La carta del Padre General Arturo Sosa, s.j. conmemora los setenta años de Fe y Alegría, resaltando su impacto en la educación y la justicia social. Además, hace un llamado urgente a la acción colectiva para enfrentar los desafíos actuales de desigualdad y pobreza
Fe y Alegría, movimiento de educación popular integral y promoción social inspirado en la espiritualidad ignaciana, celebra siete décadas de compromiso con la transformación social en América Latina y otras regiones del mundo. Desde su fundación en 1955, en Venezuela, por el sacerdote jesuita José María Vélaz, esta organización ha llevado educación y esperanza a millones de personas en situación de vulnerabilidad. Con motivo de este aniversario, el Padre General de los Jesuitas, Arturo Sosa Abascal, s.j., ha dirigido una carta que no solo conmemora este hito histórico, sino que también invita a una reflexión profunda sobre los desafíos actuales y el papel de la educación como motor de cambio.
Un legado transformador
A lo largo de setenta años, Fe y Alegría ha crecido desde su primera escuela en un barrio humilde de Caracas hasta convertirse en un movimiento internacional presente en más de veinte países. Su misión ha sido clara: garantizar que la educación llegue a los sectores más vulnerables, promoviendo valores como la justicia, la solidaridad y la dignidad humana. El padre Arturo Sosa destaca en su carta que esta organización ha sabido adaptarse a los cambios sociales, políticos y económicos de la región sin perder su esencia. “Cada escuela, cada maestro y cada alumno son parte de una historia más grande, una historia que busca transformar realidades a través del poder de la educación”.
La labor de Fe y Alegría trasciende las aulas. No se trata únicamente de enseñar matemáticas o ciencias, sino de formar ciudadanos comprometidos con el bien común. A través de su enfoque integral, esta organización ha trabajado para empoderar a comunidades enteras, brindándoles herramientas para superar la pobreza y construir un futuro más justo.
Educación como derecho fundamental
En su mensaje, el padre Sosa recalca que la educación es un derecho humano fundamental y una herramienta indispensable para romper los ciclos de pobreza. “La educación es el camino para garantizar que todos los niños y jóvenes tengan acceso a oportunidades, independientemente de su origen socioeconómico”. Este principio ha guiado cada una de las iniciativas de Fe y Alegría desde las escuelas rurales hasta los programas de formación técnica y profesional.
El impacto de esta labor es innegable. En estas siete décadas, millones de niños, jóvenes y adultos han tenido acceso a una educación que no solo les ha permitido adquirir conocimientos académicos, sino también desarrollar habilidades para enfrentar los desafíos de la vida. Historias como las de estudiantes que se convierten en líderes comunitarios o profesionales comprometidos con el cambio social son prueba del poder transformador de esta misión.
Sin embargo, el camino no ha sido fácil. La desigualdad, la pobreza y las crisis políticas han planteado enormes desafíos para la organización. La pandemia del COVID-19, por ejemplo, exacerbó las brechas educativas, afectando especialmente a las comunidades más vulnerables. Pero incluso en medio de estas adversidades, Fe y Alegría ha mantenido su compromiso inquebrantable con quienes más lo necesitan.
Un llamado a la acción
El mensaje del Padre General no solo celebra los logros alcanzados; también es un llamado urgente a la acción colectiva. “Hoy nos enfrentamos a realidades duras como la desigualdad y la pobreza, que requieren una respuesta colectiva y solidaria. No podemos quedarnos de brazos cruzados”. Este llamado resuena con fuerza en un contexto global donde las brechas sociales parecen ensancharse cada vez más.

El padre Sosa invita a todos los miembros de la comunidad de Fe y Alegría, así como a aliados y simpatizantes, a renovar su compromiso con esta causa. “Es esencial que trabajemos juntos para construir un futuro mejor, especialmente para aquellos que son más vulnerables. Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar”. En este sentido, el setenta aniversario no solo es una oportunidad para celebrar, sino también para reflexionar sobre lo que aún queda por hacer.
La historia de Fe y Alegría es un testimonio del poder transformador de la educación cuando se combina con un compromiso genuino por la justicia social. Como bien señala el Padre Sosa, “… cada escuela, cada maestro y cada alumno son parte de una historia más grande”. Esta historia está marcada por la fe en el potencial humano y la alegría de ver cómo la educación puede cambiar vidas.
El setenta aniversario es un momento para celebrar los logros alcanzados, pero también para mirar hacia adelante con esperanza y determinación. Los desafíos son enormes, pero también lo es el espíritu de quienes forman parte de esta misión. La invitación del padre Sosa a trabajar juntos por un mundo más justo resuena como un recordatorio poderoso: el cambio es posible cuando se actúa con fe, alegría y compromiso.



