Antonio Ecarri Bolívar
Es increíble que el gobierno pretenda reanudar un diálogo que no solo ha incumplido, sino que ha retrocedido en lo que había avanzado. En el primer encuentro, que le salió carísimo a la oposición, no solo incumplieron con lo pactado sino lo más grave fue que reforzaron su política de agresiones.
Ahora, en el colmo de la desfachatez, el inefable competidor de Maduro, el Capitán Diosdado Cabello, quiere elecciones sin la oposición, ergo, quiere repetir la peligrosa fórmula seguida por Pérez Jiménez que dio al traste con su gobierno. Dicen que la fórmula del plebiscito, que no estaba prevista en la legislación de la época, fue un invento de Laureano Vallenilla Lanz, alter ego de Pérez Jiménez, quien se activaba para las cosas más retorcidas. El Capitán Cabello parece querer emular a Vallenilla, sin su talento intelectual of course.
Cuando leí las declaraciones del Capitán Cabello no salía de mi asombro, pues dijo, palabras más o menos, que si la oposición quiere elecciones no podrá participar, porque la MUD será eliminada como tarjeta electoral y los partidos políticos no están legalizados y tendría que participar solo el PSUV en los comicios que sean convocados. Esas declaraciones espero que hayan sido dadas en un momento de euforia oratoria, pues si fueron emitidas en su sano juicio, entonces habría que analizarlas con un poco más de detenimiento.
En efecto, si Diosdado lanza el globito de ensayo de la posibilidad de unas elecciones, con la única participación del gobierno, es porque quiere provocar un golpe de estado que defenestre a Maduro con todo y Vicepresidente, únicos personajes que le hacen sombra, en su partido, para una eventual candidatura presidencial. Hay que recordar que cuando Vallenilla Lanz (o realmente Vallenilla Planchart), lanzó la propuesta del plebiscito, era porque se vencía el período constitucional y era menester convocar a elecciones presidenciales, a las que temían como el diablo a la cruz. Entonces, Vallenilla tuerce la ley porque cree es la fórmula para correr la arruga y prolongarle la vida a aquel régimen moribundo, más o menos como éste, mutatis mutandi. Todos recordamos el desenlace de aquel despropósito que culminó con la salida, entre gallos y medianoche, de la “vaca sagrada” por Maiquetía, llevando su preciosa carga de exiliados.
La mala noticia para Diosdado es que no estamos en la Venezuela del 57, sino en la época de la “aldea global” de que nos hablaba Marshall Mcluhan y hoy día la solidaridad internacional no es un grito en el vacío, sino que las normas del Derecho Internacional siempre prevalecen. Sino remember Fujimori.
Este régimen nos ha metido en el túnel del tiempo, porque estamos planteando reivindicaciones del año 1945: sufragio universal para que el pueblo ejerza su soberanía, después de un proceso transicional, aunque no aparezca aún el candidato para tal propósito, porque creímos podía ser Diosdado, pero ahora, al capitán, como que se le adelantó la misma enfermedad que al Dr. Escalante. Pobre Venezuela.