Por Alfredo Infante
En la primera lectura de este domingo, el profeta Elías, se refugia en Sarepta, tierra extranjera. En sarepta hay pobreza y sequía, la vida agoniza.
El profeta se encuentra con una viuda pobre que está recogiendo leña para hacer un pan con lo poco que tiene y esperar la muerte junto a su hijo, está resignada. El profeta le pide dos cosas muy valiosas en un contexto de sequía y hambre: agua y pan. La mujer le comenta el estado en que se encuentra y, finalmente, entrega lo que tiene generosamente al profeta, entonces ocurre el milagro y el trigo y el aceite se multiplican.
Aquella viuda que estaba resignada gracias a la solidaridad que brota de la fe volvió a la vida. Y es que Venezuela es Sarepta, llena de historias como la de la viuda de Sarepta. «Estaba hambriento, le di un pan, lo partió, comió un trozo y el resto lo guardó, le dije que se lo comiera todo, que era para él, y respondió: – no, este es para mi hermanito. Guardé silencio».
«En 2016, uno de los primeros desmayos en nuestras escuelas fue de un adolescente que cuando se le preguntó si había comido respondió que llevaba dos días tomando agua y que lo poco que conseguía de comida se la llevaba a sus hermanitos más pequeños». «Cuando comenzó a agudizarse la crisis, en 2016, no se encontraba nada para comer en el barrio.
Una mañana salía de mi casa sin desayunar. Al salir, la vecina, la señora Rubí, estaba en la puerta de su casa y me saludó proyectando su voz: -¡Padre, buenos días! Yo volví la cabeza, y respondí, ella inmediatamente me invitó, “venga padre para que desayune”, al entrar a su casa estaba la mesa dispuesta, yo agradecí con los ojos húmedos, ella comentó “me llegó un mercadito de Colombia y anoche se me metió en la cabeza la idea, voy a hacerle un desayuno al padre”. Yo seguí agradeciendo el milagro de la solidaridad mientras degustaba un sabroso desayuno costeño colombiano».
Aunque cada día la situación económica empeora en nuestro país, en las escuelas de la red educativa de la Parroquia San Alberto Hurtado se están dando 1300 platos de comida de lunes a viernes, estos gestos de solidaridad se mantienen gracias al esfuerzo de los equipos directivos, el trabajo de muchas madres y la generosidad y solidaridad de los donantes; también en algunos sectores de la parroquia el programa «alimenta la solidaridad» está apoyando a 220 niños en situación de riesgo.
También Jesús, que está en el templo contemplando las ofrendas ve que muchos dan grandes ofrendas, y en medio de todos, una viuda pobre da una ofrenda muy mínima y Jesús, llamando a sus discípulos, les dijo: «Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie.
Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.» Oremos Señor, que no nos resignemos, danos la generosidad y la solidaridad que brota de la fe para vencer el mal a fuerza de bien.
Sagrado corazón de Jesús en vos confío Parroquia San Alberto Hurtado. Parte Alta de La Vega. Caracas-Venezuela.