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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

Una chica, dos culturas: misiones en Hong Kong

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Por Janeth Ng*

Quisiera empezar este escrito con una pequeña introducción a mi persona. Mi nombre es Janeth, nací en el hermoso país de Venezuela, y tengo raíces chinas. Para entender el origen de este hecho, debemos remontarnos a los años 70’, cuando muchos habitantes de China emigraron a Venezuela, entre los que se encontraban mis padres.

Cuando aún eran un par de jóvenes, mis padres emigraron desde la ciudad de Hong Kong (cada uno en diferentes momentos), buscando un futuro en el que podrían disfrutar de una vida más estable. Esos años fueron tiempos en los que había una gran comodidad económica en Venezuela, por lo que muchas familias del sur de China empezaron a mudarse a diferentes ciudades del país. En el caso de mis padres, se conocieron en Caracas, trabajando en un restaurante cantonés, y formaron una familia unos años después. Es así como crecí en un hogar con dos culturas: la cultura venezolana y la de Hong Kong.

Durante mi adolescencia, mi vida diaria consistía en ir a un colegio internacional en el que se impartían lecciones en inglés; sin embargo, mientras que la mayoría del tiempo el español era mi lengua principal, aprendía un poco de chino los fines de semana. Mi vida giraba alrededor de diferentes culturas e idiomas, ¿podrían imaginar la confusión de identidad cultural en la que crecí?

Fuente: Janeth Ng

No fue fácil crecer en Venezuela al provenir de una cultura asiática. En mi niñez, sentía muchas miradas, chistes inocentes, burlas, dedos señalándome y personas preguntándome si sabía hablar chino o si podía enseñarles algunas frases. Muchas veces sentía vergüenza de ser asiática por el hecho de lucir de una manera diferente: mi rostro y mis ojos no eran como los del resto, y tampoco lo eran mi forma de hablar y actuar. La comunidad china en Venezuela entenderá este pensar, ya que muchas de las personas que provienen de familias compuestas por inmigrantes chinos, han enfrentado diferentes situaciones en las que han sentido rechazo y burla por parte de algunos, pero al mismo tiempo respeto y honra por parte de otros más.

Estas circunstancias afectaron la forma en que pensaba sobre mí misma. ¿Podría aceptarme con mi trasfondo multicultural o deseaba ser parte de una sola cultura? Honestamente, me tomó mucho tiempo aceptar mi identidad asociada con la cultura de Hong Kong.

Fuente: Janeth Ng

Un poco sobre Hong Kong

Varias personas se preguntarán: ¿Dónde está Hong Kong? ¿Está en Japón? ¿Está en China? ¿Es una ciudad o un país? Pues Hong Kong es una ciudad que anteriormente fue una colonia británica hasta el año 1997, cuando la misma fue regresada a China. La definición del sistema político de Hong Kong es “un país, dos sistemas”; y la cultura de los hongkoneses es muy interesante. Es una cultura donde el este se encuentra con el oeste.

Tras haber vivido en esta ciudad por casi dos años, he podido observar cómo en muchas partes de la ciudad existen influencias de países occidentales como Inglaterra, Australia, Canadá, Estados Unidos, entre otros. Las influencias asiáticas más grandes entre muchos jóvenes de diferentes generaciones, serían países como Corea del Sur, Japón y Taiwán.

No obstante, la vida de un hongkonés también es bastante multicultural, especialmente cuando se trata de la comida. ¡Los diferentes platos típicos de Hong Kong son un gran orgullo para sus ciudadanos! Un desayuno típico podría ser una tostada francesa con miel y azúcar o una sopa de arroz con pescado y cebollín, depende del gusto de cada quien. Por otro lado, el té negro con leche y azúcar es una bebida muy popular en casi todos los restaurantes locales, y tiene una gran influencia inglesa. Un menú típico tendría además platos como fideos singapurenses, curry con carne de res (esta es una gran fusión porque en la India no es común comer carne de res), sándwiches, diferentes tipos de carnes con arroz, caldos con sabores llevados desde Tailandia, entre muchas otras comidas que se han visto influenciadas por diferentes países.

Fuente: Janeth Ng

Al describir el idioma cantonés, se podría decir que es un idioma con muchos “colores”, tonos, emociones, frases coloquiales y dichos populares que no se logran traducir bien a ningún otro idioma. El cantonés es muy especial, porque un estudiante de Hong Kong no crece aprendiendo las reglas gramaticales y la forma correcta de escribirlo, sino que simplemente escucha y aprende de los familiares, las amistades y la comunidad en la que crece. Es un idioma que ha existido por más de 2000 años, y cuyo formato escrito es el mismo que usan también en China continental.

