Los retos entre la Iglesia Católica, Tecnología Digital y la Inteligencia Artificial
“Si alguno de ustedes ve que le falta sabiduría, que se la pida a Dios,
pues de con agrado a todos sin hacerse rogar. Él se la dará”.
Santiago 1:5
Por: Soc. Jonathan A. Maynard A.
La emergente aparición de una dimensión digital más omnisciente en nuestra cotidianidad como seres humanos, sugiere la importancia de comprender sus consecuencias y las repercusiones en las instituciones que han acompañado al ser humano. La Iglesia Católica no elude esa responsabilidad e interactúa con su presencia, así como los dilemas derivados que implica su impacto en sus prácticas.
Si este camino tuviera un punto de partida contemporáneo, es necesario arrancar a partir de la encíclica “Fides et Ratio” de Juan Pablo II. A efectos de lo que nos concierne en este tema, tomaremos 10 fundamentos que serán el hilo interpretativo del propósito de la razón en la fe:
1.- La revelación y presencia de Dios como propósito de la Libertad, la verdad como consecuencia de la impronta divina en el misterio de la vida y el sendero hacia Dios como propósito de trascendencia;
2.- Dicha revelación no es la consecuencia de la razón, pero es el complemento que le otorga sentido para el gozo pleno en la gracia del Señor, a través de la fe, marcando la duda como el velo que debe ser rasgado con la certeza de la revelación de Dios y el creyente como el explorador en búsqueda de dichas revelaciones;
3.- Para que la razón pueda hacer sinergia con su propia naturaleza, debe cumplir 3 reglas (A.- La búsqueda de conocimiento es constante; B.- Dicha búsqueda no puede ser vista como una gratificación u orgullo particular; C.- Reconocer la trascendencia del amor de Dios o mejor dicho “El Temor a Dios”);
4.- La inteligencia le ha dotado al ser humano de condiciones de conocer la estructura del mundo y sus dinámicas; por ende, mayor reconocimiento de Dios como creador de las cosas.
5.- Reconoce la capacidad de la razón para ir más allá del conocimiento sensorial, llegando hacia la perspectiva crítica y causal de la realidad circundante (deduciendo implícitamente la interpretación metafísica del hombre);
6.- La razón sin fe es un acto de soberbia y orgullo que los separa de la Verdad Verdadera, acercándolos al pecado dejando a la misma razón prisionera de sí misma;
7.- El sacrificio que representa la crucifixión del Hijo de Dios es un desafío implícito a la lógica de la razón, ya que fundamenta la ambivalencia de la muerte como fuente de vida y el amor de Dios como alternativa existencial del ser humano, a través de su resurrección y sus frutos (la literatura, música, pintura, escultura, arquitectura y cualquier fruto de la inteligencia creadora);
8.- Entiende la filosofía como una disciplina que orienta el deseo universal del hombre hacia su reconocimiento introspectivo y consciente de su ser, descartando aquello que no les útil y asumiendo lo que le complementa (discernimiento). Esto se mantiene con el respaldo ético de mantener el compromiso de mantener el sendero hacia la verdad (con los valores encarnados en la búsqueda);
9.- La utilidad de la fe, es acompañar a la filosofía a brindar un sentido ético en el tránsito hacia el camino de la trascendencia personal, es decir: El camino hacia Dios. A pesar de las diversas corrientes filosóficas, la teología y la filosofía deben ir de la mano para generar un camino en consonancia a la Palabra de Dios.
10.- Trabajar contra diversas corrientes filosóficas que pueden amenazar ese vínculo entre la razón filosófica y la fe como el eclecticismo, cientificismo, pragmatismo, nihilismo y la postmodernidad. Al final, la razón y la fe se complementan desde el ejercicio de la crítica, así como el estímulo para encontrar la purificación divina.
Es importante tener claro este vínculo entre la razón y la fe, ya que nos permite enmarcar el dilema principal a reflexionar: ¿Cómo se redefine el vínculo entre la fe y la tecnología, la digitalidad y sus vínculos con el ser humano? (Sea desde una mirada colectiva o individual).
