(Jn 5,1-18)
Alfredo Infante sj
El número 40 en la biblia hace referencia a la totalidad. Hoy Jesús se encuentra con un hombre postrado en una camilla por 38 años, es decir, casi la totalidad de su vida. Este paralítico es un excluido entre los excluidos porque no tiene a nadie que lo acompañe. Está al borde de la piscina llamada la fosa, cuyas aguas eran consideradas sanadoras, pero allí había que entrar al momento que el agua se removía.
El paralítico nunca podía entrar porque otros se le adelantaban. Llevaba, pues, casi toda la vida viendo perder su gran oportunidad y con la impotencia de no tener a nadie que lo apoyara. Esta situación lo revictimizaba; estaba ya casi resignado. Pero, Jesús pasó por su vida un sábado y le preguntó «¿Quieres curarte?». La pregunta suscitó confianza en aquel hombre y este le contó su vida a Jesús; en su narrativa lo primero que aparece es la queja y el lamento, pero pronto pasó de la queja a la acción liberadora.
El hecho de contar su vida, hizo que el paralítico tomara consciencia de su situación y, así, poco a poco, recuperó la confianza y fue vislumbrando alternativas. Al encontrarse con Jesús, comienza un proceso de despertar hasta actuar «desde sí» en corresponsabilidad con Jesús, quien le invita: «levántate, carga con tu camilla y echa a andar».
Nos cuenta el evangelio que «al momento el hombre recobró la salud, cargó con su camilla y echó a andar». Esta acción ocurrió en día sábado, día que los judíos tenían reservado para no hacer nada por reverencia y temor a Dios. La acción de Jesús y el paralítico fue, pues, a contravía del marco jurídico custodiado por los fariseos.
Hoy, con lenguaje moderno, diríamos que Jesús hizo un acto de desobediencia civil poniendo la dignidad por encima de la ley del sábado. Las autoridades al enterarse profundizaron la persecución hacia Jesús por considerarlo irreverente y desobediente a la ley del sabat. Jesús, por su parte, no lo hizo por mera protesta, Jesús no es un rebelde sin causa, su acción es propositiva, actúa haciendo memoria de Dios y mostrando que para Dios la dignidad humana está por encima de la ley.
Por eso concluye «mi padre sigue trabajando, y yo trabajo con él». Es decir, la más óptima manera de hacer memoria de Dios es defender la vida y apostar por la dignidad humana. No se puede reconocer la sacralidad de Dios, sin reconocer la sacralidad humana.
Muchos venezolanos hoy se encuentran postrados, llenos de dolor e impotencia, viendo, como aquel paralítico, cerrar sus posibilidades de rehabilitación. Pero, hoy como en Siloe, Jesús viene hacia nosotros para despertarnos y hacer que pasemos de la queja a la acción liberadora. No se trata de hacer borrón y cuenta nueva.
La camilla está llena de experiencias, significa la memoria, y cargar con ella es la mayor señal de aprendizaje para no volver a trillar el camino hacia la postración. Liberarnos de la postración, como en Siloe, está a contravía de las leyes impuestas por los poderes, implica de hecho, también, persecución.
Pero hoy Jesús, nos dice: «levántate, toma tu camilla, echa a andar». ¿Qué significa ese mandato de Jesús hoy? No nos resignemos, es hora de echar a andar, contamos con él.
Oremos: Señor, danos sabiduría para pasar del lamento a la acción liberadora; rehabilita con tu bendición nuestra confianza para levantarnos; y que sepamos aprender de nuestra propia experiencia y cargar con la camilla.
“Sagrado Corazón de Jesús en vos confío”
Parroquia San Alberto Hurtado. Parte Alta de La Vega.
Caracas-Venezuela.