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Sócrates Serrano se sumerge en la fe de José Gregorio para sana

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Por Dalila Itriago

En el espectáculo teatral Gregory, canal de fe, el actor venezolano contará su experiencia con la espiritualidad y la ciencia para superar un cáncer

Si quisiéramos sumergirnos en las profundidades de la palabra fe, desde el punto de vista científico, y le pidiéramos al psicólogo clínico Sócrates Serrano que nos ayudara en esta aventura, él nos explicará que ese monosílabo podría comprenderse como sinónimo de sugestión.

Visto así pareciera que la cálida palabra (porque las palabras tienen cuerpo y corazón) se enflaquece y pierde su milagrosa luminosidad para convertirse en una especie de ponqué que se prepara fácilmente con solo leer una receta. Veamos: “Tú pones tu energía transformacional (que es la capacidad de que las cosas ocurran) en un objeto intermediario, que puede ser un elemento material o espiritual. Luego, inconscientemente, buscarás que las cosas ocurran. Tú harás de todo para lograrlo y tu energía corporal, física y mental, se movilizará en ese sentido. Pero tú se lo adjudicarás (creerás que lo lograste) a ese elemento”.

Explicado así, la fe queda desnuda, huérfana y llorosa. Sin su valor místico, mágico y religioso. Podríamos atrevernos a decir que incluso queda desprovista de poder. Será por esto que al actor Sócrates Serrano le alegra tanto imaginarse sobre el escenario del Centro Cultural Chacao el día sábado 26 y domingo 27 de octubre, porque allí no hablará el científico que maneja conceptos y definiciones, sino el creyente que se abandonó al poder de la fe para poder sobrevivir a un cáncer.

Hablará el hombre que con 50 años de edad revela que en realidad tiene solo un año y cinco meses de vida (aunque calce talla 45). Ese que regresó de la muerte para contar su historia de sanación y milagro a través del montaje unipersonal Gregory canal de fe.

“En este momento lo que más me emociona es que daré un mensaje a través de una energía, pues durante mi obra yo no tendré que explicar lo que significa José Gregorio Hernández del modo técnico como te lo expliqué a ti. Quien vaya a ver Gregory, canal de fe, tendrá la posibilidad de creer y de conectarse a través de lo que verá. Sencillito…”.

Nuestros héroes han tenido que usar la violencia y el ejercicio absoluto del poder para lograr hazañas históricas, pero esconden grandes sombras. No existe un personaje histórico de la venezolanidad que reúna tanta luminosidad como José Gregorio Hernández: científico, académico, hombre generoso. Entonces él representa la perseverancia, la voluntad, la honestidad, la empatía, la generosidad. Todo eso lo reúne él como figura y es por eso que está en los carritos por puestos, en la entrada de los bares, en las carteras de las personas, en los altares, en las estampitas. Tú no tienes que explicar eso. Él como estímulo genera una conexión emocional inmediata y eso fue uno de mis grandes aprendizajes”, añade.

Sócrates Serrano, el Gardel del montaje teatral El día que me quieras y el Fabricio Di Giacomo del film Azul y no tan Rosa (2012), se muestra delicado y transparente en la entrevista. Tan etéreo como la blanca tela de su camisa. Pareciera ser así en la vida real. Pareciera que cuando habla de su enfermedad y se queda sin voz, no está actuando, sino que aún le duele.

Siempre había tenido una frágil salud en el sistema digestivo y por eso se controlaba desde muy joven. Sin embargo, dos años antes del cáncer le recordaron que tenía que hacerse chequeos regulares y los evadió. Le dio largas. Cuando regresó donde el especialista ya no hubo forma de huir: el pólipo inicial se volvió tumor y tenía un adenocarcinoma en el colon. El tratamiento comenzó en enero de 2018 y duró todo el año. Contempló dos ciclos de quimioterapia y 28 sesiones de radioterapia. Implicó la pérdida de 12 kilogramos de peso y deshidrataciones más una operación y cuatro ciclos post operatorios de quimioterapia intravenosa y oral.

