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El país a la luz de la emigración

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Foto: Revista SIC Enero Febrero

Editorial Revista SIC

Invitamos a ver la situación del país a través de la emigración, que es la mayor novedad de estos últimos años y que está afectando muy profundamente a Venezuela. Me refiero a la emigración masiva, sobre todo al sur de América y a España. Se calculan cinco millones. Este éxodo tan precipitado y numeroso –y que no cesa– es una novedad absoluta en la Venezuela moderna, que ha sido un país en buena medida de inmigrantes, aunque con la capacidad de integrarlos de manera que aportaran su riqueza sin romper el tejido social.

Quiénes se van, por qué y cómo les va

Desde hace seis años comenzó a salir gente del país. Los primeros fueron profesionales, sobre todo profesores de universidad y médicos. En general se establecieron muy ventajosamente respecto de lo que estaban viviendo en Venezuela. Emigraron porque se estaban proletarizando, aunque también por salir de un ambiente asfixiante. Pero cada vez más la emigración comenzó a ser de gente popular y sobre todo jóvenes. La razón fue para poder vivir, y en no pocos casos curarse. El motivo de fondo es no ver futuro, más decisivo para un joven que el presente. Esta propensión a irse se ha convertido en una tendencia casi compulsiva y sin ningún contrapeso, de manera que el que no se va, sobre todo si es joven, parece una persona sin iniciativa.

Aunque sean minoría, no pueden omitirse los casos de los que se van porque el crimen organizado los ha amenazado de muerte o porque son perseguidos políticos y han tenido que salir huyendo para evitar la tortura o la muerte. Ambos casos revelan algo tétrico del país: que estamos en manos del hampa que actúa impunemente y de los órganos represivos del Estado que actúan con más discrecionalidad aún y sin tener en cuenta la justicia.

Conforme los países receptores se van saturando, la posibilidad de encontrar algo estable disminuye. Y ahora mismo las condiciones para la mayoría son más duras que lo que estaban viviendo en Venezuela, aunque lo que ganan tiene más poder adquisitivo que en nuestro país. Por eso, ya se empiezan a sentir las remesas, y eso que todavía la mayoría no se ha establecido y está en trabajos que juzga provisionales por no ser los que corresponden a su preparación. Se espera que dentro de muy pocos años estas remesas lleguen a constituir un porcentaje muy considerable de los haberes de las familias. El que, viviendo en condiciones muy duras, envíen algo a sus familiares indica su solidaridad y es un modo de mostrarles que merecía la pena el sacrificio.

Razón de fondo de la emigración y efecto en la economía y en el Gobierno

Como en el país disminuyen los puestos de trabajo productivos porque cada vez se produce menos, porque el Gobierno desestimula la producción con sus medidas de control –que parten del resentimiento respecto de los productores privados–, porque él es incapaz de producir, y las más de quinientas empresas robadas o no funcionan o funcionan a pérdida, esta masa monetaria de divisas procedente de los emigrados, tiene dos efectos contrarios: por un lado ayuda a que muchas familias no se mueran de hambre e incluso puedan parapetarse; pero por otra contribuye a que los productos se encarezcan porque cada vez hay más masa monetaria y menos productos, porque el Gobierno apenas dispone de divisas para importar. La culpa del incremento de la masa monetaria la tiene el Gobierno, que aumenta los sueldos para paliar la inflación, sin aceptar que esta se da porque no hay productos y no los hay ni puede haberlos porque él desestimula la producción, en vez de estimularla como es su obligación.

Ahora bien, también tenemos que aceptar que la salida de tantos técnicos y más en general de profesionales, muchos de ellos muy capacitados, está afectando severamente la oferta en el país de bienes y servicios. Ya hemos dicho que la disminución de bienes depende sobre todo de la política errada y en el fondo resentida del Gobierno, aunque la caída en picado de la producción petrolera sí se debe a la gerencia desastrosa de este, que ha provocado la huida de tantos técnicos petroleros. Pero la caída de la calidad de los servicios sí se debe a la salida de tantos profesionales, sobre todo de la medicina y de la educación, pero también de las empresas de servicios del Gobierno, por ejemplo, de electricidad o de agua. En estos casos se debe a la pésima gerencia y a los salarios miserables. En este sentido la nueva tabla salarial ha desestimulado a los profesionales. Por ejemplo, si un director de un plantel educativo apenas gana más que los demás ¿quién se va a sentir estimulado a asumir esa responsabilidad? Así pues, el Gobierno sigue estimulando la emigración al seguir expulsando gente del mercado de trabajo al no tener en cuenta la meritocracia.

