Por Norma Rivas
Antímano celebra este miércoles 8 de mayo 398 años de fundada como parroquia civil, una zona en donde a diario los habitantes se enfrentan a las deficiencias de los servicios públicos. No obstante, conservan las ganas de seguir adelante. Los mediodías con los muchachos correteando por las aceras cuando salen del colegio son la muestra más clara de la vitalidad que hay en esta zona situada en el oeste capitalino.
Caracas. Todos los días, a partir de las 5 de la mañana, ríos de gente bajan a pie las barriadas de Antímano, al oeste de la ciudad, hasta las estaciones del Metro de Caracas para, a punta de codazos y empujones, lograr un espacio en el tren. Van a sus centros de estudio y de trabajo. Otros hacen colas en las camioneticas que van para El Silencio y Chacaíto. Son centenares de parroquianos empeñados en echar pa’lante, a pesar de las adversidades.
Este 8 de mayo, Antímano cumple 398 años de fundada como parroquia civil. No hay avisos de celebraciones, no despertaron a los vecinos con bombos ni platillos. Dirigentes políticos como José Gregorio Ochoca, conocido como Chegoyo, dicen que no hay nada que celebrar este día, pues el sector se encuentra en total abandono «y las políticas del gobierno la emperoran».
La grave crisis alimentaria, dice, hace estragos en sus habitantes, el servicio del transporte periférico es anárquico; la delincuencia es una cultura y pareciera que la comunidad se resigna a vivir así porque no hay autoridad que responda. «Más bien cuando están las FAES hay un saldo de inocentes muertos y la parte patrimonial está en completo abandono».
Son críticas valederas viniendo de un personaje que conoce la parroquia como a la palma de su mano y que busca mejoras a todos estos problemas. No obstante, a lo interno de la parroquia —que según el Instituto Nacional de Estadística (INE) para el 2007 tenía una población de 150.971 habitantes— hay un gentilicio que resiste a las adversidades.
Sentado en la plaza Bolívar, Freddy Marquina observa el panoraba y comenta: esta es una parroquia sabrosa para vivir. «Tiene buen clima, y hay gente buena. Allá en El Carmen tengo buenos vecinos».
Carapita, La Yaguara, Las Delicias, Santa Ana, Las Clavellinas, 1 de mayo, El Esfuerzo, Subida El Caballo, La Gruta, Germán Rodríguez, El Refugio, La Redoma, La Acequia, El Carmen, Vuelta del Fraile, La Cauchera, La Gruta, La Grama, La Vima, El Algodonal, La Colmena, La Quebrada, Matapalo, Subida de la Pedrera, El Rosario, El Cementerio, La Vencedora, además del casco histórico de Antímano, son las comunidades más famosas. Sus problemas siempre han sido los mismos derrumbes y delincuencia. Ahora la falta de agua y de transporte. «Pero aquí buscamos ir arreando esas precariedades, no es costumbre, es que uno tiene sus raíces aquí», comenta Marquina, con 46 años en la parroquia.
Cuando se trata de la historia de Antímano, vecinos como Domingo Pérez y José Gregorio Ochoa no dejan pasar por debajo de la mesa el aniversario, contactan a periodistas para recordar que esta parroquia caraqueña fue creada el 8 de mayo de 1621, y denunciar los problemas y calamidades que sufren sus barriadas.
Su nombre surge de la mezcla de dos palabras Atamanona y Amatima, de dos grupos indígenas que habitaban la localidad en la época precolombina. Un ícono histórico es la Casa de Guzmán Blanco, construida en una hacienda a mediados del siglo XIX por el presidente Antonio Guzmán Blanco para pasar temporadas vacacionales. Hoy, este lugar se usa solo para actividades comunitarias y partidistas del partido PSUV. La comunidad no tiene libre acceso a esas instalaciones, con el agravante de que la nueva generación desconoce la historia fundacional.
La iglesia Nuestra Señora del Rosario es su máximo patrimonio histórico y religioso.
Los vecinos aprovechan este aniversario para pedir un «cariñito» para el templo, que requiere pintura, repación de fachadas y rejas.
Además de las deficiencias de los servicios públicos —como la vialidad— en pésimas condiciones, falta de agua potable, constantes bajones de luz, que impiden el buen funcionamiento de los aparatos electrónicos y tienden a dañarlos; basura en las aceras principales, falta de camiones recolectores, retraso en la distribución de las bombonas de gas; el gobierno municipal tiene una deuda y es la construcción del mercado. La instalación es un «jarrón chino» y es por ello que todo el centro de la parroquia es un mercado ambulante.
También es otra deuda, pero del gobierno nacional, dar respuesta a las familias damnificadas, como María Caldea, del sector Terepaima en el barrio Santa Ana. El 27 de noviembre se cayó su casa mientras ella estaba hospitalizada en la Maternidad Concepción Palacios. María y sus cuatro niños están arrimados en casa de amigos en Carapita.
El deslizamiento sigue activo en el sector, pero sin el debido monitoreo de los organismos encargados de atender emergencias: Protección Civil, Bomberos del Distrito Capital y el Instituto Municipal de Gestión de Riesgos y Administración de Desastres.
Las 10 familias damnificadas, con la asesoría y el acompañamiento de la ONG Espacio Público, redactaron un documento y lo entregaron en la Defensoría del Pueblo el 18 de diciembre del 2018, donde informan al defensor Alfredo Ruiz la situación que vive el barrio por causa del deslizamiento y la falta de atención de los entes del Gobierno.
Se llevaron cinco familias a un refugio en La Florida y las otras cinco esperan por respuestas.
Ahora, como en líneas anteriores, las calamidades y adversidades persisten. Sin embargo, queda entre los habitantes amor, paz y trabajo. «Gente con futuro», dicen por las calles. Mensaje que los mismos parroquianos dejaron plasmado en un mural que fue pintado en una de las paredes centrales de la intercomunal de Antímano.
Fuente: Crónica Uno