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El futuro

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Reinaldo Gadea

El país está dividido en dos bloques asimétricos, los que no quieren una nueva Constitución, que según las encuestas es una mayoría muy importante, y los que sí la quieren, conformados por los que de una u otra forma están en el ejercicio del poder.

Independientemente del pronunciamiento efectuado por la Sala Constitucional del TSJ que estableció la innecesidad que el pueblo sea el convocante de la Constituyente, el tema se sigue discutiendo ampliamente, y como es lógico, se publican opiniones en uno y otro sentido.

No son pocos los chavistas que insisten que el referendo consultivo es imprescindible, porque a lo que tiene derecho el Presidente de la República, o la AN o el 15 % de los electores, es a solicitar al pueblo si quiere o no cambiar la Constitución del 99, cuyo promotor fue el Comandante Eterno previa consulta al único soberano, el pueblo.

Promotores y adversarios han expresado sus opiniones al respecto, poniendo cada grupo a sus mejores expositores a convencer políticamente al pueblo de que participe y apoye la convocatoria presidencial o lo contrario, que no se haga parte del fraude.

Por suerte pude oír una exposición del preclaro Isaías Rodríguez, quien además de miembro de la Comisión Presidencial Constituyente, es embajador de Venezuela en Italia. También se dice, es un conocedor enjundioso de la personalidad de los seres humanos y fue fiscal general de la República, cargo en el que tuvo destacadas actuaciones.

En el programa de radio que oí fue sumamente perspicuo, como siempre lo ha sido, dando respuesta a todas las interrogantes formuladas por los entrevistadores; sin embargo, a mi modo de ver, quedaron algunas dudas, pero porque no se las plantearon.

Dejó sentado, al igual que el TSJ, que no es necesario el referendo consultivo para que se conforme el Poder Constituyente. Señaló que le pedirán al CNE que les fije plazo a los que resulten elegidos para que redacten la nueva Carta Magna que dará política sepultura a la Constitución del 99, y a la V República.

Evidentemente la Asamblea Nacional Constituyente asumirá todos y cada uno de los cinco poderes que integran el Estado, y establecerá mecanismos transitorios para su funcionamiento, de eso no tengan duda. Eso significa que deberán nombrar un Presidente al igual que los titulares transitorios del resto de los poderes, pudiendo ratificar a los que están o sustituirlos.

La AN desaparecerá, pues tal función la ejercerá la Constituyente y así marchará el país mientras le dan forma al nuevo Estado, valga decir al nuevo pacto social.

Fue enfático el insigne abogado en que el texto constitucional que resulte de la del Poder Constituyente será votado plebiscitariamente, porque ahí sí debe ser el pueblo directamente el que la apruebe.

Pero aquí comienzan las dudas de lo que pudiera llegar a pasar. De acuerdo a las encuestas, la gran mayoría de la población no quiere la Constituyente. La oposición no participó en lo que ellos consideran un fraude, pero ¿participarán en el referendo para aprobar el nuevo texto constitucional que resulte? Pareciera que sí, porque de no hacerlo sin duda alguna tendremos nuevo pacto social, por una parte, y por la otra, tendrían un enorme chance de ganarlo como ya lo hicieron en el 2007. Pero dependerá de cómo sea de acomodaticio ese referendo.

De ser así, y de no resultar aprobada la nueva Constitución, tampoco cambiará el ordenamiento jurídico y menos se transformará el Estado. ¿Entonces qué pasará? 

¿El Poder Legislativo deberá terminar el período para el cual fue electo? ¿Y los funcionarios que hayan sido removidos por la Constituyente volverán a sus cargos? Sería un grave problema.

Fuente: http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/futuro_656870

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