A principios de los 90 conocí la música del grupo brasilero Paralamas do sucesso algo así como los “parachoques del éxito”. Y su primera canción conocida en el país fue Inundados que es una traducción mas o menos forzada de “Alagados”, que en este caso hace referencia a un barrio/favela de Salvador de Bahía y la dura realidad de la vida en esa zona. Una parte de su letra dice : A esperança não vem do mar, nem das antenas de tevé, lo que significa en español “La esperanza no está en el mar, ni en las antenas de TV (televisión)” y luego habla del arte de vivir con fe pero sin saber con fe en qué. Y me pareció una buena introducción para hablar de esperanza, sobre qué es o qué no es.
En su último ensayo, el filósofo Byung Chul Han distingue entre esperanza y optimismo. Él define la esperanza como la certeza de que algo tiene sentido más allá de saber cómo vaya a resultar, en cambio menciona al optimismo como el convencimiento absoluto que de algo saldrá bien independientemente de lo que pase. A simple vista pareciera que el segundo concepto es mas poderoso y gusta más, pero no; siguiendo con Han, para él el optimismo es algo pasivo pues el resultado ya está dado, tanto este como el pesimismo se parecen ya que para ambos hay certeza en el final. Cito a Han para que observen la dureza con la que se refiere al optimismo.
El optimista está convencido de que las cosas acabarán saliendo bien. Vive en un tiempo ‘cerrado’. Desconoce el futuro como campo abierto a las posibilidades. Nada ‘acontece’ para él. Nada lo sorprende. Le parece que tiene el futuro a su entera disposición […] No cuenta con lo inesperado ni con lo imprevisible.
Entonces es algo estanco y así parecen todas estas corrientes buenistas y nuevas maneras de entender las cosas, donde ya no es un arte de vivir con fé sino más bien una espera de algo y no una esperanza.
Para nosotros, los católicos, al menos de inicio el tema resulta más facil, porque la pregunta ¿esperanza en qué? esta planteada. La esperanza es una de las tres virtudes teologales (junto a la fe y la caridad) y, como dice el papa Francisco, es la más humilde porque permanece oculta. Está en expectativa hacia lo que nos puede revelar Jesús. Es un llamado a acercarnos a su encuentro y, eso sí, requiere paciencia para ver cómo la obra de Dios va creciendo poco a poco. En palabras del Papa la esperanza “… es combativa, con la tenacidad de quienes van hacia un destino seguro”. El mismo Han cita la Epístola a los Romanos donde se refieren al tema: “Si lo que se espera ya está a la vista, entonces no es esperanza, porque ¿para qué esperar lo que ya se está viendo?”
Volviendo a Paralamas. En 2001 Herbert Vianna, su cantante, sufrió un cambio absoluto. Un accidente aéreo le quitó a su esposa, quedando él mismo en coma durante varios días, parapléjico y con las facultades mentales deterioradas. En pocos meses logró superar muchos obstáculos, volver a componer y presentarse en vivo, retomando una vida normal. Han pasado veintitrés años de aquel hecho y Paralamas sigue.Verlos sobre tarima es algo increíble; mas allá de las adversidades muestra el deseo y la disposición a seguir dándole sentido a una vida de posibilidades y expectativas.
Es necesario entonces ejercer la esperanza, ese arte de vivir con fe, que desecha la espera pasiva, el optimismo ciego y que no busca la salida en falsas ideas. Hay que seguir avanzando en lo que nos da sentido como seres humanos. Y quizas ese punto en común entre un músico de rock brasilero, un filósofo coreano y el Papa nos permita entender mejor la esperanza y asumirla desde el corazón, la inteligencia y la acción.
* Abogado. Magíster en Estudios Estratégicos y Derecho Ambiental. Miembro del Consejo Editorial de la revista SIC.