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Alternativas para la libertad religiosa en Latinoamérica

Crédito: Valeri Mélnikov

Por Mónica Muñoz

El presente y futuro de los cristianos se ve comprometido por los gobiernos autócratas, que desean acabar con la libertad religiosa.

“Los cristianos perseguidos en todo el mundo nos invitan a no dejar de orar por ellos y a no callar”, dice, para Aleteia, Julieta Appendini, directora de la organización Ayuda a la Iglesia Necesitada en México, quien comentó que la libertad religiosa se está viendo vulnerada en muchas partes del planeta.

El informe Libertad religiosa en el mundo, elaborado por la fundación pontificia, reconoce que en las regiones de África y Medio Oriente es donde existe menor libertad religiosa; mientras que, en América, los países más afectados son Venezuela, Cuba y Nicaragua. Al respecto, Appendini comentó que el factor común de dichos países americanos es que están gobernados por un autócrata.

Persecución, crueldad y mal uso del poder

Un autócrata es el que persigue, explicó Julieta. Es un individuo a la cabeza de un grupo —de mayor o menor dimensión— que ejerce el poder sin límites aparentes, con crueldad, y que hará lo que considere necesario para permanecer en el poder.

Esta es la cabeza estratégica para todo lo que va en contra de la libertad religiosa, comentó, y es una situación que se ve con claridad en Medio Oriente, con los terroristas. Por ejemplo, la situación que vive Pakistán, donde las minorías cristianas tienen que esconderse porque han sufrido varios ataques en iglesias, casas y en sus personas por cuestiones relacionadas con el Islam, sin que ellos hayan ofendido a los musulmanes.

Otro punto a tomar en cuenta es que el autócrata puede haber sido elegido por una mayoría, puede ser el que tenga más dinero, el poder y las armas y, evidentemente, la sociedad le teme porque puede quitar hasta la vida. Explicó también que estas manifestaciones empiezan a verse en América.

¿Cuál es el objetivo del autócrata?

Julieta Appendini dijo que, principalmente, lo que el autócrata busca es deshacerse de cualquier persona o institución que limite su poder; quiere infundir miedo en los sujetos, expropiar y tener control absoluto, hasta de las vidas humanas.

Sobre el motivo de la persecución a grupos religiosos, expresó que, generalmente, quiere usar su fuerza para eliminar a las comunidades que considera son un riesgo para él, así como a todo aquel que vaya en contra de su estrategia de dominio.

Asimismo, parte de su objetivo es fabricar minorías religiosas. En Latinoamérica, donde las mayorías son católicas, el autócrata intenta eliminarlas y restarles importancia, poder, alcance y presencia, como sucede actualmente en Nicaragua, donde el autócrata se ha ido en contra de la institución católica porque era quien denunciaba las atrocidades de su gobierno.

El eje central para la violación de los derechos humanos

Estos actores políticos utilizan ataques terroristas o recurren a la eliminación o tergiversación de la historia nacional (cambian la historia de la colonia, bajan estatuas, modifican los nombres de las calles), reforman las leyes que reflejan la importante contribución social del grupo enemigo, expropian donativos en divisas, denigran a los creyentes, imponen un único discurso permitido (forzan el pensamiento y la expresión verbal) y utilizan múltiples recursos para normalizar la discriminación y justificar la violencia.

El autócrata es el eje central para la violación de los derechos humanos y, por consiguiente, para la libertad religiosa.

Esperanza en las soluciones posibles

Para Julieta Appendini, la solución no es sencilla, pero la defensa de la libertad religiosa está en manos de la sociedad. Señaló que es necesario informarse, conocer los derechos y utilizar el estado de derecho y acuerdos internacionales que existan; por otro lado, existe la necesidad de denunciar las violaciones cometidas. Apenddini afirmó que las atrocidades de genocidio en África y Medio Oriente se han detenido por la denuncia, porque cuando se ponen en evidencia, se frenan.

La invitación directa es a la solidaridad con los hermanos que están sufriendo, a la oración por la paz y a la participación activa en el debate y búsqueda de soluciones “porque tenemos mucha esperanza”, concluyó.

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Este artículo fue publicado originalmente en Aleteia.org

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