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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

El Paredón rojo rojito

ANC-1
Foto: Archivo Web

Por Alfredo Infante, sj 

«Al paredón, al paredón» gritó la constituyentista. ¿Al paredón? No es nueva esa sentencia. Es la orden que han dictado a la sociedad venezolana desde hace muchos años vía negligencia, desidia, corrupción, persecución, represión.

Nos están fusilando en el paredón de su modelo político económico. Las condiciones hospitalarias son una sala de tortura para el enfermo y sus familiares; la falta de agua, un desierto inhóspito para la población; la hiperinflación un acto criminal para nuestra mesa familiar; un mes sin clases un atentado terrorista contra el espíritu de nuestros niños y adolescentes; el hambre, una bomba de destrucción masiva, especialmente para los más vulnerables.

Venezuela, en sus manos, es un paredón, rojo rojito, con la mirada acusadora de su «comandante eterno», donde vamos sin juicio justo, sin elección. Hoy, señora constituyentista nuestra esperanza se enfrenta desarmada contra el poder que usted y sus armas representan y defienden, lo hacemos con el deseo de transformar este paredón de la muerte en que han convertido a nuestro país en un jardín de vida donde podamos soñar nuestro futuro.

Su grito asesino «al paredón» transparentó la esencia y el horizonte del sistema que defiende: la muerte. Recuerde que la dignidad humana es inalienable, que la vida es sagrada, que nadie tiene derecho de quitar la vida. Que la voz de Dios grita «no matarás»’ Nosotros, como iglesia, seguimos a aquel que dijo «oren por sus perseguidores», y rogamos por usted, para que vuelva a la vida, porque creemos en aquel que en la cruz dijo «perdónales Señor, porque no saben lo que hacen».

Creer que se tiene el poder sobre la vida de los demás es la mayor soberbia, y la soberbia es ceguera. Acaso ¿sabe usted que mientras envía a otros al paredón, usted misma se enrumba al paredón del infierno? Es tiempo de recapacitar, cambie el paredón por la mesa, las balas por el pan.  Ponga su mirada en aquel que centró su vida y misión en proclamar y defender la vida «yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia».

«Sagrado Corazón de Jesús en vos confío» Parroquia San Alberto Hurtado. Parte alta de La Vega. Caracas

 

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