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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

¿Tiene pan? no, solo circo

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Héctor Ignacio Escandell Marcano

La nube gris de la desesperanza se asomó este último mes por todos los rincones del país. Así como a estas horas los huracanes Irma y José amenazan con destrozar todo lo que se cruce en sus caminos. El ojo de huracán nos mira y nos recuerda lo insignificante que somos ante el poderío de la naturaleza.

La Venezuela de agosto se parece más a la barbarie, a un territorio azotado por la miseria y la indolencia. Hoy nos parecemos más a la peor pesadilla de una madre. Agosto sirvió para que un grupito se apoderara de la piñata -sin importan que son minoría-, sin importar que son producto de una gran estafa.

La República es una palabra extraña en el diccionario patriota. También lo son la libertad, la seguridad, la salud, el bienestar, la certeza, la certidumbre, la conciencia, la sensatez, la cordura, el respeto y toda composición morfológica que atente contra la corrupción, el delito, la viveza, el abuso, el atropello, la manipulación, el engaño, la mentira, el chantaje y otros fundamentos de esto que hoy no gobierna.

El último mes también nos mostró que todo puede estar peor. Lo que el mundo conoce como el fondo, para nosotros es apenas un escalón más.

Claro que se puede estar peor. La difteria, por ejemplo, una enfermedad desconocida para los más jóvenes amenaza la vida en Monagas, como lo hacía hace muchas décadas cuando no existían las vacunas. Se puede estar peor y eso también lo evidencia una mujer pariendo en el piso de un hospital, lo refleja los cientos de niňos y jóvenes que ya viven en medio de la basura. También los más de 30 presos masacrados en una cárcel de Puerto Ayacucho. Sí, se puede estar peor.

Los meses por venir representan un gran reto a pesar del panorama desolador. Las próximas semanas son fundamentales para seguir demostrando que los buenos somos más. Aunque después venga un malandro y nos robe la conquista. No importa, seremos ganadores y él quedará en evidencia una vez más. No dejará de ser un simple ladrón.

Para quienes leen desde afuera, hoy los trabajadores venezolanos ganan 16,2 dólares por mes, cifra que según la Organización de Naciones Unidas nos hace poseedores de la categoría miseria. Eso somos para la semántica económica mundial: unos miserables.

La crónica de esta semana se asoma para recordar lo que agosto nos dejó, también para decirnos que en el cierre del año debemos mostrar con evidencias democráticas que los venezolanos no somos una copia fiel y exacta de los que mandan en la Fuerza Armada, en los ministerios y la presidencia del partido que terminó de imponer el totalitarismo como su forma de gestionar las derrotas.

Sí hay elecciones, hay que votar. Sí no hay elecciones, hay que exigirlas. Así de claro. Así de simple. Lo demás, lo dije arriba.

Pd: – ¡Vengan, vengan!, Hay Rupias, Yuanes, Euros, Reales, balas y morteros…

-Seňor, ¿Tiene pan?

-No, solo circo

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