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Tamara Adrián: “Se invalidan las existencias y, al invalidarlas, se invisibiliza la lucha y la violencia” (II)

Crédito: EFE. Miguel Gutiérrez

Por Emmanuel A. Rodríguez O., s.j.

Continúa de Tamara Adrián: “Las resistencias están relacionadas con impedir que el conocimiento vuelva a tomar el poder” (I)

¿Cómo crees que estamos respecto a la violencia y a la segregación en Venezuela y qué nos puedes decir en relación al femicidio y al transhomicidio?

—Del hombre podría ser transhomicidio y de la mujer transfemicidio, de hecho, así han sido tipificados en Argentina y en Uruguay recientemente. Si uno lee la reforma del año pasado de la Ley orgánica sobre el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, nota que incorporaron la protección por orientación sexual, identidad y expresión de género, pero lo dejaron por ahí como tirado, sin que tenga una comprensión concreta; sin embargo, judicialmente podría ser la base. ¿Dónde estamos? Impidiendo que ocurra el cambio y revirtiendo donde ocurrió. Es lo que pasó con la sentencia Roe vs. Wade en Estados Unidos en el derecho al aborto. Están tratando de revertir el proceso de educación sexual y reproductiva y el acceso a métodos anticonceptivos.

En Venezuela estamos impidiendo los avances en materia LGBT y revirtiendo el avance en materia de derechos de la mujer de facto. Todos los estudios del Centro de Estudios de la Mujer, de las ONG’s que se ocupan del tema de la mujer lo advierten. Aumenta la violencia, no hay educación para la igualdad. El proceso de igualdad quedó detenido en el espacio, en el tiempo, y solo es cosmético cuando nombras a una mujer que actúa en función de la perpetuación del poder. Ninguna de ellas ha tenido una actuación proclive al cambio. El peor feminista ha sido Chávez y el segundo ha sido Maduro.

Entonces, en este contexto el proceso no parece fácil en Venezuela y el arma preferida de todos los procesos de lucha contra los procesos de cambio social es invisibilizar, minimizar y despreciar la reivindicación contrahegemónica con dos argumentos: que no es existente o que no es relevante. “Eso del problema de la violencia contra la mujer, no existe, eso es problema de algunas personas. ¿El problema del aborto?, eso no existe”. La primera o segunda causa de muerte, de acuerdo con las estimaciones porque siempre son oscuras, de mujeres entre quince a veinticinco años en Venezuela son las consecuencias de un aborto séptico. Si crees que eso no es un problema, vale lo mismo decir que no es un problema que la primera causa de mortalidad de jóvenes hombres en el mismo rango de edad sean las muertes violentas.

Cuando empieza a producirse data, la otra táctica es el ocultamiento. “Eso es mentira, esos estudios que hiciste deben estar sesgados. Cuando dices que hay tantos femicidios por mes en Venezuela y que una mujer muere cada 36 horas en Venezuela víctima de quién dice que más la ama, eso es mentira, eso no pasa”. Lo mismo pasa con la homofobia y la transfobia. El tema de los transfemicidios en Venezuela es que, al no reconocer la identidad de mujeres trans, los femicidios en contra de mujeres trans no son tramitados como femicidios sino como homicidios, o en aquellos casos en los cuales hay un homicidio de un hombre trans, también es invalidado porque se considera que mataron a una mujer, entonces en el mejor de los casos lo ponen como un femicidio o simplemente como un homicidio ordinario.

Se invalidan las existencias y, al invalidarlas, se invisibiliza la lucha y la violencia. Entonces, cuando divides mucho el análisis y te concentras en el árbol, pero no ves el bosque, llegas a procesos cognitivos que no están adecuados al análisis. Nos podemos preguntar, ¿existen crímenes raciales en Venezuela?, estadísticamente no hay ninguno. Hay una ley del odio que permitiría tramitar crímenes raciales como crímenes de odio, pero ¿hay algunos?, no. ¿Hay algún transfemicidio en Venezuela?, no. Ni siquiera sabemos a cuántas personas asesinan. ¿Hay algún transhomicidio?, o sea, un hombre trans, que están menos expuestos a la violencia porque son más invisibles, no.

