Piero Trepiccione
La verdad no se si la disminución de los precios petroleros es algo coyuntural o se hará tendencia en los próximos meses, pero lo cierto es que personalmente apuesto a que se mantengan o suban, ya que Venezuela, ahora menos que nunca, està preparada para soportar una caída abrupta de su principal y casi único producto de exportación. Sabemos hasta la saciedad la influencia que el rentismo ha ejercido y ejerce sobre el funcionamiento del Estado y de la sociedad misma; pero quienes sufrirían un colapso petrolero internacional serían los venezolanos más vulnerables, aquellos que històricamente, han estado apartados del manejo doloso de los recursos provenientes del llamado oro negro.
Nuestra economía es muy vulnerable y dependiente de los vaivenes del mercado petrolero global. Aunque la Opep se fortaleció en los últimos años y ello favoreció los altos precios, también hay que tomar en cuenta otros factores que han incidido. El crecimiento exorbitante y permanente de la economía china por ejemplo, asi como el florecimiento de economías alternativas que han requerido una mayor cantidad de combustibles para potenciar sus niveles de producción. Pero, al parecer, también con los altos precios del crudo, se ha impulsado la aparición de nuevas zonas de explotación petrolera que están incrementando sobremanera la oferta en los mercados globales. Y es allí donde se puede ir rompiendo el equilibrio entre la demanda y la oferta globales generando como consecuencia una disminución progresiva de precios.
Una disminución del ingreso fundamental del Estado venezolano en estos momentos de caída de la producción local, alto endeudamiento tanto del gobierno como de la propia petrolera estatal, y un elevado y no pocas veces irracional, gasto público, se puede convertir en un cocktail explosivo en materia de situación socioeconómica de los venezolanos; que si bien es cierto lograron percibir la renta petrolera en los últimos tiempos a través de la política social del gobierno, impactando favorablemente con una disminución de los niveles de pobreza y además, reduciendo la desigualdad según el índice de Gini, ahora se volverían más vulnerables hacia un retroceso gradual o abrupto, según sea el caso, de sus niveles de vida. Todo esto simplemente por el uso de la fórmula pragmática de “rentismo y política” que ha caracterizado el ejercicio de muchos gobiernos en Venezuela sin establecer bases sólidas para reducir la monodependencia petrolera y poder afianzar líneas de producción y autoabastecimiento regular en otras áreas cruciales de la economía nacional.