Antonio Pérez Esclarín
“La libertad supone responsabilidad. Por ello, la mayor parte de
los hombres la temen tanto” (George Bernard Shaw)
La responsabilidad consiste, como su propio nombre lo indica, en la habilidad de responder ante los demás y ante sí mismo de los propios actos, de hacerse cargo de la propia vida, de tomar decisiones y actuar de forma independiente. Hoy, se habla mucho de libertad y muy poco de responsabilidad, y hasta algunos las consideran contradictorias, pues confunden la libertad con la esclavitud, con las cadenas.
Piensan que son libres porque se han librado de normas y de principios éticos, porque hacen lo que quieren, “lo que les da la gana”, porque viven rodeados de guardaespaldas y matones, porque pueden comprar todo, hasta las conciencias, sin caer en la cuenta que viven encadenados a sus caprichos, sus miedos, su egoísmo, su ambición de poder, de tener o de placer.
La irresponsabilidad es enemiga de la libertad, pues libertad y responsabilidad se implican mutuamente y vienen a ser como las dos caras de una misma moneda: Es imposible la libertad sin responsabilidad, y nadie es responsable de sus actos si no es libre. El que en nombre de su libertad no asume su responsabilidad como padre o madre, como vecino, como profesional, como estudiante, como ciudadano, no tiene la menor idea de en qué consiste la libertad.
Víctor Frankl señaló una vez que la excelente obra iniciada con la Estatua de la Libertad en Nueva York debía ser completada con la Estatua de la Responsabilidad en Los Ángeles, con lo que pretendía subrayar la necesidad de no desligar nunca la libertad de la responsabilidad. Una acción libre es siempre una acción responsable: Libertad sin responsabilidad es libertinaje, licencia, capricho, dominación. Son bien evidentes los estragos que ha ocasionado y sigue ocasionando un mal uso de la libertad.
Sólo un ser dueño, al menos parcialmente, de sus deseos y de sus actos, puede ser considerado como responsable. El grado de su libertad será estrictamente proporcional al grado de su responsabilidad. Si la libertad consistiera en dar rienda suelta a nuestras pasiones más bajas y a nuestros instintos, los animales serían más libres que nosotros.
Una vida sin libertad no merece ser vivida. Pero una supuesta libertad que no respeta la vida y llena al mundo de cadenas es opresión y barbarie. No es concebible una libertad que no respeta los derechos del otro y causa exclusión, miseria y muerte. De ahí que en nuestro actual mundo, tan injusto y tan inhumano, la genuina libertad debe traducirse en compromiso responsable de liberación de uno mismo y de los demás, de todo aquello que impide alcanzar la plenitud, desarrollar todas las potencialidades y construir un mundo fraternal.