Luego de esto, y luego de buscar agua para beber y poder seguir contando, Sócrates asume una actitud de filósofo, similar al hombre que lo nombra y te dice: “Cuando estás cerca de la muerte tu percepción del mundo cambia por completo. Cambias el modo de valorar tu propio organismo, las cosas simples de la vida: tus vínculos, tus relaciones, tu recorrido personal, hasta de lo que envidias. Valoras tu salud y el hecho de ayudar a otros. Por eso ahora lo que más deseo es generar un espacio de reflexión, de conexión, de renovación de fe y el poder conectar esto con otras personas”.

Podríamos caer en el error de sintetizar la experiencia en tres líneas: la enfermedad lo puso contra las cuerdas, él acudió a un santo para lograr un milagro, sobrevivió y ahora echa el cuento agradecido. Pero no es tan simple. Quizá la fe, como el amor, no pueda explicarse ni resumirse tan brevemente.

Él, sin embargo, y como parte de su propia dialéctica habla parsimonioso. Explica minuciosamente. Es pródigo en detalles. Como si al hablar se explicara a sí mismo. Al nuevo Sócrates que hoy saluda. Así te cuenta que él es hijo de un chileno de descendencia croata que era ateo, periodista y comunista; y que su mamá es la antítesis: la española católica, conservadora, ama de casa ejemplar. Creo recordar que fue el papá quien decidió que no le endosarían religión alguna al muchacho.

Y así creció este Saulo criollo, con su carrera de Psicología terminada y con dos maestrías posteriores: Desarrollo Organizacional y Psicodrama. Trabajando en empresas (telefónicas o de licores, da igual) reclutando al personal; y con su corazón de actor latiendo bajito, como latía aquél delator de Poe. Solo que en vez de ser Jesucristo el que le preguntara: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”; la interrogante (al parecer) se la habría formulado el propio médico de los pobres.

“Hubo un día clave. Una mañana que yo me levanté y me estaba cepillando los dientes en mi baño y viéndome al espejo tuve la certeza absoluta de que tenía que contar y hablar de José Gregorio a través de mi trabajo como actor. Fue como una revelación. Ese día entendí que todo lo que me había pasado era para que yo hablara de mi historia…Todo esto yo lo pudiera explicar muy claramente a través de fenómenos psicológicos como la sugestión, pero en algún momento de mi proceso decidí creer y no explicar nada racionalmente. Sentí que necesitaba entrar en un área de fe como espacio de energía de transformación. Sentí que era el aprendizaje que necesitaba experimentar en mi proceso de sanación porque era algo que yo no había explorado, que no dominaba. A partir de allí empecé a entregarme a muchas cosas espirituales que comenzaron a pasarme”, comenta.

– ¿Qué sentiste exactamente? ¿Qué ocurrió?

-No fue que sentí calor, o que yo vi algo, pero fue como un “TUM” y ahí me dije: “¡Fue por esto!, ¡Claro, es que yo tengo que hablar de él! ¡Es que yo tengo que interpretarlo! ¡Es que yo tengo que dar este mensaje! ¡Es que parece como si yo hubiese sido escogido!”

Y acá Sócrates se queda mudo, más bien parece atragantado. Los ojos se le ponen rojos, y uno siente como si él tuviera una aldaba en la garganta y de allí no saldrán más palabras. Por suerte, él continúa… “Empecé a preguntarme: ‘¿Qué voy a hacer?, ¿quién me puede dirigir en esto?, ¿de qué voy a hablar?’. Entonces cuando empecé a recuperarme me dije que hablaría de todo lo que viví y de cómo me fui sanando”.

Una amiga muy cercana le sugirió que trabajara con el coreógrafo Miguel Issa y un día se lo encontró en La Caja de Fósforo. Recuerda que se dijo a sí mismo que era el momento y que tenía que hablarle a Miguel, aunque no lo conociera mucho ni fueran grandes amigos.

“Le dije que acababa de salir de un proceso muy fuerte, y que estaba sanando un adenocarcinoma; que tuve una experiencia espiritual con José Gregorio Hernández y que quería hablar de ese proceso, a través de mi trabajo como actor y a través del cuerpo. Le dije que había pensado que él era la persona perfecta para que me acompañara y que deseaba saber si estaba interesado. Él inmediatamente se conectó y me dijo: ‘Claro que sí, por supuesto que sí’”, relata.

