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Siglo XXI y la sociedad del conocimiento

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En su libro Arístides Calvani y la política económica exterior 1969–1974: esbozo de una política exterior para la sociedad del conocimiento, Grisanti no solo examina la dimensión económica de su gestión como ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela durante la primera presidencia de Rafael Caldera; sino que también ha querido proyectar su pensamiento y acción hacia el mundo de hoy a la luz de los retos de la nación en este siglo XXI

Introducción: de la Guerra Fría al desarrollo sustentable

Arístides Calvani (1918–1986) no era ajeno a los hábitos de la diplomacia internacional. Su padre, el Ing. Luis Francisco Calvani Grisanti (1873–1962), oriundo de Río Caribe, estado Sucre, había sido inspector general de Minas e Hidrocarburos del Ministerio de Fomento; cónsul general de Venezuela en Trinidad y Tobago, Boa Vista (Brasil), Ginebra (Suiza), Amberes y Bruselas (Bélgica), así como delegado en la Sociedad de las Naciones.  

             Caldera y Calvani introdujeron dos innovadores principios en la agenda de las relaciones internacionales: la Justicia Social Internacional y el Bien Común Universal, inspirados en la Doctrina Social de la Iglesia católica. Estos principios se insertaban dentro de los ideales libertarios de nuestra naciente democracia, reconquistada el 23 de enero de 1958. 

Aristides Calvani (1972) / Bert Verhoeff para Anefo

             La expresión económica de la Justicia Social y el Bien Común entre las naciones se englobaba entonces dentro del concepto de un nuevo orden internacional, legítima aspiración de los países en vías de desarrollo. El canciller Calvani procuraba ubicar el tema del desarrollo equitativo de las naciones en el epicentro de la política y la diplomacia internacionales. Las vicisitudes de la Guerra Fría colmaban la atención de la diplomacia a nivel bilateral y multilateral. 

             El fracaso histórico del socialismo real (ahora reciclado en la llamada Guerra Fría 2.0) y el derrumbe de las economías de planificación central (comunistas) han permitido en cierta medida superar –aunque no del todo– aquella confrontación Este –Oeste. Sin embargo, la necesidad de priorizar el tema del desarrollo en la agenda internacional guarda vigencia; pero bajo un nuevo principio rector: el desarrollo sustentable.

             De cara al siglo XXI, el desarrollo de las naciones sigue siendo un requisito indispensable en la búsqueda de la paz mundial. Para Calvani, la paz siempre será precaria mientras se fundamente en la confrontación, ya no bipolar, entre super potencias nucleares y no en la distribución equitativa del ingreso y la riqueza mundiales y el acceso de todos los hombres y todos los pueblos a los beneficios del saber, la ciencia y la tecnología.

Comercio exterior, integración y diversificación de la economía  

El establecimiento de una “política económica como política internacional específica” fue una de las acciones más significativas del ejercicio de Calvani como ministro de Relaciones Exteriores. Se implantaron iniciativas como la creación del Instituto de Comercio Exterior, la formación de especialistas en negociaciones económicas internacionales, la promulgación de las leyes de estímulo a las exportaciones no tradicionales y del fondo de fomento a las exportaciones, la incorporación de Venezuela al Pacto Andino y la denuncia (no conflictiva) del Tratado de Reciprocidad Comercial con los Estados Unidos de 1941; todas ellas orientadas a diversificar las exportaciones y la economía nacional a fin de disminuir la excesiva dependencia petrolera del país.   

             Calvani situaba la política petrolera de la democracia venezolana como un referente en la gestación de un nuevo orden económico internacional. Dio el rango de política nacional al proceso gradual que concluyó con la nacionalización de la industria y el comercio de los hidrocarburos en 1975. Venezuela desarrolló, en paralelo a su democratización, un nacionalismo sensato, el cual reconoció los derechos legítimos de las compañías petroleras internacionales, mientras el país alcanzaba progresivamente una mayor participación fiscal y un precio justo para los hidrocarburos después de la creación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo–OPEP en 1960.

Venezuela, extractivismo rentístico y III y IV Revolución Industrial

La perenne inquietud del canciller Calvani sobre el “desarrollo de la humanidad”, podría ser vista como una preocupación ya superada ante el impresionante desarrollo industrial que desde entonces han logrado los Tigres Asiáticos (Hong Kong, Corea del Sur, Taiwán y Singapur) y otras naciones emergentes, como China e India. No obstante, persisten grandes desigualdades en la distribución internacional del ingreso y la riqueza en el siglo XXI, renovando así la validez de aquella preocupación. 

             Hoy, la economía mundial se globaliza por medio de cadenas de valor integradas. Vivimos en los tiempos de la revolución digital, la inteligencia artificial, la impresión en 3D, la robótica y los vehículos autónomos. Las disparidades en la división internacional del trabajo parecen ensancharse, particularmente en aquellos países que todavía dependen de la exportación de materias primas y recursos naturales, como Venezuela.

             La III y la IV Revolución Industrial podrían ensanchar la brecha entre el desarrollo y el subdesarrollo, si las naciones emergentes no se incorporan a la sociedad del conocimiento y si los países extractivistas continúan sufriendo la Enfermedad Holandesa y la Maldición de los Recursos, dolencias que padece Venezuela desde la bonanza petrolera de los años 70 del siglo XX, acentuadas en las primeras décadas del siglo XXI. 

             Si los países extractivistas mantienen una subyugación atávica a una conducta rentística de los agentes económicos, sociales y políticos de la sociedad, será más cuesta arriba superar la brecha del atraso y el subdesarrollo, mientras que los países emergentes que se inserten en la III y la IV Revolución Industrial y en la sociedad del conocimiento lograrán niveles superiores de ingreso y riqueza y un desarrollo socioeconómico sustentable. 

Revolución tecnológica, sociedad supranacional y economía universal

La lección que nosotros los venezolanos debemos aprender a la luz de los progresos científicos de la biomedicina, la biotecnología, la inteligencia artificial y la digitalización y automatización de los procesos productivos y de la vida humana, es que el subdesarrollo y el atraso de las naciones depende primordialmente de las características histórico-culturales, político-institucionales y socioeconómicas locales y no de un plan preconcebido de los países industrializados. La noción estructuralista del subdesarrollo ha perdido vigencia. 

             No obstante, el pensamiento de Calvani preserva su validez en lo relativo a la necesidad de ejercer una presión constructiva sobre las naciones desarrolladas para que las bondades de la sociedad del conocimiento y la Revolución Tecnológica adquieran una dimensión inclusiva y universal.  

             Calvani detectó que la ciencia y la tecnología hacían al mundo más accesible para todas las culturas y para todos los seres humanos. Los adelantos científicos y tecnológicos, en su criterio, ratificaban la indivisibilidad de la especie humana: la humanidad es una sola. Los seres humanos están en la Tierra con una misión, que no es otra que el progreso material y espiritual de todos los pueblos del mundo.

             Visionario, Calvani propuso una solidaridad superior que uniese a todos los hombres y a todos los pueblos en una “sociedad supranacional” y en una “economía universal” por medio de “sucesivos procesos de integración.”   

             Concluyamos con un pensamiento que define al jurista y catedrático Arístides Calvani como persona, como ciudadano y como hombre de Estado:

             La historia nos demuestra que sólo las acciones humanas inspiradas en principios éticos han tenido trascendencia perdurable. Debemos, pues, defenderlos en el orden internacional con el poder persuasivo de la verdad para poder ser libres del poder coercitivo de la violencia.

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