Este Gobierno nombró una fiscal 98 con competencia nacional para los temas de orientación sexual e identidad de género, eso fue en enero del año pasado, hasta ahora no ha habido ninguna investigación de ningún tipo de crimen motivado por odio. ¿Está tipificado? Sí, está tipificado en esa ley constitucional contra el odio, pero no se usa sino para poner preso al que tuiteó algo en contra del Gobierno, no para investigar si ha habido un crimen racial, por intolerancia religiosa, por homofobia, por transfobia. Si ha habido un tema de intolerancia de cualquier tipo, no se investiga.

— ¿Existe el sectarismo en el movimiento trans? ¿Cómo funciona el neoconservadurismo dentro de este movimiento?

—El tema no ha sido suficientemente estudiado; en cambio, los teóricos de los movimientos raciales sí han estudiado lo que llaman el endorracismo, que son discriminaciones dentro de los grupos discriminados, o sea, dentro del grupo racializado se crean jerarquías y sistemas de dominación. Mi hipótesis es que, dentro del sistema de la sopa de letra, por su naturaleza misma, hay situaciones que pueden ser muy distintas. ¿Qué es lo único que nos une realmente? Nadie quiere ser una persona LGBT, simplemente un día lo descubres con mucho dolor, con gran riesgo para tu vida, para tu familia y para tu supervivencia porque te botan a la calle. Si preguntas al 98 % de las personas LGBT si quisiera ser LGBT, te dijera que si tuviera una opción no lo sería, porque, en el caso venezolano, te expones a una ciudadanía de segundo nivel, orden o clase. En otros países la ciudadanía es igualitaria, aquí en Venezuela te ponen una ciudadanía legalmente truncada, por eso la necesidad de derechos iguales.

¿Existen incomprensiones? Sí, evidentemente y lo he visto. Estadísticamente, alrededor del 90 % de los hombres gais, como decimos en el argot, no echan plumas, son muy masculinos y solo alrededor de un 10 % son más femeninos en su expresión de género. Lo mismo sucede con las mujeres lesbianas, solo un 10 % son más masculinizadas y no todos los hombres femeninos son gais y no todas las mujeres masculinas son lesbianas. Ahí se plantea un primer problema de jerarquía. Se trata de poner al hombre gay masculino, por encima del hombre gay más femenino o de poner a la mujer lesbiana femenina por encima de la mujer lesbiana masculinizada.

¿A las personas bisexuales? No, esas están confundidas, a esas nadie las quiere por ningún lado, y a las personas trans nadie las entiende porque eso pasa por entender algo que nadie quiere y es que no te identificas con el sexo que tienes entre las piernas. La persona trans descubre, con inmenso dolor y con gran temor, que no se identifica con el sexo que la gente le dice que tiene. Eso no lo entienden tampoco los gais y las lesbianas, porque, independientemente de su orientación sexual, son hombres que se identifican como hombres y lo mismo ocurre con las lesbianas y las personas bisexuales.

Y ese 1,7 % de personas en el planeta Tierra que no se identifican ni como varón ni como hembra, los intersexos, son todavía más invisibles, los han todavía puesto más abajo y nadie los entiende. Entonces el mito ese de que macho y hembra y que solo Dios creó hombre y mujer no es real, porque también creó a las personas que están en el medio y que no se identifican, biológicamente, ni como hembra ni como varón por muchísimas condiciones. Entonces, es muy fácil atacar esa diferencia porque no es comprensible.

El proceso de jerarquización tiene que pasar por la formación, como decía Martin Luther King, “no hables en lugar de mí, habla, acompáñame en mi lucha”1, era lo que les decía a los blancos que se unían en la lucha racial. Déjales a los negros que digan cuáles son sus sufrimientos. Lo mismo sucede con el tema trans o el tema intersex. Toma el discurso de ese grupo, de esa persona, y lo acompañas, pero nunca te superpongas a él, porque es invalidar al otro de nuevo. Si quieres que el grupo oprimido tenga un discurso propio, coherente, fuerte, tiene que haber una formación de capacidad. Por eso es que le dedico tanto tiempo al tema formación. La gente comienza a tener una voz propia y a pensar y a proponer soluciones por sí misma.

