Mercedes Pulido
Entre los cambios de mentalidad que la tecnología nos está exigiendo, es sentirnos socios y aliados con la diversidad humana en nuestros horizontes y expectativas de vida dejando de ser súbditos y sumisos a las estructuras jerárquicas dominantes que venden el sueño de la felicidad por la acumulación de bienestar.
La reciente tragedia de los migrantes en Italia no es más que la punta del iceberg de la defensa a ultranza de todo lo que pueda afectar nuestro goce de bienestar. En la conferencia Mundial de Población (1994) el Presidente de Senegal, Leopoldo Senghor, poeta y gran demócrata, le respondió a Europa acerca las recriminaciones que le hacían por no poder África impedir el flujo ilegal de sus poblaciones señalando que mientras las imágenes televisadas fueran de un goce infinito de bienestar, él no podía negarle a sus pueblos las aspiraciones de superación humana. El Papa Francisco manifiesta que cada uno de nosotros tiene una visión de lo que es el Bien y también el Mal, debe elegir seguir el Bien y combatir el Mal como instrumentos para cambiar el mundo. Son las actitudes las que tenemos que cambiar. Y lejos de cambiar las estamos copiando.
Me refiero a la decisión reciente de República Dominicana de retirar la nacionalidad a los nacidos dominicanos que fueran hijos de ilegales haitianos, haciendo caso omiso del irrespeto a la retroactividad. El chantaje y compra de conciencias por retener el poder absoluto tal y como lo estamos viendo en nuestra realidad es evidencia de las apetencias de dominio sin relación para solucionar los problemas del caos y anarquía. En algunos recientes sondeos la desconfianza y la creciente carencia de solidaridad es manifiesta al punto que se nos percibe como la sociedad de mayor pérdida de apoyo mutuo o de responsabilidad colectiva. Para muestra un botón, las confrontaciones ante un paquete de harina o un litro de aceite, el asalto a un camión de carne y muerte de su chofer no solo por motorizados sino por automovilistas y transeúntes.
Durante la Revolución Francesa, entre 1790-95, son los mensajes mediocres los que movieron pasiones y decisiones. En tiempos de anarquía la inteligencia se exila y la gente se cansa de la incertidumbre y el caos, revelando que puede ser la violencia organizada la que recupera el orden con el alto costo de la exclusión y libertad, o es la oportunidad para una visión providencial dirigida a encauzar el tejido social recreando las instituciones y nuestras capacidades de aliarnos en las diferencias para innovar y construir alternativas y normas que permitan ser solidarios no sólo con las debilidades, sino especialmente con la capacidad de aceptarnos diferentes y comprometidos con un horizonte compartido. Aliados en la búsqueda del Bien, hagamos esfuerzos por recuperar la confianza en el “Nosotros”, tal vez esa ha sido la sorpresa inesperada del Papa Francisco: Intentar la transparencia sin sumisiones.