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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

Educación ambiental y tortugas marinas: Los rostros de Querepare

La persona más anciana de Querepare tiene apenas 85 años. Este lugar joven, amable y tranquilo, ubicado a hora y media de Río Caribe, en el estado Sucre, y a unas doce desde Caracas, tiene aproximadamente 160 habitantes. Es una de las zonas donde Cictmar ejecuta el Proyecto de Investigación y Conservación de Tortugas Marinas en la Península de Paria, y en el que, hasta no hace mucho, estas especies presentes en los océanos desde hace más de 120 millones de años, encontraban su muerte

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Minerva Vitti

“La tortuga más grande que vi en mi vida la maté, tenía como 700 kilos. Y teníamos una fórmula. Si la tortuga estaba aquí –dice señalando el suelo–, hacíamos un hueco grande y la empujábamos; al voltearla, con un cuchillo le abríamos el pecho y le sacábamos la carne y los huevos que tenía dentro. Después la gente vendía la carne por los cerros y en la casa nunca fartaba. Era una carne muy deliciosa, pero de tantos años que tengo sin probarla ya se me olvidó el sabor”, dice Dirson Cedeño, un moreno alto que habla rapidito e intercambia alguna “l” por “r”.

Dirson explica que no había remordimiento porque no sabían que estaba en extinción y que era como una cacería corriente. Crecieron viendo eso como algo cultural: consumir o vender huevos y carne de tortuga marina.

Pero quien sí se impactó cuando vio esto fue Evelio Cedeño, hermano de Dirson. Sucedió cuando tenía como seis años al presenciar cómo mataban al animal. Él fue creciendo con aquel momento fijado en su mente y con el tiempo comenzó a buscar a personas que lo pudieran ayudar a cambiar la situación.

Cuando Evelio se entera que había una bióloga recorriendo las playas de Querepare para hacer las marcas[1] de estos animales y que estaba conversando con los jóvenes para ver cómo hacían para no matar tortugas, quiso conocerla.

Mientras Evelio –hoy en día, carpintero y agricultor–, se sumergía en el tema de preservación y conservación de tortugas marinas, reafirmaba que estos animales se protegían, y entonces comenzó a meterle miedo a la gente.

—Yo los amenazaba y les decía que había hablado con personas y que si los veían matándolas venía un helicóptero y se los llevaban presos. Cuando entra la revolución a Venezuela hay un amigo que se lanza como alcalde y cuando gana yo recibo un apoyo. Nos reunimos y planteamos a todos los comisarios de la comunidad que al que consiguieran matando a una tortuga o sacando los huevos iba preso. Y es cuando iniciamos a medio respetar. Luego Hedelvy Guada se entusiasma más porque comenzamos en reuniones, talleres, y se comienza el proyecto acá.

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De estatura baja, sin que esto subyugue su valor, tuvo bastantes encontronazos con la comunidad y llegó a ser enemigo de más de la mitad por tratar de evitar los pasos de los carros, la realización de fogatas durante la temporada de desove, y por enviar a la cárcel a varias personas. Fue amenazado con machete, pistolas, mientras su mamá lloraba diciendo que lo iban a matar, pero él no se cansaba de repetirle que moriría por algo que de verdad quería.

Al inicio del proyecto Dirson y Evelio trabajaron patrullando la playa y recibieron clases de biólogos que llegaban del extranjero.

—Aquí, en gracia de Dios, ya tu vez la diferencia en la gente que se ha concientizado bastante. Ya tortuga no han matao, si la ven muerta es porque es en otra playa y vara aquí— dice Evelio.

Pero de vez en cuando ocurren accidentes. Un día una tortuga se quedó atrapada en uno de los trenes utilizados para pescar. Los pescadores buscaron rápidamente a la gente del proyecto, y en un gesto de extrema sensibilidad y desprendimiento material cortaron la red y la liberaron.

En general se podría decir que Querepare está sensibilizada, sin embargo, aún queda trabajo por hacer en otras comunidades.       Hace tres años salió una tortuga carey en una de las playas de Carúpano con las cuatro aletas amputadas.

El testimonio de Roque Urbano, cultor de la zona, remata la historia con un dejo de confianza: “En Cangua no hace mucho –tres años– mataron a una tortuga y la guardia, infantería, policía, se abocaron al problema. Mientras haya denuncia ellos actúan”.