Respondiendo a tu pregunta, el sistema de jerarquías existe en todas las estructuras sociales. La ruptura de un sistema de jerarquía excluyente solo se logra con formación, con información y con conocimiento. Eso implica la creación de alianzas con el mayor número de grupos posibles y en esas alianzas también tienes que informar y decirle al aliado que no se puede convertir en el vocero, sino en el aliado.

—Quisiera darte las gracias desde el Observatorio de Género, Biopolítica y Transexualidad de la FAPOL por esta conversación sobre nuestro país, sabiendo que el tema de la legislación es casi nulo en Venezuela.

—No totalmente. Hay, pero no se aplica. Desde el tiempo de Caldera, en el reglamento de la ley del trabajo de Caldera del año 96, si mi memoria no me traiciona, estaba una protección, por lo que ese reglamento llama, porque no ha sido modificado, opción sexual. Esa es una terminología que se trajeron de México en aquel tiempo. Nunca se ha aplicado, no ha habido ningún acto administrativo de una inspectoría, ninguna sentencia de un tribunal, que haya protegido a un trabajador que hayan despedido por ser gay o ser trans. Todos los países de la región tienen cualquier cantidad de jurisprudencia sobre ese tema. En Venezuela, eso nos hace pensar en un tema social y cultural.

Hace algún tiempo, el Tribunal Supremo de Justicia, en Sala Constitucional, derogó, por inconstitucional, el artículo 536 del Código Orgánico de Enjuiciamiento Militar que criminalizaba las relaciones de personas del mismo sexo en el Ejército. Eso fue porque el Alto Comisionado expresamente le dijo a Maduro “estamos en contra de esto y tiene que derogarlo”, entonces salió corriendo el Defensor del Pueblo y metió un escrito de la acción que tenía desde el 2012 ahí dormida y la resolvieron en un día, sin meterse en temas como el libre desarrollo de la personalidad, discriminación, nada de eso. Es una sentencia, como dicen los gringos, “pintadita de rosadito”. No fueron al fondo diciendo por qué realmente es inconstitucional.

Está esta Ley constitucional contra el odio, por la convivencia pacífica y la tolerancia, en la que lees cinco tipos penales que hablan de orientación sexual, de identidad y de expresión de género, pero nunca se ha aplicado.

Está la Ley para la Regularización y Control de los Arrendamientos, en la que hay una protección muy folclórica que dice que no se puede publicar anuncios discriminatorios por orientación sexual e identidad de género, o sea, que no puedes decir “no se aceptan gais, lesbianas o mujeres en estado”. Sin embargo, lo que sería relevante sería la reticencia tácita.

Está en la Ley Orgánica del Sistema Financiero Nacional, esto es muy cómico, un artículo que no permite discriminación por identidad de género en el acceso al sistema bancario, pues la Superintendencia de las Instituciones del Sector Bancario de Venezuela (SUDEBAN) ha interpretado que ese artículo se refiere a protección de la mujer y no a la identidad de género. Luego, en la reglamentación lo borró.

Después está la Ley Orgánica del Sistema Económico Comunal que dice que no se permitirán discriminaciones en las comunas, pero ¿con qué se come eso?, no hay ningún órgano.

Está vigente, desde el primero de enero de 2010, la Ley Orgánica de Registro Civil, cuyo artículo 136 permite el cambio de nombre simple, no de sexo, de cualquier persona cuando su nombre es infamante o no corresponda con su género y pueda así afectar el libre desarrollo de la personalidad. Esa fue, desde el punto de vista jurídico, la expresión que se puso. Y el Consejo Nacional Electoral, en aquel tiempo regido por Sandra Oblitas y Socorro Hernández, y con un director de línea del registro civil que era Opus Dei, llamado Alejandro Herrera, hicieron un documento, que supuestamente era una opinión no jurídica, donde decía que sexo era género y en consecuencia ese derecho se le aplicaba a una vagina a quien habían nombrado “Pedro José” o a un pene a quien habían llamado “Ana María”. Con las personas trans llamaron por teléfono a los registradores y le dijeron: “no, ni siquiera acepten la solicitud, invéntenle cualquier cosa”.

Notas:

  1.   La traducción es de la entrevistada.

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