Por Andrés Cañizales | Efecto Cocuyo.
Si tuviera que escoger una fecha, sólo una, como punto de quiebre del sistema democrático venezolano yo seleccionaría, sin duda, el 4 de febrero.
En artículos anteriores abordamos por un lado la significación del 23 de enero, en tanto fecha símbolo de la construcción democrática en Venezuela. Construcción incompleta y con errores, sin duda alguna, pero apuesta consensuada de las élites, con respaldo popular, para garantizar derechos civiles generalizados y apalancar el desarrollo nacional en la distribución de la renta.
La desdemocratización, fue resultado de la incapacidad de las élites para refundar, reajustar el modelo, y reconectarse con el pueblo. Una serie de factores, desde militares hasta económicos, terminaron confluyendo en empoderar como líder de la promesa del cambio a quien encarnaba la figura de un nuevo mesías. Sí, hablamos de Hugo Chávez.
Hasta el día 3 de febrero de 1992 Chávez era un absoluto desconocido en Venezuela. Un día como el 4 de febrero, aquello cambió de forma radical. Una muy breve aparición en la televisión nacional, lo que fue sin duda un error estratégico del alto mando militar de entonces (un yerro total darle espacio televisivo nacional a un golpista fallido), terminó empoderando a aquel hombre. Ya nada terminaría siendo igual en Venezuela.
El 4 de febrero de 1992 fue un desastre total para quienes pretendían derrocar al jefe de Estado de entonces, Carlos Andrés Pérez. No lograron su objetivo. Pero terminó siendo aquella derrota una victoria simbólica. Había insurgido comunicacionalmente el chavismo.
La lista de fechas de aquellos años es grande, algunas con más peso que hoy en su capacidad de destruir al sistema democrático, que si bien era fallido aún en ese 1992 podía perfectamente reformarse, reajustarse, para responder a lo que era evidente deseo popular. Aquello no ocurrió, no supo el liderazgo de entonces leer el signo de los tiempos.
Y de esa forma, el 4 de febrero de 1992, el deseo de cambio social terminó identificándose con aquel militar rebelde y su “por ahora”. Cuando recapitulo sobre el estado de ánimo de entonces, la popularidad que gozó Chávez en aquel febrero, tenía que ver entre otras razones con su disposición a asumir la responsabilidad, a hacerse cargo de sus errores. Cosa que por cierto ya no tendría una vez que asumió el poder.
En su monumental “Conversación en la Catedral”, Mario Vargas Llosa inicia su novela con un diálogo sobre cuándo se jodió Perú. Aquel país, y su crisis moral y política, en torno a la cual gravita este libro. Si me hicieran la misma pregunta referida a Venezuela, sin duda, diría que el 4 de febrero de 1992.
Fuente: https://efectococuyo.com/opinion/un-4-de-febrero/