Este dilema se fundamenta en 3 premisas: A.- La fe como mecanismo de reconocimiento humano universal; B.- La Tecnología Digital como nuevo medio de socialización universal; C.- La naturaleza “artificial” de máquinas que replican actividades, hábitos, lenguajes, métodos y reflexiones oriundos del ser humano, como su impacto reconfigurador en las sociedades contemporáneas.
Cada uno de estos dilemas, se sitúa bajo 3 puntos de interpretación: La autopercepción de la Iglesia Católica sobre su rol en dicho dilema, la comprensión del hecho digital como parte de los tiempos actuales y el llamado a la acción para la preservación de los fundamentos de la fe ante las coyunturas expuestas. Bajo estos puntos, es momento de recorrer estos dilemas para responder las interrogantes.
La fe como mecanismo de reconocimiento humano universal
La contemporaneidad revisa constantemente los nexos entre los cimientos de sus feligreses y el impacto del mensaje, en un mundo que ejerce una intensa reflexión acerca de 3 preceptos establecidos en la encíclica de Juan Pablo II: El vínculo entre la fe y la razón, la inteligencia como mecanismo para el camino de la trascendencia hacia Dios y la finalidad divina como objetivo de la trascendencia. Acerca de la premisa que nos deja la inteligencia artificial bajo la percepción de la Iglesia, el Papa Francisco ofrece una perspectiva desde la idea eclesial u otra idea secular.
En el discurso realizado el 14 de Junio del 2024, ante la sesión del G7 sobre Inteligencia Artificial, el pontífice plantea un razonamiento que enlaza con los intereses de las naciones integrantes, al caracterizar que dicha tecnología ofrece grandes oportunidades para la democratización del saber y un poderoso avance para la resolución de problemáticas para la humanidad; pero simultáneamente presenta peligros asociados al control de dicha tecnología, el desplazamiento de la acción humana en diversos contextos y el cuestionamiento acerca de la condición humana.
La epístola habla sobre el control de la decisión como un hecho humano:
“Condenaríamos a la humanidad a un futuro sin esperanza si quitáramos a las personas la capacidad de decidir por sí mismas y por sus vidas, condenándolas a depender de las elecciones de las máquinas. Necesitamos garantizar y proteger un espacio de control significativo del ser humano sobre el proceso de elección utilizado por los programas de inteligencia artificial (IA). Está en juego la misma dignidad humana.” (Papa Francisco, 2024)
Este planteamiento (que pudiera tener lógica desde la perspectiva eclesial) tiene una carga secular, ya que se empalma desde la predica del ser humano como el decisor de los procesos humanos ante la pretensión algorítmica de tomar partido en elementos tan peligrosos como conflictos armados, por ejemplo. Está manifestando una sinergia entre las problemáticas modernas y la interpretación de la Iglesia Católica, en respaldo de dichas medidas.
Pero el argumento eclesial que fundamenta la Santa Sede frente al reto de la IA, se encuentra en “Antiqua et Nova” nota realizada por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe y el Dicasterio para la Cultura y la Educación, donde comprende la noción de Inteligencia como un atributo inherente al ser humano desde la Racionalidad (rescatando los preceptos 1 y 2 sobre la razón de la encíclica de Juan Pablo II); Encarnación (resaltando el binomio entre Fe y Razón como unidad de alma y cuerpo hacia la consagración divina); Relacionalidad (la inteligencia nutrida por el carácter interpersonal de los seres humanos y la importancia relacional de la interacción humana) Relación con la Verdad (Inteligencia como don divino, adecuado a la naturaleza humana. Altamente referenciado con la idea de la razón como el instrumento que traspase la perspectiva sensorial de la realidad); entre otros preceptos.
La Iglesia se reconoce este predicamento desde la conciencia del impacto global y estructural que pueda tener, pero al mismo tiempo utiliza el argumento de la condición humana para reconocerse como garante del vínculo entre la naturaleza humana (comprendiendo la noción de naturaleza humana, a partir de la concepción eclesial de la razón y la fe como vehículo hacia la trascendencia humana desde la revelación divina).
