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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.
Crédito: Cristian Hernández

Por Emmanuel A. Rodríguez O., s.j.

–Para comenzar, me gustaría que me dijeras ¿quién es Tamara Adrián?

–Una piedrita en el zapato de mucha gente, porque el sistema patriarcal normalmente es reticente al cambio. Mantiene su poder en la medida en que no exista cambio, generando, a nivel global, resistencias. Siempre ha sido así. Cuando se quiso abolir la esclavitud, cuando se quiso dar el derecho al voto a la mujer, cuando se quiso dar igualdad a las personas LGBTI y cuando se quiso eliminar la segregación racial.

Las reivindicaciones contrahegemónicas son siempre objeto de una reacción inmediata. Se busca mantener el statu quo o revertir los cambios. Si se entienden estos procesos dinámicos de cambio social, se puede tener una mejor perspectiva y tratar de incidir en él.

Actualmente hay una arremetida general en contra de los derechos sexuales y reproductivos. Se quieren revertir los avances que ha habido en los últimos treinta años. Las banderas de lucha contra el cambio unen a gente que, con un discurso igual, en otras circunstancias, no se daría ni la mano.

Por supuesto esto tiene que llamar la atención de cualquier analista. ¿Cómo en esas condiciones, áreas fundamentalistas religiosas de origen neopentecostal que buscan adquirir el poder político se dan la manito con los grupos más radicales de la Iglesia católica y las ONG que se crearon para estos fines? Los supremacistas blancos se dan la mano y tienen el mismo discurso que las feministas radicales. Se unen con un financiamiento unitario. La lucha contra el cambio, y para revertirlo, está muy bien estructurada, financiada y pensada.

–Este financiamiento del que hablas ¿de dónde proviene exactamente? ¿tienes alguna información al respecto?

–Tengo una amiga que ha venido estudiando, desde Yale, esos procesos de financiamiento. Entre los grupos de financistas están las Right-Wing Organizations, Media, and Spokespeople, de la extrema derecha, supremacistas blancos, iglesias neopentecostales y alas radicales de la Iglesia católica; en la segunda línea, le llega dinero a las Anti-Trans Feminist Activists with Strong Ties to the American Right; y luego estas organizaciones empiezan a financiar en cascada el ecosistema de feministas antitrans (Broader Ecosystem of Anti-Trans Feminist Activists) o grupos antiderechos.

La estructura de poder actual elimina la libertad porque es absolutamente autocrática con pretensión totalitaria y, en ese contexto, se explica por qué Venezuela está de última de facto y de derecho en el tema LGBTI, de mujeres y de libertades en general. Esto no es diferente ni en la lucha de los profesores ni en la lucha de los jubilados.

–¿Cómo se ha llegado a revertir estos procesos de cambio?

–La praxis de los gobiernos totalitarios se basa en dos estrategias directas de confrontación para eliminar derechos en la ley y utilizar la policía social y la policía legal para eliminar esos derechos. Las leyes dependen de la acción, que es, frente a cualquier reivindicación contrahegemónica, imponer la invalidación del otro, el desconocimiento de su dignidad. Los profesores y los jubilados están en la calle, se protesta por electricidad y no ves a nadie que haya dicho “esta boca es mía”. Eres tan poco importante que no mereces tan siquiera que dirija mi atención hacia ti. Es una táctica a los fines de no dar ninguna respuesta a cualquier pretensión.

Y cuando se trata de una pretensión contrahegemónica, como en el caso de derechos iguales, de las personas LGBTI, del derecho a la educación sexual y reproductiva, o sea, cualquier lucha en contra de estructuras históricas de poder bien asentadas y que tendrían carácter transformador, el riesgo para un régimen autocrático es muy elevado, desde el punto de vista del costo político. No habrá ningún tipo de avance significativo en la medida en que el régimen autocrático se mantenga en el poder.

–¿Puedes hablarnos un poco de los regímenes autocráticos?

–Los regímenes autocráticos, lejos de disminuir, han aumentado un 20 % en los últimos diez años. Hoy hay alrededor de setenta regímenes no democráticos en el mundo. Eso significa la pérdida de libertades o la ausencia de derechos. En el caso venezolano, hay un elemento en particular. Desde el año 2009, cuando se eligió la Constituyente de Chávez, los grupos neopentecostales habían tratado de tomar el poder fundando partidos políticos. Bertucci lo hizo con Esperanza por El Cambio, lo hizo ORA (Organización Renovadora Auténtica) y la propia Nuvipa (Nueva Visión para mi País). Fueron intentos de organizar partidos políticos confesionales.

La fórmula más efectiva que tuvieron para poder tomar el poder político, fue metiéndose en el portaviones Chávez. Eso llevó a que, en la Asamblea Constituyente del año 98, aproximadamente un 35 % de los constituyentes era evangélicos. Eso explica por qué Maduro recientemente ofreció un 4 % del presupuesto nacional a las iglesias evangélicas, en el plan “Mi Iglesia bien equipada” que se lo da a Nicolasito para que lo administre. También explica que el voto evangélico, que puede representar a nival poblacional alrededor del 17 % al 22 %, ha aumentado exponencialmente. Hace solo veinticinco años era alrededor del 5 % al 7 %.