Sócrates cuenta que incluso estando bajo tratamiento con quimioterapia él fue a ver el trabajo de Issa con “La Lupe” y que le impactó. A pesar del Goya que también lo ampara, revela que por un momento creyó que el coreógrafo no lo llamaría: “Creí que no me iba a parar bolas, pero me equivoqué. Al día siguiente me llamó y me dijo que empezara a escribir todo lo que se me viniera a la mente”. No pudo hacerlo. Apenas se sentó a escribir en su laptop empezó a llorar: “Le dije a Miguel: ‘no puedo escribir’, y él me dijo: ‘no te preocupes. Vamos a empezar a trabajar al revés. Vamos a empezar con imágenes y con el cuerpo y tú me vas a contar todo’”.

El director y cocreador del espectáculo empezó a mostrarle imágenes al actor y paciente para ver cuál de ellas le hacía resonancia, o lo que coloquialmente llamamos “click”. “Yo me entregué y Miguel fue mi terapeuta artístico. Tuve varios en mi proceso: mi psicoanalista, que es un terapeuta Junguiano, una sanadora holística que se llama Adriana González y Miguel, que ha sido mi terapeuta artístico teatral. Después de las fotos me fue dando bloques de palabras y me pidió que con ellas construyera unas secuencias físicas”, detalla.

Así “quirófano”, “biopsia”, “quimioterapia” y “sanación” se volvieron movimiento, y la maravilla del arte también hizo su aporte a la salud de Serrano. El quirófano dejó de ser un lugar frío donde anida el susto para convertirse en el espacio donde revive un ave o se acuna de nuevo la vida.

“Miguel fue un gran escultor. Es un artista con el movimiento y el cuerpo. Fue puliendo todo: ‘Esta mano no, cuidado con los pies, mira la postura física, quiero que busques algo más suave, elimina esto que es muy brusco…’. Él le fue dando poesía a mis pasos y todo se fue decantando hasta que se volvió un viaje físico corporal muy particular”, revela detalles Serrano.

“(…) Paralelamente yo iba leyendo sobre José Gregorio y fui haciendo una pequeña investigación de sus cartas a los familiares y amigos más cercanos cuando él estaba estudiando Medicina en Francia, New York e Italia. Revisé un libro de la Fundación Bigott y otro editado por la Ucab con prólogo de Axel Capriles; y también tuve acceso a unos descendientes suyos. Por ahí hice una pequeña selección de textos sobre él, más un libro que él escribió que se llama Tratado de Filosofía, que es maravilloso, y cuando yo estaba emocionalmente más recuperado, Miguel me empezó a traer textos de otros autores y me sugería que los leyera. Él luego armó un texto con varios autores compilados y yo lo leí, pero le dije que eso no era exactamente lo que yo quería decir. Entonces me dijo: ‘¡Escribe carajo!’. Eso fue a mediados de agosto de este año y ahí sí salió todo ‘zuaz’ y sin llorar”, agrega.

El texto de la pieza teatral es un viaje –explica Serrano-, que sería su recorrido a través de su proceso de sanación, conectado con las reflexiones del propio José Gregorio Hernández. Dice el actor que la diferencia de su obra con un monólogo, es que éste puede ser el producto de un texto creado para un personaje ficticio. En cambio, en Gregory, canal de fe, el personaje es él mismo. Es un testimonial sobre su proceso de sanación.

“Tuve que ponerle un nombre a mi personaje para distanciarme un poco de él y poder trabajarlo, porque emocionalmente era muy fuerte para mí. Se llama El Viajero, que soy yo mismo contando mi historia. El otro personaje es José Gregorio Hernández que está en OFF y aparece en algunos momentos a través de mi caracterización”, acota.

Samuel Hurtado es el productor del espectáculo y responsable de darle un matiz de gran formato. Lil Quintero lleva el registro audiovisual de todas las intervenciones urbanas que Serrano ha hecho con José Gregorio en sitios públicos.

Las funciones serán a beneficio de la ONG Senos Ayuda y con la compra de dos entradas se apoyará la realización de una mamografía o se completará el costo de cualquier examen que la paciente requiera. El boleto cuesta 120 mil bolívares en balcón y 180 mil bolívares en patio y justo una de las funciones se realizará durante el aniversario número 155 del natalicio de José Gregorio Hernández, el 26 de octubre.

– ¿Te sientes elegido? ¿Crees que todo lo que viviste ocurrió para que luego pudieras decirle a los demás “tengan fe”, “crean”?

