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Una mujer adelantada a su tiempo

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María Antonia de Paz y Figueroa vivió entre 1730 y 1799. Procedía de una familia acomodada de la provincia de Tucumán en Argentina y llevó una vida absolutamente distinta de lo que se esperaba de ella. Para resumirlo en pocas palabras, fue una mujer promotora de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, laica pero consagrada a una vida muy religiosa, mujer líder en un tiempo en que las mujeres solo podían dedicarse al hogar.

Estoy hablando de Mama Antula, como se la conoció en su tiempo. Como dice el presbítero Mario Ramón Tenti, autor de su reciente biografía: “A los 15 años María Antonia siente el llamado de Dios y decide hacerse Beata de la Compañía de Jesús. Suelo pensar que en ese momento fue “visitada” de una manera especial por la “misericordia de Dios”, quien la sedujo e impulsó a tomar un nuevo estado de vida.

Ser Beata era una posibilidad en la ciudad de Santiago del Estero colonial desde hacía mucho tiempo. Para nosotros, ciudadanos del siglo XXI, Beata sería una laica consagrada. Ella misma se identifica y se llama “Beata de la Compañía de Jesús, ‘su madre’”.

Y ahí tenemos una novedad prácticamente desconocida: los jesuitas argentinos del siglo XVIII tuvieron laicas consagradas, que vivían en comunidad bajo la regla de San Ignacio. María Antonia cambió su nombre a María Antonia de San José y vivió con otras laicas consagradas, que se llamaban beatas, lo cual significaba dedicadas a lo religioso. ¿A qué se dedicaban? “Mama Antula, junto a otras mujeres, ayudaban a los sacerdotes jesuitas en algunas tareas pastorales: visitaban y cuidaban enfermos, enseñaban el catecismo a los niños, realizaban tareas solidarias con los hermanos más pobres y colaboraban cuidando la Casa de Ejercicios y ayudando en la organización de los mismos.” Cuando la Compañía de Jesús es expulsada por Carlos III de España y sus dominios en 1767, mama Antula siente que ha perdido a su madre.

 

Su principal trabajo fue fomentar en toda la Argentina y también en Montevideo la práctica de los Ejercicios Espirituales, cuya finalidad es ayudar a los ejercitantes a discernir cuál es la Voluntad de Dios para sus vidas, anhelarla con todo el corazón y ponerla en práctica. “Mama Antula nunca predicó en los Ejercicios, no podía hacerlo por ser mujer, pero sí invitaba y persuadía a todos a que participaran, rezaba por ellos y los aconsejaba como una madre espiritual aconseja a un hijo que empieza a recorrer el camino de la fe. Esta era su misión y el motivo de su alegría.”

Se conservan cifras increíbles del éxito que tuvo en esta labor. Por ejemplo, en La Rioja en 1775 organizó 7 tandas de Ejercicios para hombres y mujeres; cada tanda entre 150 y 200 asistentes y alguna de 300. Hizo construir casas de Ejercicios, por ejemplo, en Buenos Aires, donde podían albergarse 100 personas. El autor de la biografía concluye así: “En 1783 se muda a una nueva casa que utilizará hasta 1793. Los frutos cosechados en este tiempo también serán sobreabundantes. Para marzo de 1785 los Ejercicios se dan sin interrupción y los ejercitantes son más de 230, para lo que tiene que organizar dos oratorios. También participan de los Ejercicios numerosos sacerdotes de la ciudad y del campo. En 1787 los ejercitantes llegan a alcanzar el número de 500. Hacia el año 1788 los ejercitantes en Buenos Aires llegan a los 70.000.”

En 1786 el Vicario General de la Compañía de Jesús en Rusia, el padre Gabriel Lenkiewicz envía a María Antonia una CARTA DE HERMANDAD, que no significa una admisión a la Orden, que sólo posee cuadros masculinos, sino algo más importante y valioso para ella, que es la participación en los bienes espirituales. Es un regalo extraordinario que María Antonia agradece con humilde alegría, ya que para ella la Compañía es la “Madre” y añora con desvelos su retorno. La Carta le fue concedida en agradecimiento a su tarea apostólica con los Ejercicios de san Ignacio de Loyola que tanta admiración despertaba en el viejo continente.”

A tanto llegó su fama, que el Papa Pío VI con Rescripto Pontificio del 17 de septiembre de 1785 concedió Indulgencia Plenaria a todos los que realicen los Ejercicios Espirituales promovidos por Mama Antula, incluso a modo de sufragio por los fieles difuntos.

El autor resume su vida diciendo que Mama Antula es una santa de su tiempo y para todos los tiempos. Fue beatificada por el papa Francisco, en ceremonia llevada a cabo en la ciudad de Santiago del Estero el 27 de agosto del 2016. El mismo papa Francisco la canonizó el 11 de febrero de 2024 en la Basílica de San Pedro.

Lee también: El alma (doliente) de la nación

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