lo que en realidad a mí me importa trasmitiros es el sufrimiento. En este caso, de las mujeres violadas. Que, como ellas mismas narran, son víctimas por partida doble: cuando son violadas y cuando su familia y el entorno las repudia por haber sufrido la violación. Una tradición de las comunidades del Congo costosa de eliminar. Porque la violación de una mujer origina una división en la familia y se desencadena el efecto de que el marido no quiera saber nada de su esposa. Y mientras tanto los vulnerables, las mujeres y los hijos sufren y sufren. Muchísimo

Si de sufrimiento narrado se trata, uno tiene que taparse los oídos con mil tapones, cuando en el mismo reportaje que sirve de base a este post, María Álvarez Urturi, voluntaria de la ONG Alboan narra las aberrantes torturas que acompañan a las violaciones Un sufrimiento añadido que hace de las violaciones sexuales un arma de guerra refinada para la destrucción de la comunidad entera. Un arma utilizada de manera sistemática y masificada que “desafía tanto la descripción como la imaginación”. O sea, FEMINICIDIO.

El libro de la Fundación Baltasar Garzón que me entregan para ver algo del tema se titula así precisamente: FEMINICIDIO. Se trata precisamente de un libro del año pasado donde se describe que es en Asia y África donde se produce, en términos absolutos, el mayor número de asesinatos de mujeres por el hecho de ser mujeres. Aunque, sin embargo, en términos relativos, la violencia de género es más significativa en Europa y Oceanía, donde los asesinatos de mujeres suponen el mayor porcentaje de las muertes violentas. Como veis, feminicidio global que se aprovecha de la situación de marginación tan arraigada en algunas culturas que muchas mujeres ni saben que sus derechos están siendo vulnerados. Por eso no suelen organizarse para defenderse, exigir que se cumplan las leyes y unirse para mejorar sus condiciones y posición en la sociedad. Mientras los “machitos” actúan en la mayor de las impunidades…

FEMINICIDIO. La palabra se reproduce como un eco prolongado que llega por ejemplo a naciones en otro continente tan lejano al africano y al oceánico: Cada 30 horas muere una mujer en Argentina víctima de la violencia de género. El caso reciente más llamativo es el de Lucía Pérez, una joven de 16 años, a quien sus captores le hicieron perder la conciencia a base de cocaína y marihuana. Y después la violaron terminando por empalarla. De esta noticia de octubre de este año se hicieron eco los medios el mismo día en que en la se reunían en Rosario unas 70.000 personas para defenderse de la violencia de género en el 31º Encuentro Nacional de Mujeres. Posteriormente, agrupaciones feministas como “Ni una menos” convocaron un paro nacional de mujeres y una concentración en el centro de Buenos Aires. “Basta de violencia machista, vivas nos queremos”, gritaban.

FEMINICIDIO como los ecos que llegan también de los numerosos feminicidios en Ciudad Juárez que se vienen cometiendo en esa ciudad mexicana, al menos desde enero de 1993. Cientos de chicas asesinadas y, dependiendo de las fuentes, miles. Aquí la respuesta, además de otras, la dan desde el año pasado decenas de escritores de todo el planeta que se movilizan en octubre para recordar la impunidad feminicida en Ciudad Juárez. Son, como dice la periodista Cristina Martinez Sacristán, “Versos más fuertes que el miedo” donde cientos de escritores apoyan con sus poemas a las mujeres vejadas y asesinadas de Ciudad Juárez. Utilizan la palabra para combatir tanto horror y recuperan el sentido de la poesía como· ”un arma cargada de futuro” que decía Gabriel Celaya   allá en 1955 en sus “Cantos iberos”. Pero si hubiera que escoger algún poeta o escritor, yo me quedo (¡ya lo sabéis!) con Eduardo Galeano:

“Hay criminales que proclaman tan campantes ‘la maté porque era mía’, así no más, como si fuera cosa de sentido común y justo de toda justicia y derecho de propiedad privada, que hace al hombre dueño de la mujer. Pero ninguno, ninguno, ni el más macho de los supermachos tiene la valentía de confesar ‘la maté por miedo’.

Porque al fin y al cabo el miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo”.

 

 

Fuente: http://entreparentesis.org/feminicidio-global/

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