José Guerra
Las enfermeras y los enfermeros de Venezuela han protagonizado una de las luchas sociales más importantes de los años recientes. Los bajos salarios y las pésimas condiciones de trabajo empujaron a esos trabajadores a un conflicto contra un gobierno que ha destruido los salarios, las pensiones y todo lo que ha encontrado a su paso. La destrucción de Venezuela es masiva, no hay hueso sano que haya quedado a salvo de la hecatombe que hoy sufre la nación.?Los sueldos y salarios en el sector salud son una vergüenza. Una enfermera con quince años de experiencia laboral devenga un salario mensual inferior a un dólar, un médico con al menos veinte años de estudios no gana tres dólares. La lucha emprendida por los trabajadores de la salud ha concitado la solidaridad de toda Venezuela que entiende que las condiciones de vida se han deteriorado a un extremo tal que requiere una respuesta contundente de todos los gremios y sindicatos. Aquí conviene precisar que una de las políticas que llevó a cabo Hugo Chávez y que ha seguido Maduro, consistió en el exterminio de los sindicatos y su sustitución por una cofradía de burócratas con altos cargos en las empresas del Estado, que fungen como dirigentes sindicales, no electos por nadie.
Los profesores universitarios, depauperados por la hiperinflación, se han sumado a la lucha de los trabajadores de la salud, haciendo frente común contra un gobierno que ha profundizado todos los males que sufría el país. En los días que ascendía el calor de la lucha, el gobierno de Maduro anunció un aumento de las remuneraciones de los militares y los policías, que supera con creces lo que han exigido las enfermeras y los profesores universitarios. En lugar de resolver un problema, el gobierno de Maduro se ha creado otro adicional en la medida en que le ha dado fuerza al reclamo de los trabajadores de la salud y la educación por tener un salario similar al devengado por los militares y los policías. Además, ello ha evidenciado donde están las prioridades del gobierno.
Está fuera de discusión que los integrantes de la fuerzas armadas y policiales merecen un salario digno, que les permita vivir decentemente en medio de la hiperinflación. El asunto reside en que por la razón que sea se ha creado una injusticia salarial, por cuanto el trabajador público siente que ha sido marginado en relación con los hombres de uniforme y ello crea una división en la sociedad que lejos de beneficiar a los militares y los policías los desfavorece por la discriminación que siente el resto de los trabajadores del Estado cuyos salarios una fracción minúscula respecto a los que ven como privilegiados. Esto no ayuda para nada a los oficiales de la FAN, que hoy no son bien vistos en Venezuela, al ser asociados como el soporte de un gobierno muy impopular. Con toda seguridad el aumento concedido a los integrantes de la FAN se volverá sal y agua con la hiperinflación que lejos de ceder parece que adquiere fuerza. Venezuela requiere un cambio de modelo y una nueva política económica donde abatir la hiperinflación sea la prioridad para que de esta manera enfermeras, policías y militares puedan obtener un salario decente y vivir en un país mejor al que hoy tenemos, donde la vida se ha vuelto una calamidad.