Alfredo Infante sj
Hoy, por el contexto del día, quisiera hacer una breve reflexión sobre el ejercicio del poder en el gobernante. La primera lectura (1Re 3,5-13) nos presenta a Salomón como modelo de gobernante legítimo, delante de su pueblo y de Dios. ¿Dónde radica la legitimidad de Salomón? Dios, en sueño, se le aparece y le dice: «pídeme lo que quieras que te lo concederé». Ante la propuesta de Dios, Salomón hace la siguiente consideración:
1) recrea la memoria de su pueblo centrando su mirada en aquellos hombres que han sabido gobernar con justicia y rectitud, y toma consciencia, desde la fe, de su responsabilidad histórica en la conducción de su nación.
2) contempla a su pueblo, toma consciencia de la situación que se vive, de los desafíos que supone estar al frente de éste.
3) se contempla a sí mismo y toma consciencia de sus debilidades y fortalezas, reconociendo con honestidad que necesita el auxilio de Dios y de su pueblo; que desde sí, autocentrándose en el ejercicio del poder, la misión de gobernar se corrompe y pierde legitimidad, llevando a la nación a la catástrofe; de esto último hay muchos ejemplos en la historia de Israel y en la nuestra.
Después de estas consideraciones, Salomón pide «sabiduría de corazón, para que sepa gobernar a tu pueblo y distinguir el bien del mal. Pues sin ella, ¿quién podrá gobernar a este pueblo tuyo tan numeroso?
Dios se alegra con la petición de Salomón y le concede la sabiduría de corazón. La sabiduría y el amor al pueblo, le conferirán a Salomón una gran legitimidad como gobernante y harán de Israel una nación próspera. Por sus frutos lo reconocerán.
En este día, 30 de julio, cuando la dictadura se empeña en aferrarse al poder e imponer a contra vía del sentir popular su proyecto hegemónico, teñido con sangre, bien vale, contemplar a Salomón y beber de su (sabiduría: enseñanza) para no perder la esperanza. Salomón somos todos, necesitamos sabiduría.