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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

Voluntad, formación y plan

Foto 1_Miguel Gutiérrez_ EFE (1) (1)

Por Luisa Pernalete | @luisaconpaz

Todos sabemos que hay una gran diferencia entre una sopa instantánea, esa que viene en un sobrecito y en diez minutos está lista, la cual, si bien podrá quitar un poco el hambre, la realidad es que alimenta poco, y un sancocho de esos criollos, con bastantes verduras, con pollo, o con costillas. Este segundo, apetitoso siempre, requiere su tiempo de elaboración, picar los diversos ingredientes y tener la paciencia para que esté espesito.

Se preguntarán, pero qué tiene que ver una sopa de sobre y un sancocho en una columna destinada a promover la convivencia y que, además, suele encarar los problemas del país… Me van a perdonar lo coloquial, pero se me ocurrió aquella analogía luego de ver esta semana trágica en Venezuela, no solo por el drama de Las Tejerías, en Aragua, sino también por unos cuantos municipios del país que están en emergencia. Se enfrentan esas tragedias una vez que pasan, se recogen escombros, se limpian las calles, a veces se recuperan cuerpos de víctimas. Todas son acciones inmediatas, necesarias, pero no las únicas que deberían hacerse.

Mientras escribo estas líneas, recordaba una pregunta que me hizo una periodista de Nueva Esparta, al señalar su preocupación por el crecimiento de la violencia interpersonal en este estado, antes considerado un “paraíso” en ese sentido, y ahora hasta con un capítulo del Observatorio Venezolano de Violencia. Ella preguntaba: “¿Se puede hacer algo desde el hogar o la escuela para detener tanta violencia?”. ¡Pues claro! A eso me dedico en gran parte, –respondí.

Pero también le advertía que no era cosa de recetas instantáneas, de un día para otro, con un par de acciones. Se necesita, en el hogar, por ejemplo, formar a las madres y a los padres, para aprendan a enseñar con el ejemplo; enseñarles que los niños de 0 a 7 años, aprenden por modelaje; se requiere, además, enseñar a las familias a resolver sus conflictos por vía pacífica, a corregir a los hijos sin maltratarlos. O sea, se necesitan herramientas y la voluntad de querer vivir en paz y no en medio de la violencia. En las escuelas igual. En Fe y Alegría tenemos unos cuantos casos de centros educativos ubicados en comunidades muy pobres, con presencia de bandas delincuenciales muy violentas. Sin embargo, esos colegios, con decisión, formación, herramientas, plan y perseverancia, han logrado revertir climas violentos que incluso arropan a la comunidad… Educar para la paz y para la ciudadanía, es un eje del proyecto educativo de Fe y Alegría.

Volviendo a la idea del título coloquial, un sancocho –cargado de diversos ingredientes– requiere paciencia. Ahora, pasando a las tragedias en el país, a raíz de las intensas lluvias, no solo en Aragua, cuando se celebra el Día Internacional para la Reducción de Desastres, los expertos ambientalistas insisten en la necesidad de avanzar hacia un país con capacidades para prepararse y afrontar esos eventos extremos que se convierten en dramáticos desastres.

En Venezuela hay profesionales que defienden el ambiente, quienes perfectamente pueden contribuir a detener o aminorar los desastres. También hay gente capacitada con conocimientos para manejar los temas y acciones de torrentes y conservación de cuencas, pero hacen falta políticas de Estado e inversiones para ello.

Conocimiento y política de gestión de riesgos, subrayaba en estos días Alejandro Álvarez Iragorri. Sobre el desastre ecocida del estado Bolívar, ambientalistas como @clima_21, llevan años alertando sobre el daño que el Arco Minero del Orinoco está ocasionando en esa zona tan rica y vulnerable. Organizaciones ambientalistas han producido trabajos científicos, han lanzado sus datos, por ejemplo, sobre la deforestación del estado. No se necesita más que abrir los ojos para ver los cráteres que la explotación de oro está dejando en esos maravillosos ecosistemas.

El papa Francisco lleva tiempo instando a todos a que cuidemos la Casa Común, su encíclica Laudato Si es una bella forma de recordarnos que el planeta lo estamos acabando, y el deterioro ambiental genera víctimas. Todo líder político hoy, todo funcionario con poder para tomar decisiones debería leer esta encíclica, pero si no le da nota leer al Papa, acuda al menos a los expertos del país.

Necesitamos, pues, voluntad, herramientas –formación– y un plan, que se cumpla, para enfrentar los grandes problemas del país. Nada de maquillaje o medidas de unos días.


Fuente:

Esta columna ha sido originalmente publicada por la autora en su blog personal Hagamos las paces, el 16 de octubre de 2022.

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