Jesús María Aguirre s.j.
El 15 de febrero se conmemoró el 50 aniversarios de la desaparición del excura guerrillero Camilo Torres, muerto en combate con el ejército colombiano. No han faltado una serie de actos cívicos y marchas en varias ciudades latinoamericanas por parte de quienes lo consideran poco menos que un mártir de la revolución (grupo ELN), en un momento en que se desarrollan los diálogos de paz entre el gobierno colombiano y la insurgencia. También varias universidades han organizado seminarios para evaluar su contribución al cambio social en América Latina.
No todos comparten esa visión y algunos lo consideran como un fanático del cristianismo radical, que no aportó nada significativo a las Ciencias Sociales. Así, Luis Guillermo Vélez, escribe que: “En economía, las ideas de Camilo Torres no iban más allá de la vulgata marxista de la explotación y la lucha de clases”. Camilo Torres fue un violento que intentó hacer virtud de su ignorancia
Antes de incorporarse a la guerrilla Camilo Torres había estudiado en la Universidad Católica de Lovaina donde obtuvo una licenciatura en Ciencias Sociales con una memoria de grado titulada: “Aproximación estadística a la realidad socioeconómica de la ciudad de Bogotá” (1958), que fue publicada en 1987 con el título de “La proletarización de Bogotá”. Entre sus estudios es también muy conocido el diagnóstico de la Radio Sutatenza: “Las escuelas radiofónicas de Sutatenza Colombia: evaluación sociológica de los resultados” (1961). Pero en búsqueda de la eficacia política dejó el mundo académico para incursionar en la acción subversiva y afiliarse a la guerrilla.
El sociólogo Fals Borda, con quien participó en la fundación de la primera facultad de Sociología en la Universidad de América Latina en la Universidad Nacional, resume así su significación política y social:
“El Padre Camilo Torres Restrepo, símbolo de nuestra ‘generación de la violencia’, cuya visión ideológica y consistencia de carácter se están perfilando con claridad. El fútil silencio que se ha decretado en el país [Colombia] sobre su vida y su obra a favor de la causa de la renovación nacional, queda compensado con creces, no sólo por la lealtad de los diversos grupos nacionales que mantienen viva su memoria, sino por la resonancia internacional que el padre Torres ha ganado desde su muerte en febrero de 1966”. Sus principios, y el relato de su vida, aparecen con comentarios en periódicos y revistas de todo el mundo, y se incluyen en agendas de reuniones eclesiásticas y seglares. Son actos de justicia que seguirán multiplicándose a medida que pasa el tiempo. La influencia intelectual y personal del padre Torres ha sido y seguirá siendo importante. Fue el tipo de subversor moral, de los que abren trocha nueva”. (Orlando Fals Borda, La subversión en Colombia. Fica-Cepa: Bogotá, 2008)
En Venezuela su influencia se debió sobre todo al Grupo Golconda, grupo importante de curas rebeldes, liderado por monseñor Gerardo Valencia Cano, vicario apostólico de Buenaventura, que accionaba también en la frontera colombovenezolana. Dirigentes de la Izquierda Cristiana venezolana se inspiraron en sus propuestas de acción y ejercieron influencia en las bases juveniles tanto de la Democracia Cristiana como de los movimientos apostólicos de la Iglesia (J.O.C., Legión de María, JUFRA y otros).
La revista SIC, atenta a estos cambios en el mapa sociopolítico y religioso, recogió en un documento, titulado “El Ché Guevara y Camilo Torres” su posición ante estos hechos que convulsionaron a la Iglesia Católica y, en general, a los grupos cristianos, donde se decía: “Hay que establecer diálogo, hay que entender y comprender a los jóvenes que no están de acuerdo con nuestros valores y esquemas y hay que tomar en cuenta al marginado, que cada vez presiona más para que se le dé participación”.
Véase también: “¿Camilo Torres todavía?”