Políticamente son activas e históricamente han estado muy cercanas al PSUV. Representan alrededor de un 16 % de la intención global de voto. En esas condiciones es un apoyo político importante que justifica el 4 % del presupuesto nacional. Es mucho más que el presupuesto del Ministerio de Educación, del Ministerio de Salud y del Ministerio de Vivienda. Es justificable desde el punto de vista de la opción política y de las elecciones de los años 2024 y 2025.

–¿Qué crees que pueda pasar en ese contexto?

–Hace unas semanas estuve en México y una de las preguntas que siempre se hacen los historiadores es ¿por qué se acabaron cada una de las civilizaciones? Más allá del por qué, me planteaba la hipótesis del cómo, viendo cómo desaparecen y cómo son sustituidas por nada. Por ejemplo, los Aztecas son una civilización de alrededor del año 80 de nuestra era y para el año 600 había desaparecido. Lo mismo sucedió con los Olmecas.

En un proceso de dominación, de un pueblo por otro, no tienes que eliminar a todo el pueblo, basta con eliminar la inteligencia (en aquella época, los sacerdotes, los jueces y los letrados) y el resto de la población ya no tiene el conocimiento. Ya no tienes el grado de evolución que tenías en un determinado momento. Eso pasó en Pdvsa, se eliminó el conocimiento y quedaron ruinas. También puede pasar con Venezuela. Se nos ha ido seis millones de personas y el 90 % está entre veinte y cuarenta y tres años de edad. Nuestra pirámide poblacional se redujo.

El 95 % de esas personas que se fueron en las primeras etapas, hasta el año 2017, tenía grado universitario con postgrado. ¿Quiere decir que lo mataron totalmente? No, todavía hay una reserva de conocimiento, pero lo pueden matar. Es la pretensión. Se acaba la cultura y las personas que subsisten en el territorio pierden la habilidad, la capacidad de crear o de continuar la creación en el estado que existía anteriormente.

Pienso que eso es lo que está pasando en el sistema venezolano. Las resistencias están relacionadas con impedir que el conocimiento vuelva a tomar el poder. Una buena parte de los políticos –yo también soy política, así que me estoy echando baldes sobre mí misma– tiene una ignorancia supina y traza sobre todos los aspectos de la economía, de la administración, de la política, del cambio social.

En Venezuela, no hemos podido hablar de los temas del siglo XXI, no hemos discutido seriamente ninguno de los Objetivos del Desarrollo Sostenible. ¿Qué significa desarrollo con inclusión, igualdad de género, protección del ambiente? Esa es mi angustia. El grupo del conocimiento está envejeciendo cronológicamente y no hay una generación de sustitución por dos razones, o porque se ha ido del país o porque ya no está siendo formada para el siglo XXI.

–¿Por qué crees que ha sucedido de esta manera?

–A esto que llamamos autocracia, no le interesa el cambio de estructura. Ellos se dicen revolucionarios, pero su praxis es la perpetuación de las estructuras. Es una estructura de dominación patriarcal. ¿Cuáles son los símbolos del poder? ¿qué significaba Chávez o qué significa Maduro rodeado de militares? ¿qué significa que las mujeres que actúan en el poder tengan una praxis más machista y misógina que los hombres?

La resistencia al cambio tiene en Venezuela unas características particulares. En otros países tienes la posibilidad de lograr el cambio por vías judiciales. Por ejemplo, en Colombia y en Brasil, hay matrimonio igualitario, reconocimiento de la identidad de las personas trans, protección contra los crímenes de odio, pero no están en las leyes, son desarrollos judiciales. ¿Qué fue lo que estableció el matrimonio igualitario y el derecho a la identidad de las personas trans en Colombia? Una sentencia de la Corte Constitucional. ¿Qué fue lo que estableció el matrimonio y el derecho a la identidad de género en Brasil? Una sentencia del Supremo Tribunal Federal.

En otros países ha sido por vías legislativas. Hoy día todas esas instituciones existen en México, Costa Rica, Colombia, Ecuador, Brasil, Uruguay, Argentina, Chile. En el caso de las personas trans, pero no matrimonio igualitario, en Bolivia. En Perú por vía judicial. Matrimonio igualitario en Cuba. Es un movimiento hacia la obtención de iguales derechos, pero con resistencias. Así como hubo una guerra civil en Estados Unidos, casi un movimiento de secesión por la abolición de la esclavitud.

No es por azar que sean los estados del sur de Estados Unidos los que en este momento están liderando la lucha en contra de los derechos sexuales y reproductivos. Florida, Texas, Arizona, Mississippi, Tennessee. Son los estados que formaban parte de la Confederación, menos Texas, y que generaron la guerra civil como resistencia al cambio.

–¿Qué será necesario hacer para generar cambios acordes al siglo XXI?

Si trato de liderar un proceso histórico de cambio, tengo que conocer todos esos procesos anteriores y generar alianzas, porque sin ellas no se producen cambios. Hay que entender que los cambios sociales son lentos, pero que los cambios legales son mucho más largos y que no se pueden dar cambios sociales si no se dan cambios legales. No se puede luchar contra el racismo si hay leyes segregacionistas. No se puede luchar por la igualdad de la mujer si no tiene iguales derechos que los hombres. No se puede luchar contra la homofobia o transfobias, como males sociales, si no tienes iguales derechos, porque la ley te está considerando en un estatus inferior.

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