Por Jesús María Aguirre, s.j.
Con el amigo José Visconti me encontré varias veces en situaciones bien diversas. Por una parte, más de una vez compartimos jurados de trabajos de grado, que generalmente eran del tema deportivo. Por otra parte, cuando me tocó bendecir algún matrimonio de egresados de la UCAB, ligados el mundo del deporte, allá estaba también como invitado José Visconti. Pero además, era el hombre de fe que contribuyó con su saber y trabajo periodísticos en favor de la Iglesia. ¿Quién no recuerda su animación de la visita papal de Juan Pablo II en 1985, su libro “Francisco, el Papa de los pobres”, o su colaboración en la etapa difícil del diario La Religión? En una oportunidad me hizo la confidencia de que siendo estudiante del seminario, soñó con ser jesuita y añadía a su apellido el S.J., que identifica a lo jesuitas.
Decidió, más tarde, que ese no era su camino y formó una hermosa familia con la inapreciable María Teresa País, profesora destacada de periodismo en la Ucab y en la Ucsar. Una pareja ejemplar que ha compartido su visión cristiana de la vida en medio del bullicio del deporte, de la disciplina académica y la ternura familiar.