Otro argumento a destacar en la interacción del hecho digital con la naturaleza eclesiástica con el catolicismo, se encuentra en el apartado de “La IA y la relación de la humanidad con Dios” (DICASTERIO PARA LA DOCTRINA DE LA FE, DICASTERIO PARA LA CULTURA Y LA EDUCACIÓN, 2025) cuando se refiere al advenimiento de la Inteligencia Artificial General como un escenario que pudiera superar la Inteligencia Humana e inmediatamente alude a la pretensión de sustituir a Dios como idolatría (remontándonos al punto de la Razón sin fe como un acto de soberbia ante la revelación de la Verdad Verdadera) y evocar a la sensibilidad humana como elemento trascendente que ubique la condición humana ante la pretensión tecnológica de desplazar la capacidad humana.
La estrategia que ubica la Santa Sede es retrotraerse al reencuentro con la mirada espiritual, marcada por la sensibilidad comprendida por la naturaleza humana que el espectro divino ha configurado para dotarle de la ética que ha posicionado la iglesia entre una razón vinculada desde la fe (a través de la idea de humanidad) para que el desarrollo vaya orientado al cuidado de “La Casa Común”.
Los retos que la feligresía está enfrentando en tiempo real, pasa por el pulso con aquellas corrientes que hoy alimentan los avances tecnológicos contemporáneos: Un pragmatismo que valora la satisfacción de necesidades ante la responsabilidad inherente al ser humano; el eclecticismo transformado en el reduccionismo necesario en la globalización para masificar tendencias y perspectivas que cuestionan implícitamente el vínculo entre el ser humano (creyente o no) con la idea trascendente de la existencia humana. La fe se encuentra interpelada por la IA en cada creyente, a partir de 3 premisas:
A.- El refrescamiento reflexivo de la condición humana, a partir de los preceptos de la fe y su reconciliación con una razón mecanizada en caracterizar al sujeto como prosumidor (productor y consumidor al mismo tiempo);
B.- Integrar activamente los esfuerzos de avance tecnológico para “dotar de naturaleza humana” a los avances tecnológicos, desde la concepción humana del sujeto y acompañar a los grupos sociales a generar tendencias sobre la prevalencia humana, previendo las eventuales asimetrías que pueda generar;
C.- El reto en el seno de la Iglesia Católica de hacer frente al ritmo dinámico y volátil de una contemporaneidad social que se aferra más hacia la naturaleza sensorial que la razón trasciende.
La Tecnología Digital como nuevo medio de socialización universal
Entender el impacto de la tecnología en las formas de socialización y la manera que se modifican las percepciones de lo que entendemos la realidad, el pasado y el futuro acerca de la humanidad, ha marcado una brecha profunda en la comprensión de nuestra identidad, las instituciones y las ideas. Según Jeffrey Sachs, “cada edad de la globalización se distingue por la geografía física, la tecnología y las instituciones”
Con esta definición, Sachs está demarcando el concepto de tecnología como “el hardware y el software” por el cual nuestros artefactos de nuestra era están diseñados. El hardware como diseño físico y tangible del artefacto, así como el software como la funcionalidad mecanizada que hace funcionar el artefacto.
La funcionalidad obedece a una necesidad, una lógica de acción y una praxis recursiva de un momento histórico que la humanidad coexiste. La tecnología es un producto de las ideas y los imaginarios que construyen las percepciones de realidad que las sociedades enarbolan.
Las diversas formas de tecnología (industrial, artesanal, entre otras) se determinan por grupos sociales que generan instituciones y ayudan en la socialización entre sí. Por eso, la maquina siempre era un instrumento del grupo social, como gratificador de necesidades, cohesionador de personas o artefacto que reconfigura las maneras de ejercer nuestra cotidianidad. Pero siempre desde un enfoque instrumental, es decir: Al servicio de la persona, del ser humano.
