Faltan muy pocos días para las elecciones en Venezuela, quizás las más esperadas en los últimos tiempos. La masiva participación de la gente en los eventos de campaña evidencia que, en la compleja realidad de Venezuela, los problemas sociales y políticos se entrelazan como las ramas de un árbol frondoso, con raíces profundas que se nutren de la misma tierra. Atrás quedan los sesudos análisis que hablaban de una diferencia entre los problemas “de la gente” y los problemas políticos. El día a día es más efectivo que cualquier interpretación y vemos como esa distinción académica queda olvidada y los problemas de la gente son políticos y sociales, y sin resolver unos no podemos resolver los otros.
Para comprender la magnitud de los desafíos que enfrenta Venezuela es fundamental reconocer la profunda interconexión entre los problemas sociales y políticos. La crisis económica, por ejemplo, no es un fenómeno aislado, sino una consecuencia directa de la mala gestión y la corrupción. De la misma manera, las fallas en los servicios básicos no son simplemente eventos fortuitos, sino el resultado de la falta de inversión en infraestructura y la desidia de las autoridades.
Enfrentar esta compleja realidad de Venezuela requiere un enfoque integral que aborde tanto las causas estructurales de los problemas sociales como las raíces políticas que los alimentan. No se trata de soluciones temporales o medidas cosméticas, sino de una transformación profunda que implique cambios en el modelo político, económico y social del país. Pareciera que el tiempo de unos se agotó, por lo que queda esperar lo que digan los electores y que los que resulten elegidos para conducir el futuro del país se enfoquen en potenciar las siguientes áreas para poder, de una vez por todas, solucionar los problemas de la gente: democracia y participación ciudadana, estado de derecho y combate a la corrupción, inversión social y desarrollo humano y, a la par, promover un diálogo genuino y constructivo entre todos los sectores de la sociedad, incluyendo al gobierno, la oposición, la sociedad civil y el sector privado que nos permitan encontrar soluciones consensuadas.
Esto es lo que uno espera que hagan los ganadores del 28 de julio, ahora que nos corresponde a nosotros como ciudadanos:
Primero que todos debemos:
Exigir nuestros derechos: participar en las elecciones, exigir rendición de cuentas a nuestros representantes y denunciar las injusticias son acciones fundamentales para avanzar hacia una sociedad más justa y democrática.
Apoyar iniciativas sociales: participar en organizaciones de la sociedad civil, colaborar en proyectos comunitarios y apoyar iniciativas que promuevan la educación, la salud, la cultura y el desarrollo sostenible son formas de contribuir al bienestar de la comunidad.
Recuperar la esperanza y la confianza: en medio de las dificultades es fundamental mantener la esperanza y la confianza en el futuro de Venezuela. Recordar la riqueza cultural, la resiliencia del pueblo y el potencial que tiene el país para salir adelante son motivos para creer en un mañana mejor.
Juntos podemos construir una Venezuela donde todos tengan la oportunidad de desarrollar su potencial y vivir una vida plena. Un país donde la esperanza venza a la desesperanza y el futuro brille con luz propia.
El 28 de julio está a la vuelta de la esquina, vota.