Por Francisco J. Contreras M.
Cuando los aportes exógenos de renta se hacen insuficientes, como el caso del petróleo en Venezuela o del diamante en Zimbabue, el populismo en su variante socialista acentúa la práctica de la emisión irresponsable de dinero o la oculta bajo esquemas como los anuncios de un sistema dual con el “Petro” en Venezuela y el “bond” en Zimbabue.
El 2 de enero apareció en las redes una referencia al uso del “café” como una forma de dinero en zonas rurales del país. Marginalmente, es muy probable la existencia de otras que puedan cumplir con las mismas condiciones. En Venezuela es extendido el uso del peso colombiano en el occidente del país, el oro en el sur, el dólar en todas partes. Domina la escena una “dolarización perversa”, porque toda práctica informal sin la adecuada legitimidad genera distorsiones como las de diferentes cotizaciones en unas imbricadas y complejas prácticas propias de los mercados negros.
La hiperinflación en Venezuela y en Zimbabue es diferente a todas las otras del pasado, por ser países con una abundante dotación de recursos naturales no renovables que permite alargar la estrategia de la emisión irresponsable de dinero. Cuando no hay aportes exógenos de renta el desorden económico provocado por emisión irresponsable de dinero termina entre el corto plazo (menos de un año) y el mediano plazo (hasta 5 años) porque agotan de manera absoluta la posibilidad de producción de bienes y servicios. En Venezuela y Zimbabue siempre habrá en el límite una rentica que permite recursos en divisas a esos gobiernos para diluir los males con cajitas CLAP y dádivas.
El populismo en cada oleada de emisión irresponsable de dinero anula la posibilidad material de reutilizar esos recursos pues deshace la capacidad de reproducción del capital, siendo su sentencia firme de finalización en corto plazo, pero Venezuela y Zimbabue tienen una dotación de recursos naturales no renovables y un acervo de capital acumulado en el pasado que alarga su vida casi a infinito. Mientras más tiempo dura la hiperinflación y la depresión económica, también la gente se acostumbra y se habitúa más y más a convivir con la muerte cercana.