A los años de desamparo y desidia de la gerencia pública regional lo han reducido a ruinas y hectáreas contaminadas con aguas residuales
Prensa CIEV
Quien fuera la segunda referencia nacional en materia de colecciones botánicas con más de cuatro mil especies de plantas colectadas, identificadas y clasificadas; hoy quedan solo ruinas de esta importante “biblioteca vegetal”.
Así lo denunció Alejandro Lanz, director del Centro de Investigaciones Ecológicas de Venezuela (CIEV) quien, desde hace varios años, viene advirtiendo el deterioro de este importante centro público de investigación y saber científico.
“El Herbario de Guayana fue el centro de investigación y documentación de la flora venezolana más importante del sur-oriente del país, con catálogos plenamente identificados, muestras de tallo y hojas de más de cuatro mil especies de flora, y hoy, solo quedan ruinas”, lamenta el titular del CIEV.
Para el ecologista, los años de abandono comenzaron con la gestión del secretario de Turismo Ricardo Aquino, quien sin poseer conocimientos científicos ni de flora o de investigación botánica, logró desplazar al ilustre doctor Francisco Delascio –reconocido como el más importante taxónomo del país y orgullo para Guayana-, del Jardín Botánico del Orinoco.
Y los únicos logros de la gestión de Aquino fue un “Maquillaje de las áreas verdes que se ven a través de su cerca perimetral, mientras estuvo en la sede de la Secretaria de Turismo en el Jardín Botánico, relegando al olvido, las investigaciones botánicas y el Herbario de Guayana; luego al mudar la sede al Parque Ruiz Pineda, también el Jardín Botánico corrió con la misma suerte”, apunta Lanz.
El abandono conjugado con la inmensa crisis social que vive no sólo Ciudad Bolívar sino toda la nación, rindieron sus frutos y al estar tantos años, cerrado al público, todas las instalaciones del Herbario han venido siendo saqueadas y desmanteladas.
Uno de los íconos de la conservación y del ambiente, de la ciencia y del paisajismo guayanés sucumbió ante el desamparo de la gerencia pública regional.
Las instalaciones que una vez sirvieron para la investigación, estudio y conservación de la biodiversidad de la flora del estado Bolívar, y sede del herbario de Guayana, han quedado sumergidas en la suciedad, hedor, escombros y abandono.
Las paredes con moho, pisos cubiertos de todo tipo de inmundicias, y las goteras en el techo de madera en la moderna estructura que albergó al Herbario de Guayana, son referencia de la herencia de la gestión de Aquino como gerente socialista.
Tampoco se ven ya las garzas, y menos los azulejos, que engalanaban con su presencia la laguna El Porvenir, y sus alrededores, en el Jardín Botánico del Orinoco. Atrás quedó ese esplendor que una vez caracterizó a este reservorio natural, enclavado en pleno corazón de Ciudad Bolívar y que hoy todos –menos los malechores-, parecen haberlo olvidarlo.
En la actualidad, el peligro de una crisis sanitaria para las comunidades adyacentes al Jardín Botánico, crece exponencialmente con cada día que pasan sus áreas verdes sumergidas en aguas negras.
“La terrible pérdida de las colecciones botánicas y el peligro de una crisis sanitaria en Bolívar es una realidad que nos mantiene en alarma permanente, la proliferación de vectores, moscas, de enfermedades epidérmicas, son solo algunas de las patologías que pueden padecer los habitantes del Casco Histórico por este enorme foco de contaminación a cielo abierto en que se ha convertido el Botánico actualmente”, alerta el director del CIEV.
Para el ecologista, la situación se tornará más crítica con la llegada de la temporada de lluvias que terminará por colapsar y contaminar todo el Botánico, incluso desbordando las aguas putrefactas a la vía pública y comunidades aledañas como La Alameda.
“Hacemos un llamado a la gobernación del estado Bolívar, a evitar una tragedia para muchas familias bolivarenses, se requiere con urgencia que se sanee el Jardín Botánico del Orinoco, así como se nombren verdaderos gerentes que trabajen por recuperar este tesoro natural que representa nuestro Jardín Botánico”, concluyó Alejandro Lanz.