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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

Robert Serra. Q.E.P.D.

Robert Serra Q.E.P.D

El Centro Gumilla se solidariza con los familiares y amigos de Robert Serra, expresando respeto        por    el dolor que sienten tras su desaparición física. En ocasiones como esta, donde la irracionalidad   y el irrespeto por el valor de la vida humana se manifiestan a través del homicidio, el país todo debe sentirse interpelado por la fragilidad que caracteriza a las relaciones interpersonales de los venezolanos, lo que ha permitido el establecimiento de prácticas que hacen cada vez más difícil la construcción de espacios de encuentro, de dignidad y de respeto.

La violencia siempre debe ser rechazada, desde las agresiones verbales y físicas, hasta cualquier     forma de intimidación basada en el abuso y la fuerza. Estos rasgos que parecen aceptarse como pauta de la cotidianidad y se relativizan frecuentemente, son, en gran medida, el germen de la criminalidad que tanto daño hace, que roba tantas vidas y que desdibuja un horizonte compartido de desarrollo y paz.

Hay sobradas razones para sentirse consternado, la pena y la impotencia se instalan como indicadores de la manera de sentir al país con su realidad. Es por eso que se hace imperativo un llamado a la esperanza, esa que se fortalece con la convicción de que una gran mayoría de venezolanos está dispuesta a dar lo mejor de sí, distanciándose de la sed de revanchismo o de la resignación ante la violencia que reiteradamente deja su huella.

Sectores del Gobierno Nacional han llamado a la población en general, específicamente a los representantes de la oposición política, a no hacer del deplorable asesinato de Robert Serra un show mediático. Este llamado es tan entendible como necesario, solo valdría aportar que esa misma exhortación se hace conveniente para el Gobierno, sus representantes y los organismos encargados de realizar las investigaciones correspondientes en aras de esclarecer el hecho, para posteriormente sancionar con los mecanismos previstos en la ley a quien o quienes resulten involucrados.

En una atmósfera de polarización política es casi un automatismo establecer responsabilidades de cualquier naturaleza dentro del bando que se considera contrario. Cuando la víctima es una persona pública, con un rol visible, el caso gana en notoriedad e interés. Se impone la necesidad de hacer justicia, de ello ninguna duda, pero se debe tener sumo cuidado con la posibilidad de un sesgo en las investigaciones, eso no le conviene al país.

Es necesario aquí recordar que no existen víctimas de primera y segunda clase, que no es éticamente aceptable jerarquizar la importancia de un homicidio en función del nombre y la ocupación de la víctima. Bien valdría la pena tomar conciencia de que un factor que une a la sociedad venezolana, sin distinción de opción política o de clase social, es la vulnerabilidad ante la inseguridad y la violencia; ese podría ser un buen primer paso para desmontar lo que divide e intentar trabajar mancomunada y profundamente en pos de una solución integral a un problema común.

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