El inicio de un proyecto

Se podría comparar a Hedelvy Guada con una madre para las tortugas. Guada estudió Biología en la Universidad Central de Venezuela, y ha trabajado durante toda su vida con el tema de la conservación de estas especies. Ella es la coordinadora general del Proyecto de Investigación y Conservación de Tortugas Marinas en la Península de Paria que se realiza bajo el auspicio del Centro de Investigación y Conservación de Tortugas Marinas (Cictmar), con colaboración de la Red de Conservación de Tortugas Marinas en el Gran Caribe (Widecast) y la Alcaldía Bolivariana del municipio Arismendi.

La Península de Paria es el área continental más importante para el desove[2] de tortugas marinas en Venezuela. En la costa norte de la península, jurisdicción del municipio Arismendi, se han identificado más de 30 playas de anidación de tortugas marinas y más de 20 localidades adicionales han sido reportadas. Entre las más importantes se encuentran Cipara o Sipara, Querepare, San Juan de las Galdonas, Cangua, El Guamo y Pui Puy, entre otras.

En esta zona desovan cuatro de las cinco especies de tortugas marinas presentes en Venezuela: la tortuga o tortuga blanca (Chelonia mydas), la tortuga cabezona (Caretta caretta), la tortuga carey o parape (Eretmochelys imbricata), y la tortuga cardón (Dermochelys coriacea). La tortuga guaraguá o maní (Lepidochelys olivacea) no desova en las costas venezolanas pero sí se alimenta en estas.

Cuando realmente podemos observar a estos reptiles es en su temporada de desove que va del 15 de marzo hasta finales de agosto, siendo el periodo más fuerte de marzo a junio. Tortugas que alguna vez, hace 25 o 30 años nacieron en este lugar y que regresan a colocar sus huevos.

El Proyecto de Investigación y Conservación de Tortugas Marinas en la Península de Paria se lleva a cabo en Cipara (desde 1999) y Querepare (desde 2002). Las actividades de Cictmar consisten en el seguimiento del período reproductivo de las tortugas marinas en estas dos playas, donde anualmente se marcan unas 80-140 hembras, se liberan entre 3 mil y 10 mil tortuguillos, y se capacitan de dos a cuatro asistentes de investigación, y de cuatro a ocho asistentes locales[3]. También tiene un componente de sensibilización y otro dirigido a identificar, promover e instrumentar iniciativas que promuevan el desarrollo sustentable en las comunidades costeras en la Península de Paria.

La educación ambiental no es un afiche

Las tortugas marinas están completamente protegidas por la legislación venezolana desde 1979, con dos decretos: uno que las incluye en la lista de especies en peligro de extinción (desde 1996) y otro que indica que están en veda.

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Venezuela también es parte de diversos acuerdos internacionales que protegen a las tortugas marinas como el Protocolo de SPAW[4], la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites), y de la Convención Interamericana para la Protección y Conservación de las Tortugas Marinas.

Cictmar tiene una relación permanente con el Ministerio del Poder Popular para el Ambiente (Minamb) y la Guardia Nacional, para solicitar los permisos de caza científica y para denunciar si hay algún daño contra la tortuga o de su ambiente marino-costero. En este último caso el sector gubernamental tiene muchas limitaciones de logística para garantizar la aplicación efectiva de la ley.

Desde 1999 el proyecto de Cictmar ha alcanzado a más de 10 mil personas atendidas, a través de actividades como charlas a escuelas, talleres de capacitación a docentes, sector turístico, autoridades, pescadores, en las zonas principalmente del municipio Arismendi, incluso algunas de las actividades se han extendido al municipio Bermúdez en Carúpano.

Sin embargo, Guada explica que esto no es suficiente: “El tema de conservación de tortugas marinas y del ambiente debe ser parte del currículo escolar del municipio Arismendi, y en toda Paria (…) Tiene que tratarse con propiedad por los docentes de la zona para que todos esos niños sean los principales defensores del ambiente de la Península”.

Para que este tipo de proyecto sea exitoso hay que plantearse una expectativa de quince, veinte años, o más.

Al tener un escenario de ejecución de mediano a largo plazo, porque el ciclo de vida de las tortugas marinas es largo y complejo, los esfuerzos puntuales no tienen un impacto significativo, por eso es necesario algo más: la educación ambiental. Y precisamente en este punto Hedelvy dice que tienen una pata coja o con muletas: “La educación ambiental no es un afiche, una calcomanía o una charla, se trata de un proceso de perpetua evaluación”.

