Minerva Vitti Rodríguez
Pasan los rosados del atardecer escuchando noticias de sangre. Hoy es difícil apreciar la belleza, pero sin ella todo está muerto. Wiu wiu. Revolotea el pájaro de mal agüero en Kanaimö y su canto se escucha en todo el territorio pemón (y más allá). Por la ventana se asoma el gris del inicio de la noche. Las nubes resisten, los trazos rosas forcejean, pero es inevitable, la noche siempre llega.
Wiu wiu
—¿Quién eres tú, el alma de un compañero?
Wiu wiu sigue cantando.
Otra vez nos mienten. Otra vez nos van a matar. Otra vez la sangre. Otra vez el despojo.
Otra vez el pájaro que avisa de los peligros.
El alma se entristece.
La tierra escucha paciente el grito de los que caen. Las balas encuentran refugio en las copas de los árboles. Cuando Charlie abre los ojos, todo a su alrededor es rojo brillante. Memoria que se escurre por sus venas. Sus ojos en exilio observan la sabana. El derrame cauteloso de las nubes. El día convertido en desgracia. El bagazo de su caña ha quedado vacío. Ekatón.
“Han matado a uno de nosotros como si no fuese persona”.
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Ekaré.
El 8 de diciembre de 2018 cuerpos de inteligencia del Estado venezolano ingresaron con una operación militar encubierta, con la misión de inutilizar equipos mineros en la mina de Campo Carrao, muy cerca de Körepakupai Wena Vena (Salto Ángel), dejando como resultado dos indígenas pemón gravemente heridos y uno muerto, Charlie Peñaloza Rivas.
Dirigentes indígenas de Canaima denunciaron que el componente armado que realizó la incursión entró a la comunidad como turistas, contrató una excursión al Salto Ángel y, en medio del trayecto, obligó a los guías a desviarse a las minas en el río Carrao.
El Consejo de Caciques del Pueblo Pemón, organización legítima que representa al pueblo pemón y que está formada por capitanes de los sectores II, III, V, VI, VII, VIII del municipio Gran Sabana, activó la jurisdicción especial indígena.
Tanto las declaraciones del ministro de Defensa y del Presidente de la República dejaron claro que el plan es militarizar la Amazonía y agredir nuevamente al pueblo pemón.
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El pemón se levanta. Es como si estuviera recién hecho por el tiempo. Cantan las hojas de cada árbol. Pasa una brisa. Pata sek se alegra. Cada piedra habla. Esperemos un instante…
Esta es la guerra que no pedimos. Esta vez existimos. Estamos aquí. No somos paisaje. Esta vez contamos la historia completa. Hoy puedo decir que no fue en mi nombre que entregaron el territorio. Curo todos los males. Iña maimu. (esta es mi palabra)
“Este no es momento de llorar. Es momento de levantarlos, de hablarle al país y al mundo que no estamos solos. Cincuenta y dos pueblos indígenas que componen el país estamos unidos ahora. Somos gente de paz. No somos caníbales. No somos personas que vamos a invadir tierras. Respetaremos a las instituciones siempre y cuando ustedes nos respeten”.
Wiyuyima canta alegre.
A-pantoní-pe nichii (sirva para ti este cuento)