La tecnología digital emerge como una nueva era de mecanización con procesos más sofisticados y con mayor grado de complejidad. Una ingeniería de innovación constante que se vuelve masiva que trastoca las mentes de las sociedades que las acompañan: Una sociedad con perspectiva más sistematizada, donde las acciones no se ven como procesos lentos de intercambio espontaneo de personalidades; sino un conjunto de patrones que van redefiniendo el valor, la condición, la capacidad y la sociabilidad de la persona.
En el tránsito de las ideas y sus artefactos, la Iglesia Católica ha ejercido doctrina moral e institucional en lo que refiere el sentido emocional y existencial del ser humano. Por lo tanto, el legado de las ideas que se han construido a lo largo del tiempo no es ajenas a la influencia cristiana que ha configurado el poder y la idea de mundo durante siglos (sea para defenderla o antagonizarla, pero las ideas se mantienen como referencia).
Pero con el transcurrir de las épocas, la tecnología ha permitido permear las barreras del utilitarismo inanimado sino en presentar una nueva realidad como la realidad digital. Al establecer una nueva realidad, implica muchas reconfiguraciones, pero destacamos 3 grandes puntos: ¿Qué es el sujeto?, ¿Cuál es el propósito del sujeto?, ¿Cuál es la moralidad de ese sujeto?
Para la tecnología digital, hay una dinámica globalizada y con limitaciones tan puntuales a desarrolladores, usuarios y protocolos que los Estados están tratando de lidiar con las implicaciones que ha generado la exposición de datos, reconfiguración de identidades y la capacidad de maniobra (positiva y negativa) que los paralelismos virtuales han construido. En esas dimensiones, la tecnología concibe al humano como un usuario prosumidor (productor y consumidor de las acciones generadas) que apuesta su atención y su realidad como una moneda de cambio.
El propósito de este sujeto prosumidor se sustenta en la pertenencia a un sistema de patrones y tendencias que brindan un reconocimiento o gratificación distractora. Puede verse desde la obtención de viralidad, la interacción en tendencias o la consonancia del mundo sensorial con las narrativas que las redes van generando, sin importar veracidad, certeza o coherencia del contenido compartido.
La moralidad del prosumidor digital llega a una dimensión hedonista compleja e interdependiente, ya que está definido por el perfil de recompensa que se define su reconocimiento o gratificación: La moralidad viral entiende lo positivo como aquello que es masivo y replicable, la interacción en tendencias comprende lo bueno como aquello que se adapte a la reacción impulsiva de mi verdad particular (sin discernimiento), y la consonancia del mundo sensorial con las narrativas virtuales contemplan lo positivo con aquello que pueda responder (superficialmente) a la sensación que el patrón algorítmico de las publicaciones que consumo define mi personalidad.
Es importante haber demarcado esto, antes de hablar de la influencia de la Religión Católica, porque juega un desafío directo con los fundamentos de la fe como referente de la noción divina de lo humano, así como el vínculo de sus adeptos con el universo digital. El desafío está en los 3 puntos establecidos anteriormente: Un sujeto construido por las creencias de Dios como una “herencia de Dios en búsqueda de la trascendencia espiritual, a través de la revelación divina”, en el cual su mundo racional, espiritual, emocional e instintivo son productos de la creación divina; concibiendo su propósito basado en el bien común y el acompañamiento de las prácticas de fe para el alcance hacia la emancipación divina, con el encuentro con Dios; y una moralidad puesta a prueba constantemente por la coexistencia con otras corrientes filosóficas donde la administración de la duda ha permitido poner en tela de juicio, la interpretación propia de las Santas Escrituras (por ejemplo).
Sin embargo, la tecnología digital no presenta un desafío desde el enfoque antagónico con la filosofía católica: el hedonismo digital le brinda la opción a la persona de establecer su propia manera de creencia, a la conveniencia que la atención le permita. Es decir: La tecnología no reta directamente a la fe, solo desplaza las maneras de comprenderlas en las representaciones cotidianas del ser humano.
