Scroll Top
Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

Anotaciones sobre una pandemia por “el último Foucault” (I)

pandemia
Foto: archivo WEB

“Me parece que, en la ´Historia de la locura’, en ‘Las palabras y las cosas’ y también en ‘Vigilar y castigar’ mucho de lo que se encontraba implícito no podía hacerse explícito debido a la manera en que planteaba los problemas. Intenté señalar tres grandes tipos de problemas: el de la verdad, el deI poder y el de la conducta individual. Estos tres ámbitos de la experiencia no pueden comprenderse, sino unos en relación con los otros. Lo que me perjudicó en los libros precedentes es el haber considerado las dos primeras experiencias, sin tener en cuenta la tercera”. Michel Foucault, El retorno de la moral.

Por Rosa Amelia Asuaje @AmeliaAsuaje | Juan Carlos Gutiérrez @juancgutierrezc.

Las modelizaciones y maquetas suelen ser atractivas para nuestras mentes. Vivimos en un mundo de simulaciones, pronósticos, levantamientos de croquis en tiempo real y de renderizaciones que nos hacen ver una realidad virtual que sucederá en un futuro paralelo al que nos acecha día a día en medio de la cotidianidad más aburrida. Así, seducidos por la novedad, nos distrajimos gran parte del 2019 en prefigurar y hacer un render del 2020, año redondo publicitariamente por su sonoridad única para el marketing digital y político.

Vaticinamos la liberación de países, la guerra de otros, el muro de algunos y las grandes conciliaciones astrológicas de todos los planetas alineados a nuestros signos zodiacales. Pero resultó que nos sorprendió una sopa a inicios de este año perfecto: sí, una sopa de murciélagos que decían que traía una epidemia allá lejos en Wuhan, un lugar del mapa en China donde comen animales vivos.

De pronto, el mito urbano se hizo Ciencia y llegó al norte de Italia un microorganismo en forma de corona que la sociedad médica del planeta llamó Covid-19. Entonces, así, con un virus casi desconocido en los albores del 2020, empezó nuestro camino por la fragilidad humana más palpable que cualquier simulación bien diseñada de la fatalidad. Empezaron a infectarse cada día más personas en Lombardía, pero nosotros, los otros que no vivíamos allí, nos repetíamos neuróticamente: “Ese virus no llegará a mi país”, hasta que se pasó a España y empezaron a caer infectados amigos, seres queridos y afectos virtuales fraguados en las redes por medio de eso que llamamos solidaridad automática y holística en Instagram, Facebook o Twitter. La aldea global se enfermó y sigue su curso por el Río Grande hasta Tierra del Fuego y salta al Pacífico y al Índico y a todos los mares que unan pueblos, comarcas, ciudades y montes.

Mientras tanto, en esos multiversos borgianos, Michel Foucault yace en su cama de hospital en un París de 1984 y desde allí nos recuerda que ningún virus puede afrontarse sin la plena consciencia de sí. Un Foucault cuyo cuerpo latía débilmente a causa de uno implacable para el momento como el HIV; un Foucault cuyo cerebro trabajaba con la urgencia del que se sabe ausente de futuro y nos lega una entrevista en la que nos describe su interés por el estudio del éthos del hombre de la Antigüedad griega y romana, desde los siglos V a.C hasta el I de nuestra era.

El filósofo nos deja en claro que no es posible plantearse un problema filosófico sin atender la estructura del sujeto que hace la historia y configura las ideas según sus necesidades y momentos políticos, económicos y sociales. Vuelve Foucault a las prácticas ascéticas pitagóricas, socráticas y platónicas del “cuidado de sí” por el bien de sí mismo y de los otros[1]; nos recuerda que eso que hoy en día llamamos solidaridad es la posibilidad de instaurar un éthos compartido que reconozca las diferencias del otro y las cuide por el bien común. Al respecto de hacerse un estilo de vida filosófico o éthos de sí, que se condiga con la ética del cuidado de sí y de los otros, nos dice:

“No estoy seguro de poder dar una respuesta. Creo que, en efecto, la cuestión del estilo es central en la experiencia antigua: estilización de la relación con uno mismo, estilo de conducta y estilización de la relación con los otros. La Antigüedad no ha dejado de plantear la cuestión de saber si era posible definir un estilo común a esos diferentes dominios de conducta. Efectivamente, el descubrimiento de este estilo habría permitido, sin duda acceder a una definición deI sujeto. La unidad de una «moral de estilo» no comenzó a ser pensada, sino bajo el Imperio romano, en los siglos II y I, e inmediatamente en términos de código y de verdad”.

