Charito Rojas
“Hay días en que me levanto con una esperanza demencial, momentos en los que siento que las posibilidades de una vida más humana están al alcance de nuestras manos.” Ernesto Sábato (1911-2011), escritor argentino, tomado de su libro “La Resistencia”.
La ONU y la delegación diplomática venezolana en ese organismo, anunciaron que Nicolás Maduro intervendría en la apertura de la 36° sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU el próximo lunes 11 de septiembre, en la sede de Ginebra. La soga en casa del ahorcado, pues. Menos de 24 horas después la delegación venezolana comunicó que Maduro no iría y que en su lugar intervendría el inodoro, incoloro e insípido canciller Jorge Arreaza.
Lo sorprendente de esta anunciada presencia es que el 30 de agosto pasado, el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU ( el funcionario mundial de más rango en este tema) presentó un determinante informe de 39 páginas sobre Venezuela, en el cual se denuncian “la existencia de una política destinada a reprimir el disenso político e infundir temor en la población a fin de frenar las manifestaciones” y “el uso generalizado y sistemático de fuerza excesiva durante las manifestaciones y la detención arbitraria de manifestantes y presuntos opositores políticos, que denota que no se trata simplemente de actos ilegales o insubordinados de funcionarios aislados”.
En el documento se pide al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que examine la posibilidad de tomar medidas para prevenir el agravamiento de la situación de derechos humanos en Venezuela, país que en la actualidad es miembro del Consejo (¡!). Este informe del Alto Comisionado indica que de las 124 muertes relacionadas con las protestas hasta el 31 de julio, 46 fueron presuntamente obra de las fuerzas de seguridad y 27 de los grupos armados progubernamentales conocidos como colectivos.
Un mes antes de las elecciones parlamentarias de 2015, el presidente venezolano pidió una reunión fuera de agenda del Consejo en Ginebra, la cual se realizó el 12 de noviembre, bajo protesta de algunos miembros y de grupos de derechos humanos, que exigieron dar el mismo tiempo a la esposa de Leopoldo López, Lilian Tintori. La reunión fue solo para escuchar a Maduro, ya que al contrario del “examen” periódico que Venezuela reprobó con el consenso mayoritario de los miembros de la Comisión, en esa oportunidad fue un “monologo sin disenso
“Después de esto solo nos falta invitar a Erdogan de Turquía, Assad de Siria y Kim Jong-Un de Corea del Norte”, expresó el director de una ONG defensora de derechos humanos al ver que Maduro solicitaba y obtenía una sesión sólo para decir lo que quisiera, sin que el Consejo le sometiera a pregunta ni cuestionamiento alguno. Pero en esta oportunidad, luego del demoledor informe sobre la violación de los derechos humanos en Venezuela, la presentación de Maduro no iba a ser monólogo sino un cuestionamiento abierto por parte de otros miembros de la Comisión, que por fin entienden claramente la tragedia humanitaria, política y económica de Venezuela.
“La democracia en Venezuela esta apenas viva, si es que sigue viva”, dijo Zeid Ra’ad Al Hussein, Alto Comisionado de la ONU para los Derechos humanos, cuando presentó el informe que etiqueta definitivamente al régimen violador. La documentación no sólo de este importante informe de la ONU, sino de los tres consecutivos presentados por el Secretario General de la OEA y los acuerdos de la Unión Europea, la Unión Interparlamentaria, Mercosur y más de 50 países, por fin ponen en relieve mundial cómo el gobierno venezolano suprime a los opositores políticos, somete a los prisioneros a tratos inhumanos y degradantes y restringe la posibilidad de los medios de informar libremente.
Más de 3.000 manifestantes, principalmente estudiantes universitarios, fueron detenidos entre febrero y diciembre de 2014. Más de 6.000 entre abril y julio de 2017. El Foro Penal venezolano contabiliza en estos momentos 603 presos políticos del régimen. En Fiscalía constan las denuncias de torturas físicas y sicológicas, violaciones de domicilio y detenciones sin orden alguna. Y algo gravísimo, desapariciones como la del Gral. ® Raúl Isaías Baduel, quien apareció, con la misma ropa con la que había sido detenido 25 días atrás, en una celda de castigo llamada La Tumba, en el Sebin; el diputado barines Wilmer Azuaje después de tres meses, apareció encadenado a una escalera en el Helicoide; el capitán Juan Carlos Caguaripano, a quien su esposa no ha logrado ver ni saber cómo está desde hace 23 días; como el magistrado nombrado por la Asamblea Nacional Ángel Zerpa, quien estuvo más de un mes encerrado en un baño; como el diputado Gilbert Caro, cuya inmunidad parlamentaria ha sido violada sin formula de juicio debido y permanece en una cárcel común en Tocuyito.
Mujeres, personas de la tercera edad, menores de edad, permanecen detenidos, hacinados o enfermos, como los estudiantes de la UPEL Ciudad Bolívar, que han contraído paludismo encerrados arbitrariamente en El Dorado. Personas honorables siguen detenidas sin razón alguna, como el profesor Santiago Guevara, quien ha perdido casi 30 kilos desde su incongruente apresamiento, en febrero; como las insólitas detenciones de Julio García, presidente del Colegio de Enfermeros de Carabobo y la Lic. Rosmary Di Pietro, presidenta del Colegio de Contadores. Como la de Omar Escalante, presidente de Fetracarabobo, un hombre enfermo y mayor. Todos ellos juzgados por tribunales militares por traición a la patria, cuando su único delito es la lucha por un retorno a un sistema de libertades. El luchador social Carlos Graffe cumple 45 días detenido sin razón alguna, mientras Lorent Saleh cumplió esta semana 3 años preso sin que se realice aún su primera audiencia.
La infamia no se detiene allí. Así los tribunales expidan boletas de excarcelación, la policía política los mantiene encerrados. Como a Yon Goicochea, a quien aún no liberan después de casi un año de que un juez ordenara libertad, igual que los policías de Chacao. La señora llamada “mamá Lis”, está presa sólo por dar comida a los guerreros de las protestas. La vileza toma proporciones inhumanas cuando detienen a las esposas y a las madres de los perseguidos que no localizan o han huido del país. Las torturan sicológicamente, les ponen bolsas en la cabeza, armas en la sien, les narran con sadismo lo que le van a hacer a sus hijos o maridos cuando los encuentren.
Las cárceles están llenas de inocentes mientras las hienas pisotean la constitución vigente a cuenta de una constituyente fraudulenta que pretende constitucionalizar el horror que viven los venezolanos, algunos sometidos y otros rebelándose por el hambre y las carencias de todo tipo. Venezuela está bajo la sombra de la miseria y la barbarie, luchando por su libertad frente a un régimen totalitario apoyado por una casta militar vergonzosa. La Fiscal destituida por la constituyente está recorriendo el mundo llevando pruebas que explican por qué el pueblo venezolano muere de hambre mientras la clase revolucionaria nada en millones de dólares, fruto de la corrupción.
Con razón arrugó.