Cada generación tiene frases nuevas y formas de expresarse. Hay temor de que si los habitantes de Hong Kong y los emigrantes chinos que hablan cantonés, no enseñan a sus hijos y estos a su vez a las siguientes generaciones, el idioma podría desaparecer. Para los ciudadanos de Hong Kong, el cantonés es sumamente importante y parte de su día a día. Adicionalmente, por todos los años que la ciudad estuvo colonizada por Gran Bretaña, Hong Kong tiene una gran influencia del inglés, y es muy común entre los jóvenes mezclar ambos idiomas, el inglés y el cantonés, en sus conversaciones diarias.

Fuente: Janeth Ng

El plan de Dios

Ahora podrías preguntarte, ¿en qué se relaciona este conocimiento cultural sobre Hong Kong con mi vida en Venezuela? Y esto es porque toda mi vida crecí entre dos culturas, pero no entendía la razón por la cual Dios tenía ese plan para mí. A medida que seguía buscando respuestas y teniendo variadas experiencias con personas de diferentes culturas, pude ver cuan fácil era para mí adaptarme a esas nuevas culturas o tener una actitud positiva para aprender sobre ellas.

Esta pasión por poder conocer culturas se conectó con mi pasión de alcanzar a las personas para Cristo. Las misiones son un brazo de la Iglesia cristiana en donde las personas cruzan barreras culturales con el propósito de alcanzar a otros para Cristo.

¿Por qué una china nacida en Venezuela iría hasta el país de origen de sus padres para alcanzar a su propia gente durante el año en el que Hong Kong enfrentó intensos conflictos políticos? Realmente no lo sé, pero así fue el plan de Dios para mi vida en el año 2019. Nunca me imaginé viviendo en Hong Kong no sólo durante los tiempos de gran tensión política, sino también tras la histórica llegada de la pandemia. En realidad, una persona común no se mudaría enfrentando estas difíciles situaciones, pero mi motivación para vivir en Hong Kong no fue la búsqueda de comodidad o estabilidad, aquella que impulsó la migración de mis padres tantos años atrás, sino para atender el llamado de obedecer a Dios, para alcanzar a las personas de diferentes culturas en esta ciudad y animar a la generación que está enfrentando grandes cambios.

Fuente: Janeth Ng

La definición de misiones ha cambiado mucho en mi mente. Antes pensaba que hacer misiones era ir a un lugar remoto, lejos de la civilización, llevando donaciones o trabajando en pozos, construyendo casas en como diríamos en Venezuela: “¡monte y culebra!”; pero durante este año, marcado por la tensión política y la pandemia, las misiones en Hong Kong han consistido en poder prestar un oído y un hombro para escuchar las emociones que mantienen reprimidas personas de diferentes edades, especialmente la juventud de Hong Kong. Muchos han perdido esperanza, han deseado mudarse, alejarse o escapar de la realidad de los cambios que Hong Kong continuará enfrentando en los años por venir.

Conexiones a través del arte

Algo nuevo que ha surgido tras muchas oraciones a Dios y oportunidades de conectarme con jóvenes y personas de diferentes edades, ha sido lograrlo a través del arte, el cual se ha convertido en una herramienta para alzar un poco el ánimo de las personas. Ha sido una aventura poder ilustrar y escribir palabras de aliento en los vagones de trenes y en las calles en diferentes momentos del día.

El pasado año 2019, Dios puso una imagen en la mente de una misionera, y de ahí, pude tomarla y pintar una obra que representa las emociones y pensamientos de los jóvenes durante los tiempos difíciles. He podido ver cómo Dios usa las artes como una forma de comunicar y transmitir sentimientos profundos que de otra manera no se pudiesen expresar.

No sé cuánto tiempo estaré sirviendo en misiones aquí en Hong Kong, pero tengo la certeza de que Dios puede usar la creatividad y las artes para unir a las comunidades, especialmente para que los jóvenes de esta ciudad puedan sentir la libertad de expresar las emociones que han guardado por tanto tiempo. Hong Kong es una ciudad muy especial para mi desde que Dios movió mi corazón para dedicar parte de mi vida, especialmente los primeros años fundamentales de mi llamado misionero, a través de la creatividad, las artes, la música y ¡la esperanza de las buenas nuevas de Cristo!


*Diseñadora gráfica, amante de la fotografía y misionera en Hong Kong.

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