Tomado de la página Jesuits.es.
Auguri! ¡Es la festividad de San Ignacio de Loyola! Como jesuitas, cada año, el 31 de julio, nuestros pensamientos se dirigen naturalmente al fundador de la Compañía de Jesús. Celebramos a un pionero espiritual cuya visión sigue dando forma a la Iglesia y a la Compañía de Jesús.
San Ignacio, el soldado vasco convertido en “soldado de Cristo”, fue un hombre transformado por la gracia y las experiencias de la vida. Su “momento de la bala de cañón” en Pamplona, en 1521, fue un catalizador importante en la reorientación radical de la trayectoria de su vida. La profunda experiencia de conversión durante su convalecencia inspiró los Ejercicios Espirituales, que, hasta hoy, nos ofrecen una hoja de ruta atemporal para “encontrar a Dios en todas las cosas”. Su espiritualidad nos invita a todos a comprometernos profundamente con la obra de Dios en el mundo, una “contemplación en la acción”.
Hoy, la Compañía de Jesús (con más de 13.000 hombres, sacerdotes y hermanos) y toda la familia ignaciana siguen fieles al ideal ignaciano. Estamos llamados a ser “compañeros de Jesús”, a ser “hombres y mujeres para los demás”, dispuestos a ir adondequiera que haya mayor necesidad, al servicio de “la mayor gloria de Dios”.
A través de las Preferencias Apostólicas Universales de la Compañía: mostramos el camino hacia Dios a través de los Ejercicios Espirituales y el discernimiento; caminamos con los pobres y marginados del mundo en una misión de reconciliación y justicia; acompañamos a los jóvenes en la creación de un futuro esperanzador y colaboramos en el cuidado de nuestra casa común.
El mundo actual presenta retos que el propio San Ignacio no podría haber imaginado: avances tecnológicos, desigualdades globales, polarizaciones políticas, extremismo religioso, entre otros. Sin embargo, el núcleo de nuestra espiritualidad ignaciana sigue ofreciendo una brújula firme para la labor de la Compañía de Jesús en el mundo. Este carisma se traduce en acción en la vida cotidiana de los jesuitas: en las aulas, fomentando el pensamiento crítico y el liderazgo ético; en las parroquias, celebrando los sacramentos y formando al pueblo de Dios; en los ministerios sociales, trabajando por un mundo más justo y compasivo…
En esta fiesta de San Ignacio de Loyola, rezamos para que la Compañía de Jesús y todos los que comparten nuestra misión sigan creciendo en nuestra labor de promover el amor reconciliador de Dios, mientras inflamamos el mundo con la fe, la justicia y la esperanza, especialmente en este año jubilar de la esperanza.