Con lo dicho aparece claro que el Gobierno es el culpable de que la emigración siga incrementándose. Pero, al parecer, no le importa porque no le importa la suerte de los ciudadanos. Y además con la salida de tantos tiene menos bocas que necesitan alimentos y menos potenciales opositores y puede atender mejor a su clientela que, con la salida de tanta gente popular, es relativamente menor cada año.

Así pues, la emigración afecta muy negativamente a la economía y, consiguientemente, a la vida de la colectividad, pero favorece al Gobierno.

¿Insolidarios?

Es muy difícil juzgar de insolidarios a los que se marchan. Claro que en abstracto se puede alegar que en el país hay recursos y que hay que dar la pelea aquí y que irse es ponérsela más difícil a quienes se quedan y contribuir a que se perpetúe el régimen y se siga destruyendo el país.

Esto es verdad y tiene sentido que se proponga públicamente de manera que esté en el horizonte de la gente el quedarse y sea una posibilidad alternativa.

Pero también tenemos que considerar que muchos jóvenes se sienten desesperanzados, sin futuro y por tanto que no le ven ningún sentido a vivir así. Y hay que reconocer también que nadie les propone una alternativa. Otros muchos no tienen literalmente dónde caerse muertos y no ven que esto se vaya a arreglar. Para ellos es cuestión de vida o muerte. Y otros tienen que irse para no morirse porque necesitan medicarse regularmente, y aquí no pueden.

Familias rotas o al menos separadas

Las más afectadas por la emigración son las familias, tanto los familiares que se quedan, como los que emigran, que se sienten unidos a sus familias y que, como ellas, sienten que les falta algo muy entrañable y querido y que les cuesta vivir sin ellos.

Esto puede parecer paradójico porque la familia venezolana está aquejada por muchos problemas estructurales. Pero, aunque así sea, la mayoría del pueblo venezolano vive muy apegado a su familia y no se resigna a vivir sin ella. Por eso muchas familias están en permanente contacto porque necesitan saber unos de otros y escucharse y, a poder ser, verse. Los que se quedan sienten la preocupación de cómo les irá, y los que se han ido, la responsabilidad de contribuir para hacer ver cuánto les interesan. Hay personas mayores que se quedan solas porque se han ido los de las generaciones siguientes. Otras veces se van los padres y dejan a sus hijos con la abuela. Otras, es la misma pareja la que se encuentra partida y sufren.

La emigración, oportunidad para superarse

Así pues, la emigración es una fuente muy grande de sufrimientos. También porque, aunque consideren que el país está vuelto un desastre, la mayoría ama a Venezuela y se siente apegada a muchas cosas concretas que echa de menos y le duele estar fuera, aunque sabe que no puede vivir dentro.

Sin embargo, para la mayoría la emigración también es una oportunidad para sacar lo mejor de sí y una fuente de aprendizaje. La mayoría de los venezolanos tendemos a afrontar las dificultades, cuando las hemos elegido, de modo proactivo. En general los emigrantes son bien vistos en los países donde van, son bien considerados por los que los emplean y en el lugar donde viven. Eso, a pesar de que el flujo tan intensísimo se ve como una competencia desleal por parte de quienes en esos países están en peores condiciones y de quienes luchan por la justicia social.

Hay que decir que muchos emigrantes se superan a sí mismos. La mayoría, sobre todo a nivel popular, se mezcla y vive el presente con intensidad y la nueva experiencia los cualifica y humaniza.

Fuente: Editorial Revista SIC – Fundación Centro Gumilla de la Compañía de Jesús en Venezuela

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