Por José Guerra
El 5 de enero de 2020 se va a elegir la nueva junta directiva de la Asamblea Nacional, tal como corresponde según la Constitución vigente. Algo bueno habrá hecho y está haciendo la Asamblea Nacional para que el régimen y sus colaboradores se hayan propuesto la liquidación del parlamento y el liderazgo de Juan Guaidó. Lo cierto, es que esta Asamblea Nacional le negó al régimen de Maduro la posibilidad de endeudarse de manera legal, todo vez que no presentó la correspondiente Ley de Presupuesto; ha sido esta Asamblea la que ha dado la lucha para denunciar las violaciones de los derechos humanos y la represión del régimen; la Asamblea publica las cifras económicas que el régimen esconde y también la que adoptó una decisión difícil y arriesgada, como fue el nombramiento de la Junta Directiva de CITGO para tratar de salvarla, debido a que la intención de Maduro era que los acreedores se quedaran con dicha empresa.
Para el régimen, el control de la Asamblea Nacional es un punto de honor, porque con ello le darían el barniz de legitimidad a Maduro y lo sacarían de su aislamiento internacional y así consolidarían la dictadura. Con ese objetivo en mente, primero se propusieron comprar diputados para tratar de fracturar la mayoría que obtuvimos en diciembre de 2015. No era esta una tarea fácil, porque la contabilidad indicaba que debían hacer transacciones con más de veinte diputados y la erogación sería significativa y los resultados inciertos.
Ahora han mutado de estrategia. Con la activación de Tareck William Saab y Maikel Moreno pretenden allanar la inmunidad de diputados que actualmente no tienen suplentes y de aquellos cuyos suplentes ya fueron comprados. Las jugadas lucen coherentes para sus propósitos de conseguir con billetes verdes y el uso de los tribunales lo que los votos no le dieron. Recordemos que la primera acción del régimen fue eliminar tres diputados de Amazonas para quitarnos la mayoría calificada para, posteriormente invocar la figura del desacato, que solo existe en la mente perturbada de los juristas al servicio de la dictadura.
En cualquier caso, van a fracasar porque el 5 de enero de 2020, Juan Guaidó será ratificado como presidente de la Asamblea Nacional y de allí se abre de nuevo un período de lucha más intensa para rescatar algo sagrado: el derecho del pueblo venezolano a elegir un nuevo presidente mediante comicios transparentes y competitivos.