Anhela que Cictmar y otras ONG que trabajan en el área de conservación de vida silvestre cuenten con un personal suficientemente preparado y permanente para abordar este tema a todo nivel, porque si mañana Cictmar dejara de estar presente en la temporada de anidación, la única garantía de la sobrevivencia de las tortugas marinas son las personas que han cambiado su actitud sobre el ambiente.

Los guardianes de Querepare

José Martínez, coordinador voluntario de temporada, enciende su linterna frontal, y pasa su mano cuatro veces, de arriba abajo, por el frente de la luz roja. Del otro lado de la playa Alexander Cova, coordinador de conservación de Querepare, le responde con otra señal.

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Hay una tortuga.

Esta es una de las formas de comunicación de los miembros de Cictmar  durante los patrullajes nocturnos, que empiezan a las 8pm y terminan a las 4am. Estos consisten en caminar toda la orilla de la playa, que tiene mil 600 metros, para ver si hay tortugas marinas que entran a desovar y asistirlas (medirlas, marcarlas, sembrar sus huevos en el vivero[5], reubicar nidos, liberar a los tortuguillos).

El trabajo es duro ya que son tres meses seguidos patrullando la playa de noche. Alexander dice que la mayoría de los jóvenes de Querepare han trabajado con Cictmar y que ahora hay muchos de ellos involucrados en el proceso.

Por el proyecto han pasado biólogos extranjeros y venezolanos, pero desde su inicio se planteó enseñar a la misma gente de la comunidad para que fuesen los que en el futuro se encargaran de esta labor.

Por esta razón, desde 2010, el coordinador de conservación de Cipara, David Urbano, también es un muchacho de la localidad que empezó muy joven en el proyecto. Otro caso es el de Jaison, uno de los asistentes de Querepare. E incluso el propio Alexander que es de la comunidad.

Guada confiesa que esto no ha sido fácil porque ha implicado un proceso de capacitación, pero los beneficios finales son mayores porque tienes a personas que fuera de la temporada de anidación siguen viviendo en la playa.

Más vale una tortuga viva que una muerta

Otra de las cosas que ha permitido aún más la sensibilización hacia el tema de las tortugas marinas es que el proyecto ha traído beneficios directos para las comunidades donde se desarrolla, y visibilizado a los habitantes con sus necesidades. En el caso de Querepare se han reparado casas, sustituido techos y realizado mejoras a la escuela, gracias a un convenio entre la Alcaldía de Arismendi con la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo. Y en Cipara se han colocado tuberías de distribución de agua.

Evelio Cedeño constata esta realidad: “Gracias a este proyecto han venido cualquier cantidad de turistas a conocer tortugas. Se dio a conocer con Pdvsa, y muchas instituciones que visitan acá, anteriormente no lo hacían porque Querepare ni en el mapa aparecía”.

Desde Cictmar se ha tratado de promover el tema de las alternativas económicas aunque Guada confiesa que todavía está en desarrollo. Por un lado estos ingresos se ven reflejados en la contratación de personal de la zona (coordinadores y asistentes), donde sus familias perciben un beneficio. Y por otro en el uso de servicios de la comunidad. Cuando llega la gente a Querepare se les explica dónde puede comer, hospedarse y quién hace los paseos.

Guada manifiesta que estos pueblos tienen mucho potencial para convertirse en pueblos temáticos organizados en torno a las tortugas marinas, porque alrededor de estas especies se tejen muchas actividades.

En este sentido Cictmar ha realizado dos talleres sobre tortugas marinas y participación comunitaria, con invitados internacionales, que han explicado a la gente de la zona cómo para ellos ha sido viable, en el caso de sus proyectos, promover el turismo de observación de tortugas con reglas cuidadosamente establecidas, y los beneficios que esto ha traído. Dos casos emblemáticos están en Trinidad y Brasil.

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            “Nosotros quisiéramos ir hacia allá pero necesitamos de manera indispensable lo que es la base legal para la observación de tortugas marinas. Sin llegar a ser un turismo masivo porque el turismo de observación de vida silvestre debe ser un turismo muy selectivo”, dice Hedelvy.

En esta línea se supone que uno de los atractivos de Querepare sea el Ecomuseo de Tortugas Marinas.

Los rostros de Querepare

Otro reflejo de este trabajo es Mauricio Urbano, artesano de Querepare. Él aprendió el oficio desde los diez años. Comenzó tallando distintos animales hasta que finalmente, desde hace quince años, “lo que lleva el proyecto”, hace tortugas.

