Piero Trepiccione
elimpulso.- Venezuela ha vivido a lo largo de los últimos 16 años uno de los procesos polarizantes más complejos de América Latina y del mundo. Evidencias sobran para medir las monumentales dimensiones a las que llegó una sociedad que se vio extremadamente afectada por este fenómeno. No solo en lo político sino en lo social y económico.
Profundizando
Pero también en lo cultural grosso modo, la polarización causó divisiones y enfrentamientos ideológicos en plena cotidianidad de los venezolanos. Esto, naturalmente, provocó una disminución del vector de fuerza, a decir del cientista político chileno Carlos Matus, del pueblo y sus instituciones para apuntalar en una sola dirección todas las energías y anhelos de desarrollo. El desgaste por añadidura de este proceso lo estamos comenzando a padecer en una época donde el rentismo petrolero ya no permite mayor margen de maniobra financiera para garantizar la sustentabilidad del Estado. Y en esa dirección, en los últimos seis meses, la sociedad venezolana comienza a experimentar un reacomodo tendencial que viene siendo mostrado por la mayoría de encuestadoras del país. Estos estudios científicos permiten mostrarnos una realidad de la Venezuela profunda que está impactando sobremanera a todos los sectores sociales. Una realidad que aqueja dramáticamente a la población y que está gestionando una especie de “despolarización” en vista de la creciente influencia de la economía en la manera de pensar del venezolano.
Aparece el coco
La despolarización que se asoma en el horizonte nacional tiene que ver con la óptica que tienen los venezolanos sobre la situación actual. Cuando cruzamos las variables de autodefinición política y percepciones de la realidad de la población encuestada, nos damos cuenta rápidamente que ya la visión ideológica no prima para emitir opiniones. Más bien, la necesidad de la gente es la que soporta su opinión, creando un alineamiento sin precedentes en la historia política del país de los últimos años. Y es que el coco es equivalente al descontento que se ha venido generalizando a niveles críticos. Vale decir, que entre el 80 y 90 por ciento de la población está fustigando severamente la situación económica del país y su impacto en lo individual y familiar. Esto es un verdadero proceso de despolarización que ha llegado como cuando un catarro llega y nos agarra sin pañuelo y sin medicamentos. Sorpresivamente y alineado con el deterioro progresivo de la situación económica del país ha aparecido este fenómeno sociopolítico que, sin lugar a duda, tendrá un impacto sobre el ejercicio de la política venezolana de nuestros días y al menos del próximo lustro.
¿Cómo abordar el loco?
La despolarización es un fenómeno tan complejo como incomprendido por muchos líderes políticos. Hay quienes creen que arrojando flechas se puede capitalizar el descontento despolarizante. Y la cosa no es así. Aunque ciertamente ha aparecido con mucha fuerza y respaldo el fenómeno, no puede pretenderse que sea capitalizado por tránsfugas o propuestas sin sustento real. Un descontento generalizado lo más probable es que se oriente hacia tendencias políticas consolidadas y claramente orquestadas hacia el sentimiento nacional. Aquí es donde, clara y contundentemente, se requiere mayor unidad en las plataformas candidaturales que se presenten al electorado de cara a las parlamentarias de este año. Estos comicios serán la clave para determinar hacia dónde se canaliza el descontento generalizado. Si hacia la oposición aglutinada para buscar un re-equilibrio de los poderes constitucionales y el apuntalamiento de cambios direccionales en los esquemas de políticas públicas o, por el contrario, hacia una reconcentración del poder constituido y un afianzamiento del modelo sociopolítico y económico desarrollado en el país durante la última década. Por lo pronto, los estudios indican que las tendencias vienen favoreciendo abiertamente a la oposición por más de 20 puntos porcentuales de diferencia con respecto al gran polo patriótico. Dos factores serán claves para determinar si se mantiene esta tendencia, se amplía, disminuye o se revierte. En primer lugar, la situación económica del país y su impacto sobre el bolsillo de las familias y los individuos. El otro factor, tiene que ver con la comunicación política y las estrategias de orquestación para captar el sentimiento generalizado de la población. Como vemos, el coco es complejo y escurridizo. Se requiere mucha madurez y materia gris para abordarlo y domarlo por el bien de la nación…