Jesús María Aguirre, s.j.
No hay duda que Sean Penn es un actor extraordinario y digno de admirar por su postura progresista. Basta con recordar sus actuaciones en las películas Milk, Mystic Rider, La delgada línea roja, y cualquier otra de factura similar.
Para los venezolanos nos resulta familiar, ya que en varias oportunidades su nombre ha aparecido en los medios nuestros, sea por su visita a Venezuela, invitado por Fundalatin –específicamente contactó con nuestros jóvenes de Carapita– o por su presencia en la película “21 Gramos”, donde se citan unos versos de nuestro poeta Eugenio Montejo.
No sé a ciencia cierta, si todavía, sigue siendo simpatizante del régimen actual, o si como el intelectual Chomsky, ha ido cambiando de parecer sobre el proceso revolucionario y su deriva actual. Lo cierto es que sus aventuras al filo de la navaja con el mundo del narcotráfico han sido cuestionadas por varios periodistas y comunicadores mexicanos por cuanto consideran que sus actuaciones fuera de pantalla parecen más asistidas por motivaciones ligadas al negocio de las industrias comunicacionales, por muy independientes que se autoproclamen, que a la solución de los problemas de la ciudadanía.
Como muestra les presento este artículo que ha suscitado el debate sobre su papel en los medios comunicacionales: La entrevista de Sean Penn a El Chapo ¿es periodismo?
Foto: Revista Rolling Stone