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El verdadero juego de tronos

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Accidentes y muertes sospechosas, ofensivas, guerras y represión han sido algunos de los elementos que han caracterizado la política autocrática –y sin términos medios– del presidente Vladimir Putin desde que llegó al poder, una que, sin duda, escribirá su nombre junto al de los líderes más grandes de la historia del país euroasiático

El 16 de febrero de 2024, Rusia recibió la noticia del fallecimiento de Alexei Navalny, el principal opositor del régimen de Vladimir Putin. Según la versión oficial, Navalny colapsó durante un breve paseo en la prisión donde había estado recluido desde enero de 2021, sin recuperar la conciencia. Con 47 años, había pasado tres años tras las rejas, durante los cuales denunció la falta de atención médica y casi trescientos días en aislamiento. 

             Su fallecimiento desencadenó la detención de cientos de personas en Rusia, que manifestaron en su memoria. Y, aunque el Kremlin niega su participación en el fallecimiento de Navalny, su muerte priva a los opositores de Putin de una figura reconocida a nivel internacional. Este acontecimiento se suma a una lista prolongada de destacados políticos y figuras de la sociedad rusa que han fallecido en circunstancias sospechosas a lo largo del siglo XXI.

Dawid Zuchowicz / Agencja Wyborcza.pl / Vía REUTERS

Otros “accidentes”

Durante las últimas dos décadas el Kremlin ha sido objeto de sospechas en relación con la muerte de varios opositores rusos. Uno de los casos más conocidos fue el del exespía Alexander Litvinenko, quien murió en 2006 en Londres tras ser envenenado con polonio 210. Otros casos incluyen el asesinato del diputado Vladímir Golovliov en 2002, el político liberal Serguéi Yushenkov en 2003, la periodista Anna Politkovskaya en 2006 y el periodista Boris Nemtsov en 2015.  Todos ellos críticos de Putin.

             Sin embargo, desde el inicio de la guerra con Ucrania, los incidentes fatales se han incrementado. Al menos una docena de políticos y magnates rusos han muerto en circunstancias sospechosas. Probablemente los dos casos más resaltantes sean los de Ravil Maganov (presidente del gigante petrolero ruso Lukoil) y Yevgeny Prigozhin (fundador del grupo de mercenarios Wagner). Maganov murió tras caer desde el sexto piso de un hospital de Moscú en el 2022, mientras que Prigozhin falleció en un accidente aéreo en 2023, solo meses después de protagonizar una fallida sublevación armada en el gigante euroasiático.

             En el gobierno de Vladimir Putin, la política rusa ha experimentado un resurgimiento de una máxima que ha sido una constante en la historia del país, otorgando una nueva dimensión a las palabras de Cercei Lannister, uno de los personajes centrales de la saga de fantasía Canción de Hielo y Fuego: “Cuando juegas el juego de tronos, ganas o mueres; no hay término medio”.

El zar del siglo XXI

Vladimir Putin ha permanecido en el poder durante más de dos décadas y su nombre sin duda quedará grabado en la historia de Rusia, de la misma manera que otros líderes influyentes lo han hecho a lo largo de los siglos, como los zares Iván IV (el Terrible) y Catalina II (la Grande), y los revolucionarios bolcheviques Lenin y Stalin.

             Su llegada al Kremlin en la Nochevieja de 1999 marcó un cambio crucial en la historia reciente de Rusia. Putin asumió el cargo en un momento de crisis para el país, luego de una década de agitación política y económica bajo la presidencia de Boris Yeltsin, quien había liderado Rusia desde 1991, enfrentando numerosos desafíos durante su mandato. Después del colapso del socialismo soviético, Rusia se encontró en una situación precaria, con una economía en crisis, altos índices de corrupción y una sociedad desilusionada. La guerra con Chechenia, que estalló en 1994 y continuó hasta 1996, solo aumentó la sensación de inestabilidad y peligro en el país.

             Sin embargo, Putin aprovecharía su nombramiento para lanzar una segunda ofensiva contra Chechenia ese mismo año, donde resultaría victorioso. Aprovechando su popularidad obtenida gracias a la guerra, Putin ganó las elecciones presidenciales de 2000 con un amplio margen. Y desde entonces, ha consolidado su poder en Rusia mediante una combinación de tácticas políticas, autoritarismo y represión.

Las políticas autocráticas de Putin abarcan distintos ámbitos en la sociedad rusa. En primer lugar, se han implementado leyes restrictivas para impedir que los candidatos opositores puedan presentarse a las elecciones. En segundo lugar, el partido gobernante, Rusia Unida, recibe un considerable respaldo financiero del gobierno, lo que le otorga una ventaja desproporcionada sobre la oposición. En contraste, los partidos y movimientos opositores enfrentan dificultades para recaudar fondos y hacerse oír. Además, los opositores al gobierno, como quedó claro al inicio del artículo, han sido objeto de violencia, intimidación y acoso, lo que ha generado un clima de miedo y silencio entre aquellos que buscan un cambio político en el país.

             En cuanto al sistema judicial, gracias a distintas reformas legislativas, el presidente tiene la facultad de nombrar a los jueces del Tribunal Constitucional y del Tribunal Supremo, lo que crea una falta de independencia y una predisposición a ser influenciados por el gobierno. Esta falta de independencia se ha utilizado para perseguir a la oposición. 

