Radio Progreso y el ERIC
Con el saldo de al menos 30 personas asesinadas como respuesta oficial a las demandas por salud y defensa del ambiente, no queda ningún otro calificativo que ratificar al régimen que preside la familia Ortega en Nicaragua como una despiadada dictadura que en nombre de una revolución por la que en el pasado dieron su vida miles de jóvenes, hoy se ha entronizado con más poder, corrupción y riqueza que aquella nefasta familia Somoza. En los hechos, no solo se ha apropiado del Estado, sino que impulsa una feroz represión en contra de los anhelos, aspiraciones y luchas de la juventud.
Nos unimos a las diversas voces nicaragüenses, particularmente de nuestros hermanos jesuitas, de demandar el cese inmediato de la represión, investigar y enjuiciar a los responsables de las víctimas mortales y heridas, y se convoque a una mesa de diálogo nacional con la plena participación de todos los sectores con el propósito de buscar un camino pacífico a las demandas planteadas.
Nadie más que nosotros, desde nuestra Honduras, comprendemos la situación de zozobra y angustia, impotencia, rabia y dolor, como lo siente mucha gente entre los nicaragüenses, porque no obstante la campaña del imperio con sus aliados internos de suavizar y dar como aceptado el régimen hondureño actual, aquí estamos padeciendo por igual las consecuencias de una dictadura tan feroz como la nicaragüense.
Con lenguajes distintos y referencias históricas diversas, en los hechos las dos son dictaduras, la hondureña con un populismo primitivo de extrema derecha, y la nicaragüense con un populismo de izquierda; las dos se apañan y se apoyan mutuamente en los votos para legitimarse, se apropian y roban los recursos del Estado, y ambas reprimen y matan a la gente cuando protesta contra la corrupción y los abusos de poder.
Apoyar una dictadura porque se maneja con fraseología de izquierda, o acusar a quienes protestan de ser agentes del imperialismo, no solo es una irresponsabilidad política insostenible, sino que es una falta de ética y de humanidad. La dignidad humana no puede aplastarse en nombre ideologías y posiciones políticas. La dignidad tiene cuerpos que se desangran, presos por haber ejercido su derecho a manifestarse y voces juveniles que son acalladas porque están cargadas de justicia.
Desde Radio Progreso y el Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación ERIC manifestamos nuestra solidaridad y damos nuestro abrazo a nuestros hermanos y hermanas nicaragüenses, especialmente a la juventud, al tiempo que expresamos nuestro repudio a la represión impulsada por el régimen de la familia Ortega, y demandamos como hondureños y centroamericanos que se respete el derecho a la manifestación pública y exhortamos a que se busquen caminos de diálogo que conduzcan a una paz duradera con justicia y libertad sin abusos de poder y sin dictaduras.