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Solo para mujeres

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Fotografía tomada en 1944 de una soldado de la unidad auxiliar femenina del Ejército estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial. Foto: Getty

Por Noel Álvarez*

Espero que el sugestivo título de este artículo sea lo suficientemente atractivo para motivar la curiosidad del público femenino, sin que por ello, el interés de mis seguidores masculinos se vea debilitado. Intento con este escrito, reconocer el importante rol que juega la mujer en la resolución de conflictos, desde dos diferentes vertientes: su innegable capacidad de intuir hechos futuros y el apoyo que brindan a su contraparte masculina.

Durante la II Guerra Mundial, la edición británica de la revista Vogue, acuñó el eslogan “beauty is your duty”, la belleza es tu deber. La consigna no tardó en convertirse en un acto de compromiso patriótico inapelable, defendido y reforzado, hasta por Winston Churchill. “Por trivial que pueda parecer, en tiempos de crisis, el papel de la industria de la belleza ha sido considerado como esencial por los gobiernos que entendieron la ascendencia psicológica y social de un simple pintalabios”, dice el escrito de Vogue, reproducido por El País, de Madrid.

A pesar de que, durante la II Guerra Mundial, el Reino Unido paralizó la producción de cosméticos en aras de actividades más urgentes, Churchill decidió hacer una excepción con el lápiz de labios, al afirmar que su uso “levantaba la moral de la población”. En medio de la confrontación, con la gente sufriendo por la contaminación ocasionada por las armas químicas y atravesando un largo periodo de enfermedades, el pintalabios fue considerado producto de primera necesidad. Mientras que la gasolina, el azúcar, los huevos y otros productos de primera necesidad eran racionados, los labiales se repartían con la misma frecuencia que la harina.

“Churchill entendió que, llevar los labios pintados, fortalecía el espíritu de las mujeres, haciéndolas lucir fuertes, seguras y atractivas; sentimientos especialmente preciados en tiempos de crisis”, dijo la periodista Rachel Felder. Y agregó: “El acto de pintarse los labios transmite un mensaje de autoridad y convicción. Para las mujeres que lo llevan es, tanto una espada, como un escudo, que las ayuda a defenderse”.

El Premier británico pidió a las mujeres que usaran el pintalabios para levantar el ánimo de sus esposos, quienes como soldados, combatían en la guerra. Así, ellos además de luchar con ímpetu, mantendrían la esperanza de poder volver a casa para reencontrarse con sus bellas esposas.

Una razón más para promover el uso del pintalabios, fue el odio público y notorio que Adolf Hitler demostró por cualquier tipo de cosmética. “Eran vidas ordinarias impactadas por acontecimientos extraordinarios. Si cada parte de su existencia era intervenida por el gobierno, la apariencia era lo único que ellas podían controlar”, afirmó la historiadora Laura Clouting.

Publicaciones de moda y firmas cosméticas se sumaron al reclamo del eje aliado. Elizabeth Arden creó un kit de maquillaje para las mujeres de la marina estadounidense que hacía juego con sus uniformes y Helena Rubinstein ideó tonos de pintalabios y sombras con nombres como, Rojo de Regimiento, Comando o Rojo Combatiente. “Ningún labial, ni el de nuestra firma ni el de ninguna otra, va a ganar la guerra. Pero simboliza una de las razones por las que estamos peleando… el preciado derecho de las mujeres a lucir femeninas y hermosas, bajo cualquier circunstancia”, afirmaba la campaña publicitaria ‘Guerra, mujeres y pintalabios’ de la marca Tangee.

Aunque hablar sobre maquillaje en tiempos tan duros podría sonar como un tema frívolo y superficial, más allá de la colaboración clave de la industria a la hora de transformar sus líneas de producción para producir mascarillas o gel desinfectante, Rachel Felder defiende su utilidad y relevancia: “El pintalabios sube la moral, pero es mucho más que eso, en tiempos de crisis, como hizo durante la II Guerra Mundial, les aporta a las mujeres un sentido de normalidad. En estos días, en los que la gente está lidiando con el estrés, el confinamiento y la pérdida de sus seres queridos, mantener esos pequeños detalles diarios que te hacen sentir normal, es muy importante. El pintarse los labios de rojo cada mañana te empodera”.

Su simbolismo es tal que, a principios de este siglo, Leonard Lauder, consejero de Estée Lauder, acuñó el término ‘efecto pintalabios’. Este indicador económico hace referencia al hecho de que la industria cosmética se mantiene inamovible e incluso incrementa sus ventas en tiempos de crisis. Los consumidores dan prioridad a los ‘lujos’ asequibles en lugar de hacer inversiones, de mayor riesgo, como viviendas o vehículos. Tanto después de la II Guerra Mundial, como en la Nueva York post 11-S o durante la recesión económica de 2008, las ventas de cosméticos florecieron. “La cuestión es si leer los labios volverá a ser un barómetro útil de la situación financiera tras la crisis del Covid19”, relata El País de Madrid.

“Creo que, una vez que las tiendas físicas vuelvan a abrir, subirán las ventas de maquillaje, pero en especial las de los labiales, porque suponen un pronunciamiento firme. Parte de eso se deberá al ‘efecto pintalabios’, pero también a que, en tiempos extraordinarios, la gente siente el deseo de arreglarse, salir a la calle y lucir lo mejor que puedan”, concede Felder. Luego agrega: “una vez superemos la pandemia, las ganas de volvernos a presentar ante el mundo dejando atrás los pijamas y chándales se intuyen más vigorosas que nunca”.

La relevancia del pintalabios, en tiempos de crisis, quedó evidenciada en la anécdota contada por el teniente coronel británico Mervin Willet Gonin, quien durante la II Guerra Mundial, tras liberar el campo de concentración de Bergen-Belsen, escribió en su diario: cuando la Cruz Roja llegó al campo con una gran cantidad de barras de labios, un pedido contrario a lo que se había solicitado como prioritario. “No sé quién las pidió, pero me encantaría saberlo. Fue obra de un genio, inteligencia en estado puro. Creo que nada hizo más por estas internas que esas barras de labios. Las mujeres se tumbaban en la cama sin sábanas ni camisones, pero con los labios rojos. Las veía deambular sin nada más que una manta por encima de los hombros, pero con los labios pintados de rojo. Por fin, alguien había hecho algo para convertirlas de nuevo en individuos, ya no eran solamente un nombre tatuado en el brazo”

*Coordinador Nacional del Movimiento Político GENTE | [email protected]

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