             Por otro lado, gracias al control férreo en el legislativo, se han aprobado leyes que limitan las libertades de expresión, reunión y asociación, lo que restringe la posibilidad de los ciudadanos de expresar su descontento y de organizarse para el cambio. Mientras que la policía, por su parte, ha utilizado la fuerza de manera desproporcionada para reprimir protestas pacíficas, lo que ha generado un clima de temor y represión en la sociedad rusa.

Markus Schreiber / AP

             Finalmente, en lo que respecta al control de los medios de comunicación y la libertad de prensa, ocurre un escenario similar.  En 2001 el canal de televisión independiente NTV fue cerrado y su fundador, Vladimir Gusinski, fue detenido. El canal fue vendido al grupo Gazprom, favorable al gobierno. Desde entonces, se han aprobado en Rusia alrededor de un centenar de leyes que restringen la libertad de prensa, y gran parte de los medios de comunicación han sido declarados agentes extranjeros y acusados de traición y espionaje.

             La guerra en Ucrania ha sido otro punto de inflexión en la represión de la prensa en Rusia. Multitud de periodistas han sido detenidos y arrestados. Además, se ha bloqueado el acceso a las redes sociales occidentales, como Twitter, Facebook e Instagram. Todo esto ha ocasionado que Rusia ocupe el puesto 163 de 180 países en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros sin Fronteras del 2023.

Amenazas internas

Sin embargo, como en todo régimen autocrático, el gobierno de Putin también enfrenta dificultades internas que constantemente amenazan su permanencia en el poder. En especial, la guerra en Ucrania, iniciada en 2022, ha sido un gran dolor de cabeza para el Kremlin.

             En marzo de dicho año la economía rusa sufrió un duro golpe como resultado de las sanciones impuestas por Occidente tras la invasión de Ucrania. La población enfrentó largas filas en los cajeros automáticos y los oligarcas vieron confiscados sus activos.

             A pesar de esta crisis inicial, el Kremlin ha sabido producir un gran cambio en este contexto económico. En 2023 el Fondo Monetario Internacional (FMI) destacó la fortaleza de la economía rusa, asegurando que creció más rápido que todo el G7 en el 2023 y muy probablemente lo haga en el 2024.  Esto se debe a que Rusia ha transformado su economía en una economía de guerra movilizada, con un aumento significativo del gasto militar y de seguridad, disminuyendo el gasto social y las inversiones en otros sectores más productivos. Sin embargo, la gran pregunta es: ¿Cuánto tiempo más podrá mantenerse a flote esta estrategia?

             La situación en Ucrania sigue siendo tensa, la contraofensiva impulsada por Volodímir Zelenski, presidente ucraniano, fracasó, mientras que Moscú solo mantiene control sobre aproximadamente el 18 % del territorio ucraniano, incluyendo Crimea y partes de Donetsk y Luhansk. Luego de dos largos años, no parece que la guerra tenga un final próximo. La invasión y su estancamiento ha causado gran malestar en la población, algunos sectores políticos y las fuerzas armadas, lo que ha obligado a Putin a intensificar sus políticas represoras.

             El escenario más preocupante para el Gobierno ruso es una combinación de protestas callejeras con una pérdida de apoyo de una parte significativa de los militares. No obstante, gracias a la destreza política del presidente, no existe una oposición en Rusia organizada capaz de hacerle frente y amenazar su autoridad. La muerte de Navalny solo ha intensificado esta situación.

Estrategia para destrabar el tablero en Ucrania

Putin apuesta a una victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses de este año, ya que espera que esto resulte en una disminución del apoyo de Estados Unidos a Ucrania y en una reducción de las sanciones impuestas a Rusia por Washington. Además, hay preocupación por posibles escaladas de conflictos en otras partes del mundo, como la grave situación en Palestina o las tensiones en Taiwán, lo que podría afectar el apoyo a Ucrania. Estos cambios podrían allanar el camino para una posible victoria de Moscú.

             No es casualidad que Putin haya expresado recientemente su opinión sobre el presidente Joe Biden. “Tiene más experiencia, es predecible, es un político al viejo estilo”, expresó el líder ruso sobre su homólogo americano. El objetivo de sus palabras es claro: fomentar la desconfianza en la sociedad y política norteamericana sobre el liderazgo de Biden y su capacidad de lidiar con el conflicto en Ucrania.

             En el Senado y la Cámara de Representantes ya existe una fuerte oposición a seguir enviando ayuda a Kiev por los altos costos económicos que representa. Ya lo explicó Putin en su entrevista con Tucker Carlson hace unas semanas: “Te diré realmente lo que estamos queriendo hacerle entender al liderazgo estadounidense: si realmente quieres dejar de pelear, tienes que dejar de suministrar armas. Se acabaría en unas pocas semanas”.

Legado

Como quiera que fuese, la realidad es que Putin será recordado como uno de los políticos más hábiles del siglo XXI y, sin duda, dejará su marca en la historia de Rusia, independientemente de nuestras opiniones éticas sobre sus métodos. Sin embargo, el desenlace de la guerra de Ucrania, junto con la manera en que abandone el poder en el futuro, ya sea de manera intencional o no, definirá gran parte de su legado. Putin es consciente de esto y hará todo lo posible, por cualquier medio, para asegurarse de que su página en la historia sea lo más grande posible. Mientras tanto, continuará jugando el peligroso juego de tronos.

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