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Ucrania: ¿apoyos en descenso?

Cortesía de BBVA

Por Félix Arellano

La invasión rusa a Ucrania se prolonga, la fatiga y las contradicciones en Occidente se incrementan; el respaldo, particularmente militar, se complica y la posición de Putin tiende a fortalecerse. En este escenario, el pueblo de Ucrania está enfrentando las peores consecuencias; por ello, el gran reto es lograr las negociaciones de paz, que se tornan indispensables, pero las perspectivas son desalentadoras, en detrimento de Ucrania.

Como es conocido, el proyecto original del presidente Vladimir Putin, de una guerra relámpago (Blitzkrieg) para controlar el Gobierno de Ucrania, resultó un rotundo fracaso. Desestimó tanto la fortaleza del presidente Volodimir Zelensky y sus fuerzas armadas, como la contundente reacción de Occidente, asumiendo que se repetiría la situación complaciente de la invasión a Crimea en el 2014.

La sólida y efectiva defensa de las fuerzas militares de Ucrania pusieron en evidencia al mundo las debilidades del ejército ruso, que incluso requirió del apoyo de las fuerzas mercenarias del grupo Wagner que, en un acto de rebeldía, intentaron un golpe contra el Kremlin, rápidamente controlado, entre otros, con la activa participación del dictador de Bielorrusia, pero confirmó la ineficiencia militar rusa.

Las tropas de Ucrania han logrado algunos avances y han podido resistir; sin embargo, en la medida que se prolonga la guerra, su situación se hace vulnerable, depende altamente del apoyo militar de Occidente, un tema que se está tornando sensible en varios gobiernos occidentales.

En las redes sociales y muchos medios de comunicación la atención sobre la invasión ha disminuido; además, los “rusos también juegan” y la guerra híbrida de desinformación y manipulación que desarrolla la conexión rusa a escala global va generando efectos en las sociedades democráticas, particularmente en los ciudadanos poco críticos.

En este contexto, cabe destacar que diversas encuestas están reflejando fatiga y malestar, particularmente sobre el apoyo militar. En el caso de los Estados Unidos, se observa una mayor fatiga en el electorado republicano y, de hecho, el partido republicano en el Congreso está progresivamente reduciendo el apoyo a las propuestas a favor de Ucrania.

El debilitamiento del apoyo a Ucrania se ha sentido en los últimos días con especial intensidad, tanto en la Unión Europea (UE), como en los Estados Unidos, los aliados fundamentales. En el caso europeo, el Gobierno de Hungría representaba, inicialmente, el principal crítico del apoyo a Ucrania; no obstante, recientemente Polonia, Eslovaquia y también Hungría han vetado la importación de cereales de Ucrania, un duro golpe para su frágil economía.

Sorprende en el caso de Polonia, que inicialmente jugó el papel de ferviente defensor de la causa ucraniana y, ahora, además del veto a los cereales, ha informado que dejará de suministrar armas a Ucrania.

La situación en Eslovaquia requiere una atención, pues recientemente el partido Smer-SD, crítico del respaldo a Ucrania, ha logrado la mayoría en las recientes elecciones legislativas, y su líder Robert Fico, quien se prepara para formar gobierno, ha declarado que su país tiene otras prioridades antes que Ucrania.

En el caso de los Estados Unidos, en el Partido Republicano va creciendo el malestar por el apoyo militar de Ucrania, y la sorprendente destitución de Kevin McCarthy, presidente de la Cámara de Representantes, por el grupo radical favorable a Donald Trump, plantea mayores dificultades en el Congreso para los proyectos del presidente Biden, entre ellos, el apoyo militar al aliado ucraniano. El presidente Biden ha reiterado el respaldo inequívoco a Ucrania; empero, existe la preocupación a largo plazo.

El potencial triunfo de Donald Trump en las elecciones del 2024 seguramente conllevará a una revisión de las prioridades, pues la mayor preocupación de los sectores radicales en el Partido Republicano es China; por el contrario, Rusia lo estiman un caso secundario.

