Reinaldo Gadea Pérez
Luego del trajín de las elecciones para gobernadores, en las que participó doblemente la oposición, pues fueron a primarias para escoger sus candidatos, vino la jarana del fraude, que como dijo un oficialista, solo se cantó en estados donde perdieron, y el embrollo de la juramentación de los electos.
Ese fue el tema que nos invitaron a discutir en una parrillada, en la que el anfitrión puso la comida y el descorche. La verdad, la tenida resultó interesante, aunque el tema se redujo a la juramentación de los adecos por ante el nuevo cuerpo colegiado exclusivamente integrado por rojos rojitos. Uno de los convidados se manifestó totalmente en contra de dicho acto, alegando que se sentía traicionado por los cuatro personajes y afirmó estar totalmente de acuerdo con la gallarda postura de Guanipa, que se negó rotundamente a hacerlo, exigiendo, como dice la Constitución del Zulia, a prestar juramento ante la Asamblea Legislativa de dicha entidad.
De manera casi inmediata, y sin dejarlo hablar más, otro de los invitados aplaudió la conducta de los juramentados con argumentos que a otros de los presentes les parecieron válidos.
En primer término, señaló, las elecciones fueron convocadas por ese organismo, que giró instrucciones en ese sentido al Consejo Nacional Electoral, que sumisamente, perdón, subordinadamente, aclaró, dio cumplimento a lo ordenado. ¿Y en qué estaba la oposición? Preguntó y de inmediato contestó sin dejar que nadie argumentara, pues buscando elecciones dentro del marco constitucional, y esa era una de ellas. Aceptaron ir, a sabiendas de las condiciones impuestas, y lo hicieron porque pensaban que iban a ganar en la mayoría de las circunscripciones electorales, y si hubiesen ganado entonces en medio de la algarabía y el júbilo, todos estarían juramentados y otras explicaciones nos darían, pero como la derrota fue aplastante, entonces a buscar una excusa, que no sean tan ridículos, concepto que por cierto pareciera haber perdido la oposición, sentenció.
Acto seguido, el dueño de la casa expuso que de haber resultado electo él también se hubiese juramentado, y por muchas razones. Comenzó por señalar que un acto llevado a cabo con vicios en la voluntad no tiene valor alguno, y dejó saber que él, además, habría prestado juramento ante la línea de taxis que está en la esquina de su casa, ante los bomberos de Miranda, en el club del cual es socio y ante cualquiera otra organización con o sin fines de lucro, recordando que Chávez juró sobre una Constitución moribunda y luego la mató.
Ese acto no tiene ninguna validez, entonces ¿por qué no hacerlo? A mí la dignidad no me la malogra quien quiere sino quien puede, y perfectamente hubiese seguido el guion impuesto por la revolución; cualquier cosa menos abandonar el teatro; recuerden, el pájaro no canta porque sea feliz, es feliz porque canta, que es muy distinto.
Lo que sí parece, advirtió otro que se prestaba a engullir su carne, es que el gobierno está logrando su propósito, desunir la unión. No puede ser, argumentó, que quien se considere un líder nacional diga que no se vuelve a sentar en la mesa con el líder del partido que acaba de sacar más votos, es una reacción inentendible, por decir lo menos; yo me quedo callado y luego discuto, sobre todo cuando ya se sabía, de antemano, el argumento de la subordinación a la ANC. Había que inscribirse, había que votar, había que robar espacios, por más pequeños que fuesen. Ahora deben pensar qué van a hacer con las elecciones de alcaldes, ¿van a regalar Chacao, Baruta y El Hatillo, por solo mencionar algunas? Recordemos que el sabio no dice lo que piensa y piensa lo que dice.
Fuente: http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/complicado_675945