Ilia Delio detalla en un artículo del National Geography que la gente está entendiendo nuevas formas de entender y comprender las enseñanzas religiosas, así como reconceptualizaciones acerca de lo que entendemos como Religión, como sacerdotes digitales o representaciones de “Jesús en Inteligencia Artificial”. (Daniel S. Levy, 2025). El propósito de la Iglesia en la dinámica digital suele proporcionar un elemento distintivo de masificación las formas y concepciones de la naturaleza religiosa en los nuevos tiempos, no solo la católica sino otras manifestaciones de igual índole.
Esta situación no es nueva, en términos de eras tecnológicas, ya que con la llegada de los tiempos de la imprenta de Gutenberg en 1440 hubo una transición entre el conservadurismo de la transmisión oral de la doctrina de la fe a la recepción tangible de la fe, a través de la obra escrita. En ese contexto, hubo asertividad en adquirir esa herramienta para expandir y multiplicar el mensaje, con las variantes internas y externas que les permitió ser el epicentro universal de una doctrina que ofrecía sentido, esperanza, redención y emancipación al ser humano desde la revelación divina hecha trascendencia.
Sin embargo, otras voces pueden ofrecer un lado menos alentador sobre la relación entre la fe y la tecnología. El filósofo Yuval Nohah Harari advierte que las lógicas tecnológicas están desplazando a las religiones tradicionales en ofrecer lo que la doctrina eclesial ha entregado: sentido, esperanza y redención. Alerta sobre las “tecno religiones” nuevas manifestaciones que ejercen una perspectiva ultra material de los procesos existenciales, ofreciendo felicidad y estilo determinado de inmortalidad a partir de la inteligencia artificial y la biotecnología.
A primera vista, hay manifestaciones socioculturales que pueden ofrecer cierta resistencia a estas creencias. Sin embargo, la exaltación de manifestaciones a favor de la superación de los limites biológicos desde la predica de la tecnología (como el transhumanismo) puede llevar a la globalización a una mirada reducida y simplificada de la humanidad y sus interacciones sociales, a través de un utilitarismo extremo.
Expresiones como “Way of the Future” de Anthony Levandowski, en el cual dota a los robots y a la IA, características celestiales y de nueva especie dominante para la humanidad; habla acerca de las interpretaciones que algunos le atribuyen a tecnología como referente divino. Otras corrientes hablan sobre las derivaciones simplificadas de creencias metafísicas establecidas como la astrología, diversas manifestaciones de esoterismo y creencias étnicas globalizadas como la santería, etc.
Cuando se habla de la moralidad de la Iglesia sobre estos aspectos, pasa por los esfuerzos a realizar para mantener la vigencia, la coherencia y el nexo entre un ser humano en búsqueda del sentido de trascendencia que otorga la narrativa de la divinidad, ante la nueva reconfiguración que ofrece del ser humano. El verdadero reto que asume la Iglesia Católica ante el hecho de la Tecnología Digital es reconvocar al ser humano a su naturaleza espiritual y volver a dotar a la condición humana, su carácter sensorial. Es una moralidad donde la trascendencia espiritual sea mucho mas relevante que el utilitarismo material de la IA.
Naturaleza Artificial Vs. Naturaleza Originaria
Según la Real Academia Española (como estándar general de referencia) entiende la Inteligencia Artificial como la disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico.
En cualquiera de sus acepciones, esta presente una premisa vertebral: “La maquina simula acciones humanas” tomando en cuenta el concepto de “simulación” como una recreación artificial y sintética de una expresión genuina. El reto en estos tiempos es: ¿Qué es lo genuino?, ¿Qué pasa cuando lo artificial se hace más accesible que lo genuino?, ¿Se distorsiona los conceptos con la interacción con la tecnología?
