Arturo Peraza: Venezuela vive un “viernes santo”
El profesor universitario, abogado y provincial de la Compañía de Jesús espera que el país experimente la resurrección de Cristo y fomente la reconciliación entre la ciudadanía
-¿Cuál es el mensaje de la Iglesia en esta Semana Santa marcada por la convulsión?
Aquí lo importante es darnos cuenta que tenemos una situación confusa que es generada por los esquemas polarizados y por el tema de la violencia en la que andamos sumidos y que –justamente- el mensaje de Jesús en esos contextos en donde parece invitarse a la violencia, en donde parece una gigantesca confusión, como si fuera un viernes santo largo que viviera nuestra población, bajo la imagen del Nazareno, la imagen de aquel que carga con la cruz que va sufriendo y que nuestro pueblo tanto cariño manifiesta hacia esa imagen, porque de alguna otra manera se sienten representados.
Habría que decir que ese camino tendría que ir hacia la pascua, hacia la resurrección, hacia la vida y eso es lo que la Iglesia le quiere transmitir a nuestro pueblo. Es la conciencia de la dificultad, del momento complejo que estamos viviendo, pero tenemos que ir caminando hacia la reconciliación, hacia el camino del diálogo que es complejo. Hay conciencia de que no hay condiciones en este momento para el diálogo, pero lo que tenemos que hacer los venezolanos es crear esas condiciones para el diálogo. Hacer creíble la palabra del otro haciendo un esfuerzo gigantesco por objetivar aquellos elementos que nos ayuden a encontrarnos, porque si no, el efecto contrario es la continuidad de la violencia y la guerra en la manera de hacer política, y ese es un escenario que sería indeseable, que nos va a atornillar en la oscuridad y en el dolor. Entonces, la invitación siempre de la pascua es que, reconociendo la dificultad y el dolor, tenemos que encaminar todas las fuerzas hacia la reconciliación y la vida; y eso es lo que simboliza la pascua cristiana. Un camino que reconoce las llagas de Cristo, y por eso el resucitado muestra sus llagas, pero las muestra para invitar a la paz. La paz es la primera palabra que utiliza el resucitado: “la paz esté con usted”. Es un resucitado consciente de la dificultad y el dolor, porque las muestra en su propio cuerpo, pero al mismo tiempo las muestra no para seguir ahondando el dolor, sino para invitar a abrir un nuevo camino. Un camino de espíritu, un camino de luz. Y esa es la responsabilidad de todos los cristianos. Es una responsabilidad creativa.
-Hay religiones que ponen en duda la resurrección de Jesús ¿Cómo la Iglesia Católica da prueba de ello?
Si fueran pruebas, no fuera un dato de fe. Justamente se trata de un testimonio de vida, de una experiencia de vida. Un grupo de hombres que están llenos de miedo, que por cierto, en los evangelios ellos mismos que son los que lo redactan, no se alaban, sino que reconocen su cantidad de fallas después de la muerte de Jesús de Nazareth. Ellos huyen hacia otras ciudades y de pronto tienen una experiencia que los transforma. Ellos dicen haberse encontrado con la persona de Jesús vivo, pero no como si estuviéramos delante de un cadáver, sino de una nueva realidad, de un nuevo hombre, de una invitación a creer en la trascendencia. Y esa experiencia vivida con la persona de Jesús resucitado los transforma y los hace ser personas distintas. Ese testimonio de esos sujetos, antes llenos de miedo y ahora capaces de lanzarse al mundo a decir su verdad, es una invitación a la nueva vida. Quizás allí es donde me pregunto si los cristianos venezolanos somos testimonios en medio de las dificultades de esa nueva vida que nos está marcando y que somos capaces de anunciar a nuestros hermanos en Venezuela como invitación al diálogo.
-¿No cree que la confrontación social y la guarimba pueden provocar que los venezolanos no acudan a la Iglesia esta Semana Santa?
