“Solo se mojaron y en la orilla están, secándose al sol pronto sonarán.”[1] Así inicia Tin Marín del cantautor venezolano Ali Primera, canción inspirada y homenaje a los integrantes del grupo Madera fallecidos en un accidente en 1980. No obstante, Las líneas con las que inicia el clásico del cantautor venezolano sirven hoy como imagen para hacer referencia a la juventud de Venezuela. Son muchos los ruidos existentes en nuestro país son muchos los análisis para explicar, o intentar brindar una palabra frente a la coyuntura venezolana en todas sus dimensiones. Dentro de ese marco, la juventud no esta exenta de esta realidad empapados de todo este acontecer “en la orilla están”, y por orilla, entiéndase no la inacción sino la espera activa de una voz, una oportunidad para seguir asumiendo los desafíos del presente en este país, que no mira de nostalgias de un pasado ni de una ansiedad de futuro, sino que nos convoca en la actualidad a hacer frente en el acompañamiento de los jóvenes venezolanos.
Hace pocos días, en medio del aluvión de noticias suscitadas diariamente, me tocaba acompañar a jóvenes de una Parroquia. El encuentro se desarrolló por la noche. Algunos de ellos finalizaban sus jornadas de trabajo, otros se van disponiendo para el inicio de las clases. Se reunieron unos quince jóvenes para escuchar no solo un mensaje, sino escucharse y evidentemente acompañarse.
La importancia de acompañar
Acompañar, viene siendo, y hoy es más que nunca desafiante en Venezuela, pues quien acompaña experimenta la necesidad de ser acompañado y encontrar palabras de aliento y esperanza para si mismo y para su entorno, tal cual como aquel que abre una ventana intentado que entre el aire y la luz al espacio habitado.
Para estos días inician semestre las universidades, el año escolar en distintos niveles educativos, las parroquias siguen siendo habitadas por jóvenes, aunque las cifras migratorias indiquen son muchos quienes se han ido del país. En medio de esa dinámica aflora en un país herido una “madera preciosa…madera esperanza, madera canción.”[2] No reconocer esto es entrar en una espiral de mezquindad, de no valoración, de desesperanza. “haremos una mano con esa madera para golpear bien fuerte a quien desde siempre golpea y nos golpea.”[3] A mi juicio, siguiendo con un extracto de la canción de Primera, esas líneas se convierten en invitación, un quehacer necesario: hablar a los jóvenes explícitamente de la vocación, de la importancia de sentirse llamados a descubrir y materializar sus sueños y hacerlos realidad, sin obviar el contexto, pero asumiendo las oportunidades que de allí se desprenden.
No hay manual
Para ello, no hay manual. Se habla desde lo que va siendo la propia experiencia vocacional, con sus luces y sombras. Se supera el soberbio “nadie da lo que no tiene”, al necesario y humano “damos lo que tenemos” para afrontar todo aquello que nos reste hoy como país.
Frente a estos escenarios, si ya es complejo hablar del país mucho más lo es hacer referencia a la vocación. A nivel eclesial, esta palabra se ha asociado, reducido, únicamente a la vida religiosa: sacerdotes y monjas en detrimento del papel laical y de tantas familias cuya opción es vital para las dinámicas de la Iglesia. Por otro lado, tomar conciencia de nuestra llamada en la incertidumbre país y más aun hablar de ello a los jóvenes no es tarea sencilla. Se teme caer en cinismos, falsas promesas e idealizaciones. No obstante, hay algo, existe algo, se mueve algo que nos sigue sosteniendo día a día para seguir adelante y que no se puede apagar, pues puede convertirse en inspiración, para las generaciones noveles que se preguntan, interpelan y cuestionan su ser y estar en esta tierra.
“Sólo el amor alumbra lo que perdura. Sólo el amor convierte en milagro el barro”[4] y el amor hoy en Venezuela “depende del tipo de persona que se es. De sus creencias y sus esperanzas, de sus valentías y sus miedos, de sus proyectos y su memoria. Lo importante es recuperar un sujeto valioso y dejar que él cree lo demás.”[5]
Diálogos y vocación
Para lograr esto último, es menester, salvar los diálogos cotidianos, cercanos y sentidos; movilizar una fe entendida no como el “cúmulo de respuestas hechas, sino como la luz que guía interiormente, a través del claroscuro de la vida.”[6] superando así cualquier desfiguración generada ante tanta sobreinformación que, si bien es cierto, ayuda, hasta cierto punto, no puede ser determinante de nuestro proceder. Sí, será clave, la presencia de una juventud que nos recuerda que ellos para nuestro país son “una madera de puro corazón” [7]
Venezuela sigue día a día en sus distintas faenas, la juventud sigue presente anhelando y deseando mucho para nuestra tierra. Que no se olvide este sentir el cual es llamado y posibilidad. Hablar de vocación puede convertirse hoy en “ese fuego que alumbrará el camino.”[8]
[1] Ali Primera, “Tin Marín”
[2] Ibid.
[3] Ibid.
[4] Silvio Rodríguez, “Solo el amor.”
[5] Marina, Crónicas de la ultramodernidad, 107
[6] Garrido, Seguir a Jesús en la vida Ordinaria,131
[7] Ali Primera, “Tin Marín”
[8] Ibid.
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