Pero, tal como lo hizo notar el filósofo en esa entrevista, el problema central radicó en la imperiosa necesidad de hacer extensiva esa propuesta para todos los pobladores de la Antigüedad a través de pensadores como Séneca, Epicteto y hasta del mismo Marco Aurelio[2]. La razón siempre entrañó el mismo principio y ese se centraba en la no consideración del mismo estilo de vida para todas las personas, o como diríamos actualmente, en la concepción de equidad en la que los mismos derechos sean extensivos para todas las personas, premisa contemporánea de los derechos humanos.

Así, en plena pandemia, seguimos criticando a los gobiernos por el excesivo registro de la intimidad a través de ese panóptico, ya desdibujado y solo vigente para el Foucault de “Vigilar y castigar” de los años 70. Filósofos contemporáneos como Giorgio Agamben, Slavoj ŽiŽek, Jean Luc Nancy o Franco “Bifo” Berardi[3], ponen en tela de juicio el rol de los gobiernos o del sistema capitalista por su presunto afán de observar, controlar y vigilar la vida ciudadana bajo la premisa de garantizar su salud y escanear, al buen estilo de Corea del Sur o Singapur, el oikos o vida privada de los sujetos, sin destacar que empresas como Google y las redes sociales tienen ya el control de nuestra data.

En medio de reclamos anacrónicos de cientos de pensadores se le exigiría al Foucault estructuralista que siga ocupándose de las palabras y las cosas en el marco de una arqueología caduca. De allí la cita que inicia este texto y que ha servido de disparador temático para proponer una mirada a ese Foucault en su cama de hospital hablando de ética del individuo, del cuidado de sí por el bien del otro y de sí mismo, desplazando el foco hacia la solidaridad humana inherente en sus últimos textos. Así, nos podríamos preguntar con otra voz más compasiva: ¿Hasta cuándo tendremos que esperar por la solidaridad en el mundo sin tener un celo primitivo por ese otro infectado que temo ser yo?

El otro existe porque puedo ser yo mismo mañana, así como ese último Foucault que no tuvo la oportunidad de seguir su camino y se convirtió en un Michel enfermo que jamás pudo terminar su otra obra, su vida otra, su cuidado de sí mismo por el bien de sí y de la pólis.

Notas:

[1] Cf. Asuaje, R.A (2014) “Revisión de las prácticas del cuidado de sí en la relación maestro-discípulo en la antigüedad griega y romana. Una revisión de los postulados de Sócrates, Platón y del Cristianismo Primitivo realizadas por el último Foucault (1982-1984)”, en Educere, vol. 18, núm. 60, mayo-agosto, 2014, pp. 237-248. Universidad de Los Andes-Venezuela. Disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/356/35631743016.pdf

[2] Cf. Asuaje, R.A (2015) “Las prácticas educativas en la enseñanza de la filosofía en la Roma imperial desde la mirada de Michel Foucault”, en Educere, vol. 19, núm. 63, mayo-agosto, 2015, pp. 391- 403. Universidad de Los Andes-Venezuela. Disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/356/35643049005.pdf

[3] Cf. Agamben, G; ŽiŽek, S et al., (2020) Sopa de Wuhan. Pensamiento contemporáneo en tiempos de pandemia. Disponible en:  https://www.elextremosur.com/nota/23685-sopa-de-wuhan-el-libro-completo-y-gratis-para-leer-sobre-el-coronavirus/

Fuente: https://forpeaceandfreedom.org/2020/04/13/anotaciones-sobre-una-pandemia-por-el-ultimo-foucault/

Entradas relacionadas

Subscribe
Notify of
guest
0 Comentarios
Inline Feedbacks
Ver todos los comentarios
0
Me encantaría saber tu opinión, por favor comenta.x
()
x
Nuestros Grupos