El apoyo a Ucrania está en creciente debate en varios gobiernos democráticos, pero las agresiones inhumanas de Rusia no se detienen. y la población civil ucraniana sigue enfrentando las peores consecuencias. Al respecto, un reciente informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH), ha destacado que “Moscú ha matado en los pasados seis meses a una media de seis civiles al día en Ucrania”. El documento cifra el número de muertos no militares en “cerca de 10.000″ (Julio 2023).

En lo que respecta a la infraestructura, la invasión rusa está resultando catastrófica, el invasor progresivamente está destruyendo el sistema eléctrico, carreteras, puertos, aeropuertos, sistema ferroviario, silos de cereales, edificios residenciales e infraestructura energética. Al respecto, el Gobierno ucraniano estima que las pérdidas ascienden a unos 10 mil millones de dólares.

En términos humanos las negociaciones de paz se presentan indispensables, pero las dos partes se están atrincherando en posiciones maximalistas. El presidente Zelensky insiste que no aceptará “una paz a cualquier costo” y que los acuerdos deben conllevar “la restauración de la integridad territorial de Ucrania y el retiro de las tropas rusas”.

El presidente Putin, por su parte, en una intervención en la Cumbre Rusia-África, efectuada en San Petersburgo (29/07/2023), afirmó que Rusia está dispuesta a iniciar negociaciones, pero que el 20 % del territorio de Ucrania, (es decir, Donetsk, Luhansk, Jerson y Zaporiyla) ya ocupado por las tropas rusas, le pertenecen, y sobre eso no acepta discusión. Está reiterando la tesis imperialista de que “la ocupación genera derechos”, lo que constituye una grave amenaza para los países en desarrollo.

Como se puede apreciar cada una de las partes percibe la negociación como una capitulación, el “vencido que pide clemencia y debe aceptar las dádivas del vencedor”. Ahora bien, todo indica que la guerra prolongada, la nueva estrategia de Putin, está concebida para propiciar la capitulación de Ucrania que, por su parte, esperaba con su capacidad y el apoyo de Occidente doblegar a Rusia. Ahora bien, las circunstancias parecen confirmar que el tiempo juega a favor de Putin, quien se está fortaleciendo.

A nivel interno, el presidente Putin, con una creciente represión, está eliminando cualquier vestigio de crítica a la invasión y consolida su poder hegemónico en una democracia iliberal autoritaria, que controla todas las instituciones. En el plano internacional, la fatiga, el desgaste y las contradicciones crecen en Occidente, particularmente la crítica al apoyo militar. Las sanciones internacionales, no le generan preocupación, pues el empobrecimiento de la población le facilita el control social.

Por otra parte, los gobiernos afectados con las sanciones económicas están encontrando un efectivo apoyo del club de gobiernos autoritarios para evadirlas, en particular, aquellas que afectan a los miembros de la élite del bloque en el poder.

Para construir un escenario de negociación se requiere de una activa participación de Estados Unidos, China y la Unión Europea. La actual coyuntura pudiera ser favorable, pero el futuro se presenta adverso. En estos momentos, en la UE, los gobiernos de Alemania, Francia e Italia promueven las negociaciones de paz.

Por otra parte, el Gobierno de Estados Unidos se encuentra en una fase de negociaciones al más alto nivel con el Gobierno chino, lo que podría facilitar el tratamiento del tema de Ucrania.

En ese contexto, sumando otros actores, como las Naciones Unidas, el Vaticano, los BRICS, la Organización de la Unidad Africana y la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (Asean), se podría construir un bloque a favor de la paz, que presione a las partes para una negociación efectiva y equilibrada. Pero la soberbia de los contrincantes y la perspectiva de Donald Trump en las elecciones del 2024, quien privilegia la estrategia del aislamiento de China, reducen las posibilidades de avanzar en la negociación y el gran perdedor es el pueblo ucraniano.

Fuente:

Este artículo fue originalmente publicado en TalCual Digital.

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