A efectos de esta reflexión, el hilo argumentativo que se ha esclarecido es entender la fe y la trascendencia divina como la esencia humana que se conjuga con la razón para brindar certezas sobre las formas de existir. Por ende, si lo llevamos a modo de silogismo: Si la inteligencia artificial está simulando las características genuinas de la humanidad, pero esa humanidad define su esencia entre el vínculo brindado entre la inteligencia y la fe ¿Quiere decir que la IA esta desplazando el rol divino que acompaña a la razón para la conquista de su trascendencia?
Allí esta la Torre de Babel que confronta la institucionalidad eclesiástica en la contemporaneidad: Un artilugio que compromete la idea originaria de naturaleza y sus elementos compuestos hacia un pragmatismo carente de atributos subjetivos (y humanos) para brindar certezas. Para decirlo en palabras más coloquiales: “La tecnología digital juega a ser Dios y esta jugando muy en serio”.
Desde ese desafío, La Iglesia Católica está en la responsabilidad de asumir la reconfiguración conceptual de ese vinculo y encontrar mecanismos o paradigmas que complementen la sinergia entre la tecnología digital, la razón y la fe, en los tiempos actuales. Sobre este aspecto, la canonización de Carlo Acutis como “Santo Millenial” se propone como un icono de santidad bajo tres premisas: 1.- La instrumentalidad de la tecnología desde las premisas de la fe, 2.- La sensibilización generacional sobre el hecho de repensar la fe y 3.- la exaltación eclesiástica de este esfuerzo de integrar los nuevos paradigmas a la doctrina de la fe.
La instrumentalidad que define la Iglesia Católica deja sentado el criterio subalterno de la tecnología a la subjetividad humana como premisa, resaltando ese vínculo hacia la trascendencia divina que expresa la relación entre razón y espíritu. Ese nexo que esta materializando las nuevas generaciones sobre su interacción con la tecnología, permite mantener una perspectiva amplia sobre una noción sociohistórica del ser humano, sin caer en una interpretación falaz de la modernidad donde “es bueno porque es novedoso”[1] y reflexiona acerca de la oferta de espiritualidad presentes donde se establece el hecho humano, participando activamente la doctrina de la fe como un regente referencial.
La exaltación institucional de la iglesia sobre estos fenómenos marca un punto de interpretación acerca de la comprensión de la contemporaneidad y la prevalencia de las referencias clásicas: La transición hacia un presente mucho mas dinámico, volátil, incierto y sumido en un pragmatismo existencialmente hedonista.
Sobre esta premisa, la creencia en Dios (como creencia, institución y referencia existencial) se encuentra con diversos desafíos racionales, subjetivos y circunstanciales que permitirá un balance entre una adaptación que refresque su noción del ser humano sin renunciar al espíritu que congrega a millones de personas con sus advocaciones.
Ante las diversas formas de comprender al hombre, los retos para asimilar la fe y generar sinergia entre la razón, el hombre y su obra, toca asumir desde el libro de Juan, 16-33: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.”
Bibliografía
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Papa Francisco. (2024, junio 14). El Papa en el G7: La inteligencia artificial no es objetiva ni neutral – Vatican News. https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2024-06/papa-intervencion-g7-inteligencia-artificial-paz-junio-24.html
Rius, M. (2017, diciembre 3). Llegan las tecnorreligiones. La Vanguardia. https://www.lavanguardia.com/vida/20171203/433379573479/tecnorreligiones-ia-homo-deus-dios-tecnologia-robots-fe.html
Santa Sede. (2024, junio 27). El algoritmo al servicio del hombre, una conferencia sobre IA en el Vaticano—Vatican News. https://www.vaticannews.va/es/vaticano/news/2024-06/el-algoritmo-al-servicio-del-hombre-una-conferencia-sobre-ia-vat.html
User, S. (2024, diciembre 23). Líneas guía sobre inteligencia artificial de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano. Home Page di Vatican State. http://www.vaticanstate.va/es/novedades/1283-lineas-guia-sobre-inteligencia-artificial-de-la-gobernacion-del-estado-de-la-ciudad-del-vaticano.html
[1] También denominado falacia “Ad Novitatem”.