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            —Un día la señora Hedelvy me trajo una tortuguita de azabache hecha por allá por Aruba, creo, y me dijo que si podía hacerle una de madera. Me la dejó de muestra y como a la media hora se la llevé ya pintada. Ella me dijo ′no vale, pero tú eres un artista, hazme 30′. Y ahí empecé. Mis tortugas hasta salen en la novela Corazón esmeralda, hay tres actrices que la tienen.

La especie cardón es su especialidad. Utiliza la cáscara del tronco del árbol de jobo y tarda treinta minutos tallándola.

Con Mauricio suman dos las personas que actualmente hacen artesanía en Querepare y que no solo la venden en el pueblo, sino hacia Río Caribe y en otros lugares. Una tortuga de madera ya sea en el cuello, en una pulsera o en unos zarcillos, ayuda a generar ingresos hacia la localidad.

            Querepare también se canta con la voz de Roque Urbano. Este cultor popular, como el mismo se define, tiene sesenta años en la cédula y 53 viviendo en el pueblo. Cuenta de aquel día en que grabó el CD Aguinaldos parianos junto a Chico Marcano, en el Centro Cívico Cultural Río Caribe.

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Roque canta la música que sea y lo hace desde niño. Aguinaldo, gaita, polo, galerón, malagueña, románticas.

            —Si es de cantar, yo lo hago. Si me dan algo, me dan y si no también. Yo lo hago con amor. Cuando llegan los grupos turísticos ellos me mandan a buscar para yo cantarles, ellos me pagan por eso.

En la orilla de la playa reposa un campamento de Natura Raid, una agencia de viajes especialista del ecoturismo en Venezuela fundada en 1988 por Dominique Jacquin y que desde 1993 está en Querepare. Los campamentos son gerenciados por gente de la comunidad. Teresa Morín es una de las encargadas y sirve una comida deliciosa, típica de la localidad: pescado con verduras, arepas, ensalada, galeras, pollo, jugos, frutas y las famosas domplinas hechas con harina de trigo.

Evelio Cedeño, Mireya Cedeño e Ismary Cova también alquilan habitaciones, preparan comidas y en algunos casos tienen espacios para guindar hamacas.

—Yo pienso que parte de las actividades que hace Cictmar informando sobre la biodiversidad de Paria y la conservación del ambiente son importantes, porque aun si en unos años ya las tortugas, porque no tienen espacios donde desovar –por el cambio climático–, no son importantes para Paria, habrá comunidades fortalecidas para atender el turista en función de promover y dar a conocer la biodiversidad de la zona. Gente que igual está preparada porque tiene una habitación en su casa, cocina, hace artesanía. A lo mejor un día ya no serán tortugas sino pajaritos. Las comunidades seguirán allí, a lo mejor ya no en la costa, sino más arriba en la montaña pero con una formación e información que les ayude a salir adelante manteniéndose en sintonía con la conservación del ambiente”—dice con ilusión Guada.

Es importante no enfocar todo en la tortuga marina y que los visitantes conozcan a la comunidad, entonces si el turista va a Querepare y no puede ver una tortuga, podrá conocer el museo, hablará con alguna persona de la comunidad y seguramente Roque le cantará una canción…

*Miembro del Consejo de Redacción de SIC.

Tú también puedes contribuir con este proyecto y adoptar una tortuga, un nido o un vivero. Visita su web: www.totuadopcion.com

Notas

[1] Las tortugas se marcan con placas metálicas que vienen del centro de marcado de Widecast que está basado en la University of West Indies (Universidad de las Indias Occidentales), en Barbados. Estas tienen un serial destinado para las playas de Querepare y Cipara. Cictmar ha marcado más 1100 hembras desde el inicio del proyecto.

[2] Soltar sus huevos.

[3] Cictmar. Información del proyecto [en línea] http://www.tortuadopcion.com/home.htm Consulta del 6.6.2014.

[4] Protocolo relativo a las áreas y flora y fauna silvestres especialmente protegidas del Convenio para la Protección y el Desarrollo del Medio Marino de la Región del Gran Caribe. Naciones Unidas 1990.

[5] Una especie de corral rectangular donde se hacen nidos muy parecidos a los que construyen las tortugas. Y que ayuda a proteger a las crías del saqueo de huevos, paso de vehículos, y depredadores. Está construidos  sobre la arena a algunos metros del mar.

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