-Cada vez lo siento más. Cuando hablé con Bolivia Bocaranda y me dijo que ella había sido sobreviviente de cáncer me dio un reflejo interesantísimo de lo que esto significa. Todos tenemos espacios de conexión por diferentes vías y tenemos que vivir experiencias distintas para conectarnos con el otro y transformarnos.

Hay personas que son más visuales, que son más sensibles, y además la figura de José Gregorio Hernández representa un elemento que nos hace demasiada falta en este momento porque estamos absolutamente desamparados. No es casual que haya aparecido en este momento.

Creo que es muy valioso ver sus luces y sus sombras y vernos allí reflejados como espacio de lo que somos. Recordar nuestro recorrido y recordar que también somos luz: que podemos ayudar, que podemos tender una mano, que podemos generar redes de apoyo. Eso es un poco lo que también quiero contar con este espectáculo. Buscamos sensibilizar a las personas y llevarles un mensaje de renovación, conexión y fe.

– ¿Tú sientes que José Gregorio Hernández te curó?

-Yo le debo mi sanación a la ciencia y a la fe. Hay una parte en el texto que yo digo: “Mi doctor se apellida. El doctor que me curó se apellida Hernández. Mis dos doctores se apellidan Hernández”.

El cirujano que me operó se llama Rubén Hernández. Tomó decisiones sumamente acertadas y su abordaje del caso fue excelente en su planteamiento y en los tiempos. Siento que fue sumamente hábil en la manera en que manejó mi caso. Yo le debo mi sanación a él y también a José Gregorio.

Ese es el mensaje de la obra, por eso yo le puse el nombre: “canal de fe”, porque no importa cuál sea tu canal: puede ser la Virgen de Guadalupe, Buda, el escarpín de mi hermanito que siempre tuvo un gran valor en la casa o la figura que tú quieras. Es el elemento en el cual tú proyectas tu energía el que consteliza tu propia capacidad de sanación. No importa cuál sea. Lo importante es que tú deposites la posibilidad de creer y de sanar. Eso es una energía que hace que tú sanes”.

-¿Qué mensaje puedes enviar a quienes perdieron la fe en el país y sienten que quedarse acá es inútil y que todo está perdido?

-Siempre sugiero que se viva el duelo porque eso permite la reconexión y el hacer anclaje con ese espacio que se está dejando. A nivel personal descubrí que había un aprendizaje detrás de mi enfermedad. En un ejercicio que yo hice con Adriana ella me dijo que trajera al tumor y lo pusiera enfrente y le diera las gracias al tumor. Yo no podía darle las gracias al tumor ni a la enfermedad. Ahora sí puedo. Ahora sé que apareció para enseñarme cosas. Entonces comprendí que todo lo que aparece en nuestras vidas es para enseñarnos, lo que pasa es que a veces no estamos tan despiertos para aprender. Y esto es un camino muy individual y muy sutil de cada quien.

Hay que ser muy respetuosos del otro y reflejarle en la medida de lo posible espacios de encuentro. Mostrarle cosas muy ligeramente. Lo que yo quiero con este espectáculo es mostrar algunas cosas a los que puedan leerlo.

-¿Crees que se puedan rescatar aprendizajes en este país, donde se advierte sobre una emergencia humanitaria compleja?

-Creo que cada uno tiene que preguntarse qué les toca hacer en un espacio como este. ¿Cuál es la misión que yo siento debo hacer acá, en este país, en este momento? Yo le diría a esa gente que perdió la esperanza que se pregunten qué les está mostrando el país que tengan que aprender: tolerancia con uno mismo, manejo de las dificultades, manejo de la incertidumbre, la paciencia que tenemos para con nosotros mismos y con los demás, manejo de las adversidades y qué cosas tienen que aprender aquí o al destino que decidan ir; porque no todo el mundo está listo para quedarse o listo para irse. Eso es un proceso muy personal y muy subjetivo.

– ¿Crees que, así como te curaste tú, también el país pueda curarse?

-Creo que sí, pero tenemos que estar en un nivel de conciencia más profundo. No sé cuánto tiempo tarde, pero si todos nos involucramos probablemente sumemos espacios para esa posibilidad.

Fuente: http://elestimulo.com/climax/socrates-serrano-se-sumerge-en-la-fe-de-jose-gregorio-para-sanar/

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