Yo creo que es todo lo contrario. Yo siento que la mayoría de la población está orando porque haya un encuentro y un reencuentro de los venezolanos, y un camino de paz. Muy por el contrario siento que el tema religioso va cada vez más adquiriendo sentido y fortaleza, porque solo trascendiendo las dificultades presentes podemos abrir caminos de horizontes. Por eso ir a la misa no solamente tiene sentido de cumplimiento o de tradición, sino que tiene un sentido esperanzador, un sentido de abrirnos horizontes y trascendencia, que van más allá de lo que tenemos en este momento como presente para abrirnos un horizonte nuevo. Creo que eso es lo que la gente busca cuando va a un espacio de oración, cuando busca un espacio de paz en medio de la tormenta y la oscuridad que se ha generado en esos elementos que has mencionado, incluso la molestia que hay en la población, porque yo no creo que toda protesta sea guarimba, yo no caigo en ese tipo de lenguaje. Creo que también hay una manifestación de molestia y de reclamo ante el gobierno por políticas económicas o sociales erradas o trato institucional político errado y creo que del lado de la gente que está con el gobierno existe un reclamo de paz, de encuentro entre los venezolanos que puede encontrarse en nuestros templos. El problema no es de masas, el problema es de profundización.
-¿Hay un problema de fe en el país?
La gente tiene convicciones de fe. Nosotros no somos Europa. La gente que es atea o agnóstica es relativamente poca en este país. La mayoría de las personas está más bien buscando un camino para poder seguir adelante en medo de las dificultades. Ahora, lo que sí nos hace falta a los venezolanos es profundizar en las raíces de nuestra propia fe. Esa convicción por la vida que no simplemente son unos pases mágicos que nos conectan con la divinidad, sino que más allá de eso, supone un comportamiento ético y unas condiciones de vida que son las que Jesús trató de transmitir. Quizás allí nos hace falta trabajar bastante para limpiar todos estos rencores y dolores que hemos vivido como sociedad y que nos están robando espacios de paz.
-Una sociedad tan violenta como la nuestra, que registró al año pasado 25 mil asesinatos ¿es una sociedad creyente en Dios?
La mayoría de los venezolanos no están de acuerdo con salir a matar a sus hermanos. Hay una situación de violencia lamentable, pero no es que la mayoría de los venezolanos sale a matar a otro número de ciudadanos. No estamos en una guerra civil. Eso es una gigantesca diferencia. La gente lo que pide justamente es por el camino de la paz y el reencuentro, y en ese sentido, me parece que la mayoría de los venezolanos apoya ese camino de fe. Lamentablemente, sí hay grupos y personas que han perdido ese camino, fundamentalmente adolescentes y jóvenes, a veces con razones muy duras. Por sufrimientos en su historia infantil y en su historia juvenil que han perdido ese camino de fe. Han perdido el sentido de la vida y nuestro camino es salir a recuperarlos. No simplemente sancionarlos, no simplemente señalarlos. Yo creo que el camino del cristiano es el camino que Jesús señaló, del pastor que sale a buscar a las ovejas, que sale a recibir al hijo. Es decir, es la dinámica de quien sale a buscar a la persona que está herida, que está enferma para poder recuperarla en el camino de la vida.
-En Semana Santa vemos más preocupación por comer pescado que por cumplir con la fe ¿qué le hace falta al venezolano para comulgar más con el catolicismo?
A veces entendemos la Semana Santa como una semana de vacaciones. Y no es que está mal. Ojala que el descanso sea descanso del espíritu. Un espacio para poder darnos tiempo para la familia, tiempo para la reflexión, tiempo para encontrarnos. Tendríamos que insistir es en la dirección de estos espacios de reflexión y purificación que nos ayuden a encontrarnos como sociedad, a descubrirnos como hermanos, como un solo país, cuyo futuro depende que un grupo grande de venezolanos consideremos que esta patria la tenemos que echar adelante juntos, que no es un problema de simples mayorías. Necesitamos un fuerte consenso social que nos permita sentirnos representados a todos en el esfuerzo de echar adelante este país. Y eso es lo que necesitamos en Semana Santa.
-¿Cree que hay voluntad política para resolver el conflicto interno de la manera más pacífica y apegada a los principios del catolicismo?
Y si no la hay la tenemos que crear. Es decir, el problema no es si la hay. Tenemos que crear esas condiciones y ahí es donde la sociedad civil se tiene que empecinar, en seguir presionando en la dirección de hacer un encuentro real y respetuoso de las distintas instancias que hay dentro del país. No solamente la política está polarizada, sino que tenemos que hablar de las instancias económicas, de las instancias culturales. La realidad venezolana es mucho más compleja que chavismo y antichavismo. No es un solo problema de polarización, sino un encuentro de los venezolanos en las distintas dinámicas para impulsar un proyecto común y compartido.